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Pensamiento Masonico

MUJER Y MASONERÍA

Ascensión Tejerina
Gran Maestra (2000 – 2006)
Gran Logia Simbólica Española
 
A menudo se me pide que aporte mis puntos de vista y mis vivencias en el seno de la Masonería en tanto que mujer. La verdad es que este ejercicio no me resulta nada fácil. Primero porque me veo obligada a hablar de nuestra Institución, no como un ente ante mis ojos del que puedo dar datos objetivos, contar las cosas que me rodean en mi vida Masónica o hablar de su historia, etc., sino como una experiencia de la que deberé transmitir aquellos sentimientos e ideas suscitados en lo cotidiano de mis relaciones con mis hermanos, con mi Logia o con el propio método Masónico, distinguiendo de entre esos aspectos los que son exclusivamente relevantes de mi condición específicamente femenina.  Y segundo, porque la aventura de la mixticidad en la Gran Logia Simbólica Española es aún muy joven y no puede compararse con las de otras Obediencias europeas que tienen más de cien años de experiencia como Masonería mixta o como femenina.
 
Esta juventud implica una constante evolución de esta opción de trabajo que va permitiendo relecturas e interpretaciones nuevas a cada paso que damos y no podemos pretender sacar conclusiones definitivas haciendo un estudio de la situación en un momento dado. Además, la libertad que tiene cada Logia de determinarse en sus modos, sus proyectos y sus sensibilidades, produce una variedad tan rica en relación con la inserción de la mujer en los talleres, que mi experiencia no es en absoluto extrapolable o generalizable.
 
Estas explicaciones previas no las hago porque me niegue a relatar mis sentimientos en mi ejercicio Masónico, que en absoluto. Más bien lo que intento es evidenciar lo fútiles que serían estos intentos para abordar seriamente los aspectos verdaderamente trascendentes de la cuestión.
 
Un acercamiento más responsable al tema que nos convoca hoy: LA MUJER EN LA MASONERÍA, exigiría examinar previamente al menos los siguientes aspectos:
 
1) la cuestión iniciática: ¿Por qué la cuestión iniciática? ¡Pues porque si la mujer reclama su derecho a participar en la Masonería, y el aspecto iniciático en ella es el fundamental, deberemos entender con total comprensión qué cosa estamos mentando cuando hablamos de Iniciación, para saber si este camino le va o no le va a la mujer.
 
2) las consecuencias antropológicas de las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer: Si la Tradición Iniciática es un rasgo característico del desenvolvimiento de la especie humana sobre la Tierra y, por lo tanto, un requisito antropológico, nos interesará averiguar si este requisito es distinto entre los géneros en razón de sus diferencias biológicas o, por el contrario, es el mismo porque ambos géneros sufren de la misma precariedad existencial.
 
3) la valoración cultural del proceso civilizador: Si la Tradición Iniciática es un requisito antropológico, deberemos hallar su rastro en toda sociedad humana aunque resulte muchas veces difícil descubrirlo porque se encuentre compartiendo otras funciones con otras instituciones. Dado que toda Tradición Iniciática es portadora y fuente de valores, no cabe duda que un examen de los valores asentados en una determinada cultura nos puede revelar el grado de influencia que aquella ha ejercido.
 
Quizás, con esta base previa podríamos dar una mejor respuesta a las preguntas que subyacen en esta temática de la incorporación de la mujer al mundo Masónico. Teniendo en cuenta que este mundo Masónico es tremendamente heterogéneo, se han elaborado toda clase de explicaciones: desde las que niegan a la mujer su capacidad para ser iniciada hasta las que no conciben que una iniciación pueda ser verdadera si no se contempla el trabajo desde la más absoluta complementariedad. La mayoría de estas explicaciones han intentado dar respuesta a una serie de preguntas que podríamos resumir en la siguiente lista:
 
1)       ¿ Es relevante la condición de mujer en la Francmasonería en la medida en que ésta es una vía iniciática ?
 
2)       ¿ En cuales otras dimensiones que componen la realidad actual del mundo Masónico pudiera ser relevante el sexo de un hermano Masón?
 
3)        ¿ Es la Masonería un camino iniciático específicamente masculino, y por tanto, necesariamente antipático para la mujer?
 
4)        ¿ La presencia de hermanos de sexo opuesto en los talleres Masónicos, representa un factor perturbador o desestabilizador  para el conjunto ?
 
5)        ¿ La presencia de la mujer en las logias mixtas conducirá obligatoriamente a una modificación de los contenidos, los hábitos y los modos del quehacer Masónico ?
 
I ) LA CUESTIÓN INICIÁTICA
 
Mi acercamiento a la cuestión va a ser principalmente de carácter ontológico y por lo tanto previo a la formulación de tales preguntas. Y me veo obligada a ello porque, como decía antes, la característica fundamental de la Masonería es su dimensión iniciática que es la que justifica y vertebra todas sus otras expresiones. Toda obra humana, consciente o inconscientemente, es subsidiaria de la arquitectura ontológica del ser humano. Esto es una obviedad que conviene recordar. Cuanto más, un método iniciático cuyo objetivo es, precisamente, hacer visible y manejable nuestra más íntima urdimbre, para que sobre ella podamos tejer nuestra propia trama. Me interesa abordar la cuestión iniciática desde este ángulo para resaltar primero que esa urdimbre ontológica es exactamente la misma para todo ser humano sea cual sea su sexo, etnia o cualquier otra diferencia que se nos antoje considerar e independientemente de la historia que queramos tejer entre sus hilos; y segundo, porque parto de la premisa de que una vía sólo es iniciática en la medida en que nos ayuda y nos enseña a bregar con esta urdimbre.
 
Quizás tengamos que remontarnos a los albores de la humanidad para imaginar en que momento pudo nacer en el ser humano ese afán de búsqueda, de conocimiento y de comprensión tanto de su entorno como de sí mismo. Theilhard de Chardin situaba este punto de inflexión en la evolución de las especies en la aparición de la REFLEXIÓN. De golpe, el hombre se interroga por el sentido que tiene su rudimentario lenguaje. Ya sabe reconocer el “fuego” y referirse a él mediante un sonido que le sirve tanto para advertir a los otros como para evocar su representación mental. Pero ahora quiere saber “que es”, es decir: quién lo produce, por qué se extingue, que otras cosas representa, que usos le puede dar y que relación tiene con las demás cosas que le rodean. Esta reflexión lo lleva a preguntarse por lo que está detrás de los fenómenos que ve, adivinando que ese mundo de cosas al que se enfrenta no es más que la última apariencia de unas causas ocultas que de momento le son inalcanzables pero a las que ya empieza a poner nombres. Poco a poco va construyendo un “SENTIDO” donde encajar los significados. Se interroga por el sentido de la vida y por su propio “SER”. Desde entonces el humano va en busca de su ser, el concepto “ser” invade su lenguaje y se refiere a sí mismo como “SER HUMANO”.
 
Podría decirse pues que el corolario de la reflexión, es decir, de aquello que produjo la propia especificidad humana, es el ser.
 
El ser humano es un ser-en-el-mundo, mundo al que se enfrenta y del que depende. Ni el hombre ni la mujer escapan a esta primera contingencia.
 
Ser humano, cuya permanente y primera tarea es su consustancial pre-ocupación por ser-ya-siempre, por culpa de esta reflexión, un ser que se contempla a sí-mismo frente al mundo con su precariedad a cuestas. Y esto es así tanto para el hombre como para la mujer.
 
 En este “PRE” de su ocupación, de su cuidado, se halla la raíz de su ontológica necesidad de asirse en su más genuina originalidad que en cada momento YA ES. Y esto es así tanto para el hombre como para la mujer.
 
Otra determinación que arrastra nuestro SER, por la misma razón, es el verse conducido a la comprensión. Nuestro ser es un SER-COMPRENSOR, nuestro mirar es un mirar capaz de reconocer regularidades estructurales. Y esto es así tanto para el hombre como para la mujer.
 
Otra determinación es la capacidad de DARNOS CUENTA, no sólo del mundo en que vivimos, sino de nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestras ideas y nuestra valoración de nuestra manera de estar en el mundo. Y esto es así, tanto para el hombre como para la mujer.
 
Pero el ser humano vive sumido en su cotidianidad en un mundo que le ofrece ocupación sin el “PRE”, a cambio de sacrificar su originalidad, su autodeterminación, porque la cotidianidad nos aleja de nuestro origen. Y esto es así, tanto para el hombre como para la mujer.
 
Volviendo a la Tradición Iniciática, acaso no podríamos intentar una primera definición diciendo que es el conjunto de conocimientos y pautas, recogidos durante toda la historia de la humanidad con el propósito específico de producir ese encuentro del individuo con su ser en su más auténtica originalidad, de “descotidianizarnos”. Este es el fin primordial de toda disciplina INICIÁTICA (con mayúsculas) tal como queda recogido en la antigua y conocida recomendación: “CONÓCETE A TI MISMO”. La aparente sencillez y evidencia de esta declaración que, a primera vista, todos nos aprestamos a admitir, se torna, a poco que se le quiera meter cabeza, de una complejidad y dificultad tales que convierten la práctica de este consejo en algo casi imposible de conseguir.
 
Toda esta disquisición filosófica ha sido necesaria para tratar de demostrar que una verdadera tradición iniciática tiene que contener en su método:
 
 1º) las claves para: asumir la responsabilidad de nosotros mismos, disolver los contenidos ilusorios de nuestros mundos virtuales en los que vive nuestra consciencia prisionera; reordenar los que derivan directamente de la estructura de nuestro ser, y poner en marcha las potencialidades creativas de nuestras posibilidades de ser,
 
2º) proporcionar al iniciado una vía de trabajo y un escenario que le obligue a ejercitar esas potencialidades de manera que se automatice en todo lo posible esta toma de posesión de nuestro ser y que el fruto de este trabajo quede testimoniando la corrección del proceso,
 
3º) proporcionar un sistema de valores y principios que den sentido a todo el trabajo realizado.
 
Existen varias escuelas iniciáticas y yo personalmente he investigado algunas de ellas, pero la que me ha dado respuesta a todos los requisitos que acabo de exponer ha sido únicamente la Masonería. Y lo ha hecho con contundencia, con sobriedad y con plenitud. Su disciplina y su trabajo en equipo te enfrentan a tus realidades y tus fantasmas internos. Sus símbolos te llevan a la reflexión sobre el sentido oculto de las cosas, a buscar ese ser de los entes. Su metáfora de la construcción te convierte en un obrero comprometido en un proyecto vital que se actualiza cada día. Sus postulados de Libertad, Igualdad y Fraternidad y sus valores de Tolerancia, de Sabiduría, de Fuerza y de Belleza enmarcan todas las acciones orientándolas hacia horizontes esperanzadores congruentes con la evolución de la vida en nuestro planeta.
 
Desde estas premisas tanto la mujer como el hombre deben recorrer el mismo camino para tomar posesión de su ser y por tanto el contenido esencial de la Masonería es perfectamente válido para ambos.
 
Como seres humanos, construimos en lo que ha existido antes, aún cuando podamos cambiar de dirección, extender los límites de lo que vemos o aceptar una nueva idea que radicalmente altere nuestra perspectiva. Cuando las mujeres buscan a través de la historia los fundamentos de su identidad como seres humanos, descubren que la historia está registrada casi exclusivamente por el hombre, habla de ellos y es para ellos. Esta situación es simplemente consecuencia natural de las viejas imágenes de masculinidad y feminidad, y de las normas socioculturales resultantes. Pero ello no es razón para que se nos quiera privar del patrimonio humano que representa la tradición iniciática ni de cualquier otro conocimiento específico cuya elaboración haya requerido siglos y siglos y se pretenda que partamos de cero.
 
II ) EL PUNTO DE VISTA ANTROPOLÓGICO
 
Ahora bien, es cierto que las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer, concretamente la función procreadora de la mujer ha determinado drásticamente su lugar en la sociedad, ella se ha ocupado de generar la vida de cuidarla y socializarla mientras que el hombre, libre de estas funciones, se ha dedicado más bien a transformar el mundo. La consolidación de estas funciones ha desarrollado dos subculturas complementarias en muchos aspectos pero antagónicas en otros. El mundo del hombre no ha tenido barreras que lo hayan limitado y a podido explorar todos los caminos por los que ha querido aventurarse. La mujer sin embargo ha visto su acción circunscrita a determinados escenarios que el hombre, autoproclamándose rey del mundo, le ha destinado. Que estas subculturas han generado un registro de sensibilidades, de mecanismos, de fantasmas y de intereses distintos en cada uno de estos géneros no cabe la menor duda, pero estas diferencias no dejan de ser influencias culturales que pueden modificarse al mismo tiempo que se van alterando las condiciones de vida.
 
No podemos negar que la Masonería es una vía iniciática creada por el hombre y que por lo tanto reconoceremos en ella determinados caracteres realizados desde su impronta, pero estos no constituyen en absoluto los elementos esenciales del método Masónico y por lo tanto son susceptibles de acomodación a las nuevas situaciones que plantea la presencia de la mujer en los talleres. Si el objetivo final del trabajo iniciático consiste en un viaje que emprendemos desde nuestro YO hacia nuestro SER, en busca de nuestra autenticidad, de nuestra PIEDRA CÚBICA, esto sólo lo podemos conseguir, y un estudio atinado del método lo evidencia, si somos capaces primero de descubrir y luego superar todos, y digo bien TODOS, los apriori sobre los que se asienta nuestro YO. Si el masculinismo o el feminismo es un último velo que encubre nuestro ser de ser humano, también deberá ofrecer el método iniciático unos elementos de trabajo que nos permitan tomar conciencia de este encubrimiento. Ahora que la mujer ha sido descubierta se ha evidenciado, por contraste, el masculinismo y se ha hecho inaplazable restituir la unidad en los templos Masónicos con la presencia de todas las partes que constituyen el microcosmos
 
Pero en cualquier caso estas adaptaciones deben nacer de manera natural sin forzamientos, sin que sea el hombre que siga interpretando lo que pueda desear la mujer, ni que sea ésta la que intente imponer sus visiones procedentes de esa subcultura que esta tratando de modificar.
 
III ) VALORACIÓN CULTURAL
 

Y para concluir tendríamos que abordar la difícil y delicada tarea de comparar los valores culturales de cada civilización. Evidentemente no es algo que podamos hacer aquí. Yo solo me atrevo a apuntar que si hubiera un baremo que permitiera evaluarlas este tendría que interesarse principalmente por las posibilidades de autodeterminación y de posesión de su ser para todos sus componentes y no sólo para una mitad privilegiada.

4 comentarios

kony -

es importante para mi el saber la direccion de una logia masonica en guadajara jalisco mexico hace poco me encontraba en una siruacion muy dificil y porque el destino lo quiso conoci a una mujer que dijo ser mason le perdi la pista pero aun asi con un solo de sus comentarios me cambio la vida les agradeceria infinitamente me pudieran madar un correo en donde puedo ir
gracias
kony

Jaime Muñoz -

La hondura de reflexión, la enorme capacidad analítica de la respetada hermana, debería ser un elemento de juicio adicional para llamar a la reflexión al machismo aún prevaleciente en Masonería y abandonar ese cúmulo de absurdos con los cuales pretenden justificar la exclusión de la mujer en nuestros trabajos

michell -

Hola! Disculpen, alguien podria decirme como iniciarme en la masonería, o a quien recurrir, se los agradeceria mucho.

alba -

desearia iniciarme...aquien debo recurrir y como lo debo de hacer..osea cuales son los requisitos para que me acepten