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Pensamiento Masonico

Carta al Pueblo Masónico español regular

Josep Corominas i Busqueta
P. G. Maestro de la G. L. E.
 
Hermanos Francmasones Regulares:
 
Permitidme que os transmita unas reflexiones personales para que cada cual, libre y serenamente, pueda establecer sus conclusiones.
 
Nuestra Institución como fraternidad iniciática que es nos enseña, desde un primer momento, cuales son los principios que debemos desarrollar y practicar entre los que cabe señalar la Igualdad, la Solidaridad, la Tolerancia, la Libertad y el Amor Fraterno. Además se exige a todo aquel que desea participar de la Institución que sea libre, sin prejuicios, y de buenas costumbres para que pueda buscar la Luz de la Verdad y así ir puliendo su piedra en bruto para poder, algún día convertirse en una piedra pulimentada que junto a otras permita levantar un edificio sólido en honor del Gran Arquitecto del Universo.
 
Estos principios básicos, junto a la tradición, son los que configuran lo que denominamos regularidad masónica. Y ello está por encima de criterios humanos y de sometimientos que puedan coartar estos principios y dañar seriamente uno de los aspectos más preciados, el de la libertad.
 
Después de 25 años de trabajo en la Gran Logia de España, en los cuales se ha defendido a ultranza el mantenimiento de la regularidad y el desarrollo de la masonería española, podemos apreciar que la deriva que han ido tomando las actuales estructuras administrativas de la misma nos llevan hacia el camino de la irregularidad y de la desnaturalización de la identidad española.
 
Sistemáticamente se olvida que la Masonería la hacen los Francmasones y no las estructuras y que las Logias Simbólicas son el centro y la base del trabajo masónico. La condición básica que se exige a todo aquel que desea ser iniciado es la de que sea libre y libremente acuda a la Institución y ello significa que posea capacidad de discernimiento, sin hallarse comprometido por dogmas, prejuicios o valores profanos y que por tanto su capacidad de actuar sea total y sin cortapisas, respetando las reglas que libremente nos hemos dado y que hemos prometido o jurado cumplir.
Por ello cabe preguntarse a modo de decálogo, entre otras muchas consideraciones que podríamos hacer, si:
- ¿Es regular masónicamente hablando considerar que “el fin justifica los medios”?
- ¿Es regular y cumple con nuestros valores no aplicar los mismos criterios ante situaciones similares planteadas por diferentes Hermanos?
- ¿Es regular y fraternal considerar que entre los Hermanos hay amigos y enemigos y de acuerdo con ello aplicar el refrán de “que al amigo el favor, al enemigo el reglamento y al indiferente la ley vigente”?
- ¿Es regular no cumplir la Constitución y Reglamentos Generales de los que nos hemos dotado con la finalidad de mantener el control de la Institución?
- ¿Es regular no cumplir lo prometido de acatar las leyes del país en que trabajamos, con el subterfugio de que la Masonería es algo diferente, propio y muy antiguo?
- ¿Es regular transferir la administración interna, con los datos de los Hermanos, a organizaciones profanas?
- ¿Es regular intentar inmiscuirse en los asuntos internos de otras Obediencias masónicas regulares?
- ¿Es regular y responde a nuestros principios no ajustarnos a la verdad y actuar, en cada circunstancia, como más nos convenga?
- ¿Es regular y responde a nuestra tradición querer ostentar el control de todas las Instituciones masónicas existente en nuestro país, indicando que únicamente es la Gran Logia de España la que puede mantener relaciones con organizaciones sociales?
- ¿Es regular amenazar a Hermanos y prohibirles que hagan uso de su libertad para manifestar sus opiniones discrepantes?
 
Ante estos interrogantes mi respuesta es que el camino emprendido va a llevarnos a una irregularidad de hecho ya que la evolución hacia este camino se ha ido acelerando paulatinamente. Mi posición personal, ante el giro que han tomado las cosas y mi análisis de que resulta imposible conseguir una modificación de este rumbo desde el interior, llegué a la conclusión, con harto pesar, de que no podía continuar, ya que de hacerlo tendría que conculcar mis principios y juramentos y de acuerdo con lo que nos señala el Volumen de la Ley Sagrada era mejor “dejar que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8, 22) y seguir el camino de lo que considero regular.
De ahí que con fecha 9 de febrero de 2007 presenté mi baja como miembro de la Gran Logia de España, después de más de 25 años ininterrumpidos de estar en la misma, pero no renuncio a mi condición de Francmasón y espero y deseo que otros Hermanos así me consideren.
Recibid Queridos Hermanos un ósculo de paz y un T. A. F. y hasta pronto
Colaboracion: Carlos Laredo

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