Regularidad, Reconocimiento y Pertenencia
Dario Gomez Tafur MM:.
Regla
La regularidad viene de regla, la regla es un instrumento de medida no un papel
La regla, los principios, los antiguos usos y costumbres son la regla, un masón es regular cuando sus actos se miden de acuerdo a la regla, su comportamiento es acorde a lo que la masonería pretende de sus integrantes.
Pedigrí
Cuando se le pregunta a un h:. si es masón, la respuesta común es: mis hh:. me reconocen como tal, no creo que alguien se atreva a decir "tengo papeles que acreditan de hace tiempo y en línea directa mi condición masónica"; esto tal vez es lo común en un criador de perros para garantizar que sus cachorros vienen de un gran campeón y poder obtener un mejor precio en la venta; pero no creo yo que sea pertinente para acreditar la condición de masón.
Surgen las preguntas:
¿Cual es mi ejemplo y como me reconocen mis hh:.?
¿Necesito colgarme las medallas de mis ancestros y mostrar mi pedigrí?
¿Pueden los que me conocen pensar bien de la masonería?
Una organización de igual forma es regular cuando sus actos son acordes con la regla; podemos decir que una organización masónica llámese como se llame, obediencia, confederación, asociación, etc. Es regular cuando reina la fraternidad, cuando no hay componendas por el poder, cuando los hh:. que ganan o pierden una elección, saben aceptar su responsabilidad en el éxito de la organización sea cual fuere su papel. Cuando no hay chismes ni zancadillas a los buenos propósitos de los otros hh:.
Así las cosas, hay que pensar primero en nuestra propia regularidad, y luego en lo que hacemos por nuestra muy querida institución, ¿podemos decir que nuestra gran logia es regular, o simplemente nos reunimos a adornarnos con mandiles y a recibir títulos rimbombantes para alimentar nuestro ego?
Iniciación
La Iniciación así, con mayúscula, es mucho mas que una simple ceremonia de recepción, ahí puede empezar o ahí mismo terminar el proceso iniciatico según quien la recibe. La recepción como aprendiz es una puerta que se abre a un inmenso mundo de conocimiento para todo aquel que desee morir a su profanidad, entrar y descubrir y avanzar, caminar hacia adentro como lo dice la propia etimología de la palabra "Initiare" y lo recuerda la consigna del VITRIOL. Para el que nada quiere, ni nada espera, la recepción al primer grado es una puerta que se abre a un espacio vacío; esa persona no ve, ni oye, ni siente nada, la iniciación masónica no puede darle nada ni nada puede extraerle, y en su reflexión o su inconciencia, decide que hacer con su propia luz.
Algunos deciden ostentar muchos mandiles, bandas, joyas, cargos y títulos masónicos, pero se siguen manteniendo en la profanidad, nunca atraviesan la puerta primera, o si lo hacen se mantienen con la venda puesta toda su vida y por eso no ven nada de lo que hay adentro.
Hay otros que hablan con precisión milimétrica de los principios y los fines masónicos, pero en lo personal son y seguirán siendo como el más imperfecto de los profanos o peor aun porque ahora se ostentan como lo que no son.
Otros mas, piensan que la iniciación se adquiere leyendo muchos libros de masonería, sin darse cuenta que instrucción e iniciación con cosas muy distintas entre si.
Alguno de ellos es "Regular" o al menos podríamos considerarlo "masón"; o simplemente profanos con mandiles, cartas de reconocimientos y grados, o es lo mismo?
No faltan, por otra parte, masones de la opinión de que la Masonería es una vivencia y que no es necesario el reconocimiento de ninguna de las grandes corrientes para ser masón “regular”.
Reconocimiento e identidad
"La realidad humana sólo puede ser social; es necesario, por lo menos, ser dos para ser humano" (Hegel)
La necesidad de reconocimiento social. Llamada también de posición social o aprobación. Es el deseo evidentemente universal de sentir de lo que somos y lo que hacemos es visto favorable por otros.
Los niños, desde muy pequeños empiezan a sentir una gran preocupación por lo que hacen. Quieren realizar las cosas de la mejor forma posible y sentirse orgullosos. Les gusta agradar a otras personas y que éstas tengan un concepto positivo de ellos. El niño tiene la necesidad de ser aceptado, por lo que su conducta suele ser la adecuada. Quiere que se aprecie su bondad y que se reconozcan sus actos.
Hegel plantea que la "identidad" existe sólo en relación con el "otro". Yo solo "soy" si soy reconocido por el otro y reconozco al otro. Es por eso que las relaciones humanas implican una lucha por el reconocimiento. No me puedo reconocer a mi mismo si no reconozco al otro y a su vez es ese reconocimiento que el otro tiene de mi lo que me permite existir.
No puedo tomar conciencia de lo que soy si no es por intermedio de lo que el otro me devuelve de mí. Es a través del reconocimiento del otro como sujeto, que yo puedo reconocerme como sujeto.
Suele confundirse el concepto de regularidad con el de reconocimiento entre organizaciones masónicas. Así, existe una idea extendida entre profanos y masones desinformados, quienes creen que la regularidad se establece a partir de la existencia o no de relaciones con determinadas Obediencias, dando así lugar a una interpretación cerrada y patrimonialista de la regularidad masónica que algunas organizaciones pretenden administrar según sus propios criterios particulares.
Lo cierto es que todas las organizaciones masónicas, son libres para establecer o no acuerdos de reconocimiento entre ellas. Puesto que la masonería es dinámica y las organizaciones soberanas, los principios para las relaciones entre las mismas no pueden de ninguna manera ceñirse a los criterios unilateralmente impuestos por ninguna de ellas.
Fraternidad y Conflicto
El primer acto guerrero fue, según lo que llamamos Historia Sagrada, la de la Biblia, el asesinato de Abel por su hermano Caín. Fue una muerte fraternal, entre hermanos; el primer acto de fraternidad. Y dice el Génesis que fue Caín, el fratricida, el que primero edificó una ciudad, a la que llamó con el nombre de su hijo. Y en aquella ciudad, "polis", debió empezar la vida civil, política, la civilidad y la civilización.
Muy contrario a esto el significado de la palabra "fraternidad" encierra "unión y buena correspondencia; amor y cariño reinante entre hermanos". Es fraterno, aquel que auxilia a otro en el infortunio, le ayuda en sus obras virtuosas, le guarda inviolables sus secretos y le defiende su reputación. La fraternidad es lealtad en la ausencia y solidaridad sin necesidad de presencia.
La fraternidad constituyó la auténtica prédica de Jesús, como fue, también, el profundo contenido de las enseñanzas de Krishna. Por eso, muchos aprendieron a repetir las palabras del Nazareno; pero pocos, muy pocos, han podido comprenderlas.
A veces nos pasa como a la paloma que piensa qué bien volaría sin la resistencia del aire, ignorando que gracias a esa resistencia puede volar porque de otra manera se caería. El árbol en el medio del bosque puede pensar cuán erguido crecería si no le molestaran los otros árboles, ignorando que gracias a la interacción con los otros su tronco sube y sube para poder "respirar" mejor, para tener la luz del sol y realizar su función clorofílica.
Ciertamente nos estorbamos unos seres humanos a otros. Muchas veces queremos estar solos, con los otros entramos en conflictos, chocamos. Sin embargo, al mismo tiempo, nos necesitamos. Kant decía que los seres humanos nos caracterizamos por una "insociable sociabilidad"
Los seres humanos nos necesitamos y nos estorbamos. En nuestras relaciones entramos en conflicto, chocamos. Conflicto, etimológicamente, alude a "chocar", aunque también a luchar o batirse.
Si el sentimiento de fraternidad no fuera parte de nuestra vida masónica, no seríamos capaces de repudiar el egoísmo, de hacer a un lado la vileza y de rechazar la ingratitud. En ausencia de fraternidad, nos dominará la ambición que nos enfrenta como fieras y nos despedazará. Pero la vida sin conflictos supondría una sociedad de robots, cuyos miembros habrían eliminado la diversidad y singularidad que nos distingue como humanos.
Parece, pues, que podemos vislumbrar una significación positiva del conflicto. El conflicto como un indicador de la interdependencia de las relaciones humana puede ser positivo, incluso creativo. Además se nos muestra inherente a las relaciones humanas. Las relaciones humanas son intrínsecamente conflictivas: los seres humanos chocamos, topamos unos con otros. De ese choque puede surgir la anulación de las otras y los otros o la transformación creadora entre las propias tensiones de los conflictos.
Las personas piensan que se ha atentado contra su dignidad cuando se les ha faltado al respeto. "Respeto" etimológicamente tiene que ver con spectare con mirar, considerar. Por eso podemos faltar al respeto, o podemos ser desconsiderados. Según Kant la falta de respeto es la desposesión de derechos y exclusión de una comunidad. Aquí una de las partes se siente excluida, no sólo no tienen confianza en ella misma, sino que pierden el respecto a sí mismas al considerase excluida. Es así como se crea un argot en el que los que se consideran "regulares" son los que son como ellos y no como los "otros" y por eso "disfrutan" de los derechos formales con pretensión de reconocimiento universal.
El tema de la regularidad ha sido el intento de una de las partes para anular a los otros, pero la efectividad de esta arma solo depende de que los otros entiendan que el termino “irregular” es irrespetuoso y les concedan a los otros el derecho de rotularlos.
Si un miembro muy querido de tu familia nos recrimina; seguramente nos sentiríamos mal; pero si un loco en la calle nos grita insultos, solo otro loco igual se daría por aludido. ¿De quien es el complejo contra el cual luchamos, de los regulares o de los irregulares?
Enojo
Nuestras experiencias personales como niños y adolescentes y nuestras interpretaciones de ellas pueden ser una de las razones por las cuales podemos estar enojados. Los modelos que hemos tenido o nuestra interpretación de lo que no se nos ha dado pueden estar vinculados a nuestro enojo. Grande de la cantidad de gente que crece con enojo por no tener a sus padres disponibles para ofrecerles apoyo emocional. Otros han sido víctimas de abuso físico, emocional y/o sexual. Estas experiencias pueden haber producido heridas que no han sido sanadas. Ese enojo acumulado por años como resultado de experiencias de humillación y rechazo puede ser que se convierta en una bomba de tiempo lista para estallar en cualquier momento.
Hay diferentes formas de expresar el enojo. Algunos lo padecen en forma pasiva, sin poder expresarlo. Como resultado ese enojo se interioriza y se puede convertir en depresión, úlceras, u otros problemas físicos. Otras veces se expresa en forma violenta, y la gente que está alrededor de la persona violenta puede tenerle miedo, y hasta puede alejarse. La llave de la cuestión no es no enojarse pero expresarse efectivamente.
Los pensamientos positivos pueden ayudarnos mucho a manejar nuestro enojo. Si pensamos que alguien se está burlando de nosotros, o actuando con desprecio hacia nosotros, o tomando ventaja podemos responder diferente que si pensamos que lo que la persona está haciendo no tiene nada que ver ni con nosotros ni con lo que piensa de nosotros. El resultado es que nuestros pensamientos nos enojan y nuestro comportamiento lo refleja.
Algunos hermanos se sienten tan ofendidos y se rasgan las vestiduras por no ser reconocidos como regulares, con la callada y tal vez ignorada certeza de que estando en la otra orilla serian ellos los primeros en salir a defender sus banderas de regularidad. Quiso el destino que quedaran del “otro” lado pero han sido ciegos y no han podido obtener ninguna enseñanza con esto; solo el enojo por no estar del lado “correcto”.
Pertenencia
El reconocido psicólogo Abraham Maslow, cuando describió sus ideas sobre las necesidades que tiene todo ser humano incluyó LA NECESIDAD DE PERTENENCIA.
Erich Fromm lo define de la siguiente manera: "Hay, sin embargo, otro elemento que hace de la "pertenencia" (need to belong) una necesidad tan compulsiva: el hecho de la autoconciencia subjetiva, de la facultad mental por cuyo medio el hombre tiene la conciencia de sí mismo como de una entidad individual, distinta de la naturaleza exterior y de las otras personas. Aunque el grado de auto- conciencia varía [...] su existencia le plantea al hombre un problema que es esencialmente humano: al tener conciencia de sí mismo como de algo distinto a la naturaleza y a los demás individuos, al tener conciencia -aun oscuramente- de la muerte, la enfermedad y la vejez, el individuo debe sentir necesariamente su insignificancia y pequeñez en comparación con el universo y con todos los demás que no sean "él". A menos que pertenezca a algo, a menos que su vida posea algún significado y dirección, se sentirá como una partícula de polvo y se verá aplastado por la insignificancia de su individualidad. No será capaz de relacionarse con algún sistema que proporcione significado y dirección a su vida, estará henchido de duda, y ésta, con el tiempo, llegará a paralizar su capacidad de obrar, es decir, su vida"
"Todas la personas necesitamos sentirnos parte de algo es decir un núcleo que nos aporte identidad. Pero este debe ser la familia; cualquier otro grupo será un pésimo sustituto para llenar este vacío; podría ser un excelente complemento, pero nunca podrá reemplazarla. "
Hagamos un pequeño símil ; Las Pandillas Juveniles, por ejemplo existen porque ofrecen un sentido de pertenencia y de identidad a los jóvenes, y permite el afecto y la comunicación entre ellos. La masonería ofrece un grupo social de propósitos alturistas que ofrece las mismas compensaciones; y es aquí cuando podemos entender que un ataque a nuestra pandilla calificándola de cualquier forma que consideremos denigrante o peyorativa nos ofende al punto de salir a blandir las armas contra el agresor.
El termino “irregular” o cualquier término segregacionista tiende a privar al individuo de esa pertenencia tan anhelada. Y es por ello que si esta necesidad no esta siendo adecuadamente manejada en otros aspectos de la vida; esto causara un gran impacto.
Autoestima
Las necesidades humanas actúan como fuerza que motivan al ser humano a la acción. Efectivamente, Maslow nos habla de carencias, a las que llama necesidades fisiológicas o necesidades primarias y de desarrollo, a las que llama necesidades psicosociales o secundarias, distribuidos jerárquicamente en una escala de cinco grupos de necesidades (fisiológicas, seguridad, pertenencia, reconocimiento, autorrealización).
Según él, toda persona es motivada primero por las necesidades fisiológicas y no será posible escalar a los niveles superiores de la jerarquía si antes no han sido satisfechas las necesidades inmediatas inferiores, excepto la autorrealización que se mantiene latente en todo momento.
Tomando en cuenta que no existe conducta humana sin causas que la motiven (Loli, 1992), todas las necesidades son evaluadas por la persona de acuerdo a los grados de autoestima alcanzados y los valores aprehendidos que reprimirán o le darán fuerza a la acción. Así, la autoestima y los valores aparecen como instancias de regulación de las actitudes y el comportamiento de los individuales respecto a las necesidades que motivan la conducta.
Sin duda que la función más relevante de la autoestima y los valores es consigo mismo. Una persona bajo carencia de necesidades fisiológicas y de todas aquellas necesidades que dependen del mundo externo (seguridad, pertenencia, reconocimiento), tiene serias dificultades para adaptarse al medio. Sus temores a no conseguir trabajo, a no ser aprobada, ni aceptada por la sociedad, a no ser amada por los demás, etc., desembocan en frustración y por tanto en hostilidad y agresividad. Situación totalmente distinta se aprecia en casos de personas que se autorrealizan, ellas son más autónomas, independientes del mundo externo; su confianza en sí misma le permite tener el mundo bajo su control, porque todo está dentro de sí, está en sus manos la conducción de su vida.
Su inteligencia, su creatividad y todas sus facultades son potencialidades que se desarrollan y crecen. Los proyectos de vida, los objetivos y las metas que los jóvenes, y toda persona, se traza son motivaciones a largo plazo y pertenece a aquellas con ambiciones de ser al siguiente día una persona mejor que el día anterior.
En este ejercicio inalcanzable de la autorrealización se descubren talentos y habilidades insospechados, permitiendo el crecimiento de la autoestima que impulsará a cambios positivos. La imagen que tenga de sí mismo, y el autorrespeto son precisamente una forma de entender las propias necesidades y valores. Sólo así, será posible dominar y manejar los sentimientos humanos, sin causarse daño físico ni moral y, por el contrario, sentirse orgulloso de sí mismo. Elkins (en Rodríguez, s/f) decía: "La autoestima es un silencioso respeto por uno mismo".
Desde luego la función básica de la autoestima es conocerse permanentemente a sí misma, tener un concepto claro de sí mismo, ser capaz de auto valorarse y de construir su propia escala de valores -saber distinguir las cosas buenas de las que no lo son, es una manera de construir esa escala aceptarse tal como es y brindarse el respeto que se merece como ser humano.
La autoestima y los valores son indudablemente las bases de una buena relación interpersonal. Reconocer los propios derechos y obligaciones es respetarse así mismo y una buena manera de identificar las necesidades de los demás para vivir en armonía dentro de una sociedad. M. Rodríguez cuando habla de la autoestima logra proyectarse hacia los demás de la siguiente manera: "... Sólo en la medida de este autorrespeto se atenderán las necesidades y valores de los demás; no se hará daño, no se juzgará ni culpará. Si valorará gracias a las propias necesidades y valores, se entenderá que así como uno tiene los suyos y los necesita, así el otro tiene los suyos y los necesita".
No me puedes dar algo que es mió
Kofi Annan, secretario general de la ONU, iniciaba un artículo, publicado con ocasión del 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos con las palabras que, hace cerca de un siglo, le dirigió un esclavo de nacimiento a un bienintencionado antropólogo: "Sé que su intención es buena. Pero ya tengo lo que usted me quiere dar... Me quiere dar el derecho a ser hombre. Ese derecho lo adquirí al nacer. Usted, si es más fuerte, me puede impedir vivirlo, pero jamás me podrá dar algo que me pertenece".
Pues bien, de manera parecida considero que la necesidad de un reconocimiento de alguna potencia, llámese como se llame para otorgarme mi derecho a sentirme masón; realmente viene sobrando.
No procede esa actitud desdeñosa porque no hay la tal jerarquía. No hay jerarquía sino igualdad, en concreto una igualdad en la dignidad -esa dignidad que habían empezado a teorizar, a tientas, autores como Manetti, Gelli, Pico de la Mirandola o Luís Vives en los albores de la Modernidad-.
Quiero dejar en este articulo una reflexión, sobre otras formas mas viciosas de segregación; tiene que ver con el reconocimiento de los demás como seres sociales, encontramos entonces que no ya no se usa la palabra "Irregulares"; se usan otras con mas fuerza : "Negros", "Musulmanes", “Ateos”, "Latinos", "Tercer Mundistas", etc. Basados en el paradigma de que la palabra "Hombre" se define con la triada "blanco-varón-cristiano".
La humanidad llegó a un punto crítico que exige cambios de actitudes, tanto de las personas como de las instituciones, respecto a las relaciones con los demás. El efecto pernicioso de nuestras actitudes egoístas alcanzará a todos, tarde o temprano, porque, como cuando un avión se precipita, ningún pasajero está exento del riesgo de perecer, sea de clase económica, ejecutiva o primera.
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VIRGINIA -
kyria -