El Día del Hombre
Guadalupe Loaeza
Hace muchos años, justo un 8 de marzo, mi hijo de en medio me preguntó cuando tenía 10 años: "Dices que hoy es Día de la Mujer, y ¿cuándo es el día del hombre?" Le dije que no existía, porque, ellos ciertamente no lo necesitaban. Sin embargo -continué diciéndole- las mujeres hemos estado durante muchos siglos en la sombra sin haber tenido la oportunidad de ser protagonistas de la historia. "Pues, pobrecitas de ustedes que necesitan de un día para ser reconocidas...", comentó encogiéndose de hombros para después desaparecer. Confieso que sus dos comentarios me dejaron muy pensativa. Respecto al primero, me pregunté si en realidad sería más justo que existiera igualmente un Día del Hombre. Y en relación al segundo, lamenté que no fuera un poco más solidario con las mujeres que tanto trabajo nos había costado conquistar un día del año en el que se nos reconociera con todos nuestros derechos.
¿Quién me iba decir que, andando el tiempo, terminaría dándole la razón a mi hijo? Nunca como ahora pienso que sería más que oportuno que se inaugurara un Día del Hombre. Actualmente son ellos, los varones, los que necesitan un día para ser reconocidos, para ser escuchados, pero sobre todo, para evaluar en qué estado se encuentra la "nueva masculinidad" surgida de los cambios producidos en la sociedad actual.
Es evidente que en los últimos tiempos los varones han sentido un gran cambio. Hoy por hoy tienen que recurrir a una nueva sensibilidad o una forma de ser distinta para relacionarse con la mujer; la mujer empoderada, la mujer realizada y la mujer liberada. Ésa que se ufana de su autonomía y de sus realizaciones personales. Ésa que gana mucho más que él y que en muchos casos ha podido conservar su chamba a diferencia de su pareja, que tal vez se encuentre desempleada. He aquí uno de los tantos temas de los que se ocupa el libro de la periodista española Joana Bonet, cuyo título lo dice todo: Hombres, material sensible (Editorial Plaza & Janés).
En tanto lo leía, por momentos sentía una gran compasión por esos hombres que se sienten totalmente desplazados y que no saben qué rumbo tomar para recuperar el lugar que les dijeron que siempre iban a tener. Para escribir el libro, la autora se basó en diversas entrevistas muy personales a figuras como la periodista y feminista francesa Francois Giroud o al diseñador Giorgio Armani. Igualmente entrevista a Rodríguez Zapatero, a Joaquín Sabina y a José Antonio Marina.
Para reflejar algunos de estos testimonios me permito transcribir uno de ellos que creo ejemplifica perfectamente el estado anímico en que se encuentran actualmente muchos varones que no se hallan. El primero es un estudio de Shere Hite que se publicó en El País Semanal (14 de enero del 2001): "Según mis estudios, muchos hombres están llevando a cabo una discreta revolución dentro de sí mismos, poniendo en tela de juicio las creencias en las que les educaron y modificando su sistema de valores: se replantean la importancia del trabajo y la vida privada, se preguntan cómo debe distribuirse el tiempo, cómo hay que estructurar el trabajo, en qué consiste el amor... Aunque la mayoría cree en la igualdad femenina, al mismo tiempo les preocupa que en un mundo feliz gobernado por mujeres no quede sitio para ellos. Entre tantas presiones muchos se sienten inclinados a revelarse y gritar: '¡al diablo, no logro hacer nada bien, voy a actuar como el macho malvado e inconformista que en el fondo soy...' Como una especie de exorcismo ante la demonización que ha sufrido lo masculino las últimas décadas".
Hoy, no quiero hablar de los derechos de la mujer. Habrá sin duda muchas colegas que lo harán con más experiencia y más conocimiento que yo. Hoy, Día de la Mujer, quiero hablar del hombre sensible, no del vulgar macho, del patrón de la casa, del manipulador ni del violento, ni del borracho, ni de ninguno de esos varones irresponsables. Hoy quiero referirme al hombre que ha cambiado y que acepta y está contento con los cambios de la mujer. Quiero ocuparme del varón que coopera, que no se asusta del éxito de su mujer, que las prefiere trabajadoras que abnegadas y que es un buen padre. Siento, sin embargo, que este hombre es el que está más confuso; se siente rebasado, se siente amenazado por una omnipresente inseguridad sexual, por el desafío a su papel de proveedor, pero especialmente, por la inseguridad acerca de su masculinidad. Se encuentra entre el macho y el metrosexual; entre el que contiene sus sentimientos y el que es capaz de llorar y entre el que manda y el que obedece. Es decir entre el macho y el mandilón. Ése es el hombre que hay que rescatar, comprender y con el que hay que solidarizarse.
Por otro lado, me pregunto por qué mientras que el hombre puede ser culpado por desamor, que resulta un concepto bastante vago, la mujer no puede ser culpada de lo mismo, se supone con el mismo criterio, que se ha atribuido al hombre que es lo suficientemente fuerte y resistente emocionalmente como para no ser tocado por el mismo motivo. Si la mujer no puede ni debe ser forzada a tener relaciones, lo cual parece absolutamente justo, ¿qué le sucede al hombre que no siente deseos de hacer el amor y que se ve presionado por la mujer? ¿Es eso desamor o qué es? ¿Algún día se legislarán leyes a su favor? ¿Cuáles son ahora sus derechos como padre divorciado, como viudo o como abuelo?
Por último quiero mencionar a los anuncios que se refieren a la violencia intrafamiliar en la que se atribuyen todos los casos al hombre sin tomar en cuenta que existe un buen número de situaciones en las que puede determinarse que es precisamente la mujer la que es violenta de muchas maneras, tal vez no física, pero sí moralmente. Veamos algunos ejemplos: la mujer que se dirige al hombre despreciándolo o burlándose de su escasez de atributos masculinos... aquella que le reprocha que no gana suficiente, aquella que le habla constantemente golpeado, que lo disminuye ya sea frente a los hijos o a los amigos. O aquella que lo recibe siempre enojada, desalineada y con una perenne apariencia de fatiga. Escuchemos sus constantes quejas: "Me duele mucho la cabeza". "Lo que me das no me alcanza para nada". "Cada día estás más panzón y calvo". "Ya no siento nada contigo", etcétera, etcétera, etcétera.
Por todo lo anterior pienso que sí debe de existir un Día del Hombre, que bien podría tener nombres como Un Día del Compañero. O bien, Un Día del Hombre Sensible. O Un Día para el Hombre Rebasado. Un Día para el Hombre Nuevo. Un Día para el Hombre Comprensivo. Y por último, Un Día para el Hombre, Hombre...
7 comentarios
Carlos -
TATIANA -
martha -
nancy castilla -
VANEAN -
Fernando Pineda -
Laura LLamosa -
No hay posible dia feliz con esta noticia y otras que no se comunican, serían como las flores tapando el cadaver.
Cada cual creo yo en vez de definir un dia, debería definir en cada dia un espacio en la construcción de la equivalencia entre los sexos, tanto hombres como mujeres, cuando se es hija, madre, esposa,prima, tia, abuela, amiga en la construcción de conciencia masculina y lo mismo el hombre, hijo,padre ,esposo, abuelo, primo,tio,amigo en la construcción de conciencia femenina.
De esta manera la construcción en el colectivo operaría en forma distinta creo yo que esta labor si sería Masónica
TAF