YO HABLO BIEN, TU HABLAS BIEN, NOSOTROS HABLAMOS BIEN
Edgar Martínez Masdeu,
Ph. D. En Filología Hispánica de la Universidad Complutense de Madrid
Gran Maestro de la Gran Logia Mixta de Puerto Rico
Enero del 2004
¿Quién habla mejor español? ¿Tú que vives en España o yo que vivo en Hispanoamérica? ¿Quién escribe mejor español? ¿Yo que vivo en Colombia o tú que vives en Andalucía, España? ¿Quiénes se expresan correctamente? ¿Los que dicen zapato, pronunciando la z según el patrón de Castilla, o los que dicen sapato, pronunciando la z como s? ¿Quienes están en lo correcto? ¿Los que caminan por la acera, los que van por la vereda o los que prefieren ir por la banqueta?
En todas las interrogantes anteriores nos estamos planteando asuntos muy diversos de la realidad lingüística del idioma español. Cuestionamos aspectos relacionados con las modalidades oral y escrita de la lengua española: de fonética y de lexicografía. Además estamos suscitando la eterna discusión del problema de corrección lingüística. Trataremos de exponer unas ideas elementales sobre el particular que nos ayuden a comprender ésta, aparentemente, compleja disputa, que han suscitado en gran parte los maestros de gramática y los gramaticólogos, que no por los GRAMATICOS. Denominamos gramaticólogos a los que por formación escolar alardean de conocimiento minucioso o de dominio de las normas establecidas por la gramática normativa y entienden la gramática como camisa de fuerza o como verdad revelada.
1. LINGÜISTICA. La forma más sencilla o simple de definirla es decir que la LINGÜÍSTICA es el estudio científico del lenguaje. Casi todos los lingüistas coinciden en que la lingüística moderna se inicia con la publicación, en 1916, del Cours de liguistique générale (Curso de lingüística general) de Ferdinand de Saussure. Entre las aportaciones más significativas de Saussure están el concepto de signo lingüístico, el concepto de oposición entre lengua/habla, el concepto de estructura y de la lengua como sistema, el establecimiento de la oposición sincronía/diacronía, de forma/sustancia, el concepto de las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas, etc. Esta serie de postulados establecen las bases del estructuralismo lingüístico, teoría y método que considera el idioma como un sistema de interrelaciones de una serie de elementos que se rigen por unas leyes de funcionamiento. Cada elemento cobra sentido precisamente por su interdependencia con los demás.
Hoy día, estudiamos y analizamos la lengua tal como se da en la realidad. Todavía muchos desconocen la existencia de una ciencia del lenguaje. Desconocimiento que les lleva a mantenerse aferrados a la enseñanza tradicional de la gramática escolar y a la actitud normativa de ciertos sectores que todavía insisten en imponer reglas y normas a pesar de la cientificidad de los estudios lingüísticos.
Los gramáticos tradicionalistas insisten todavía en estudiar la lengua desde una perspectiva normativa y logicista que pretende imponer el “como debe ser” y no desde la perspectiva científica, descriptiva, del “cómo es”.
2. LAS GRAMATICAS. La primera gramática de una lengua vulgar fue la Gramática de la lengua castellana escrita por Elio Antonio de Nebrija publicada en 1492. Como gramática normativa trata de establecer correspondencia entre las categorías lógicas y las categorías gramaticales, relación que viene arrastrándose desde la gramática griega. La imposición de una visión lógica a un hecho lingüístico constituye una carga de rigidez a la lengua. Las lenguas no son lógicas. Todo lo contrario. ¿Cuál es la lógica de decir anduve en lugar de andé y nadé en lugar de naduve? Un niño se inicia en la adquisición y desarrollo de destrezas de la lengua en su aspecto oral. Una vez aprendido un patrón comienza a aplicarlo lógicamente y comete errores que en verdad, en verdad, pueden no ser errores. Son problemas de percepción lógica y por lo tanto de regularidad. Desde ese entonces tenemos que comenzar a entrenarlo en las irregularidades del idioma. ¿Son esas irregularidades arbitrarias? ¿De dónde proceden y cómo llegan al español? Para poder apoyar cualquier posición al respecto es necesario, en el caso nuestro (del español), poseer conocimiento del latín y también de la historia de la lengua (diacronía). Para contestar a esas preguntas no basta con decir como suelen decir algunos: “así lo establece la gramática”. Por eso todavía hay que leer y estudiar al maestro Rafael Lapesa (Historia de la lengua española).
Hoy ya no podemos hablar de la Gramática de un idioma porque son tantas las gramáticas como los enfoques, propósitos o teorías lingüísticas que existen. Por ello hablamos de gramática estructural, gramática generativa, gramática comparada, gramática histórica, gramática descriptiva, gramática funcional, gramática general, gramática especulativa, gramática transformacional, gramática tradicional y gramática normativa. El DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) en su última edición (2001) insiste en definir ésta última como: “arte de hablar y escribir correctamente una lengua”. La misma definición del DRAE no corresponde al concepto moderno de gramática. El hablar y escribir no son arte, sino dos modalidades del lenguaje: la oral y la escrita. Cuando el escribir se convierte en arte es literatura y ningún escritor (o artista de la palabra) escribe cotidianamente como escribe poesías, ensayos, narrativa o dramas. Cuando el hablar se convierte en arte se conoce como oratoria. En la oratoria se manejan una serie de recursos que no se emplean en la conversación cotidiana. Esta definición del DRAE incluye el concepto de corrección como consecuencia de una prescripción, norma, imposición o mandato que actualmente es muy cuestionado y numerosamente rechazado. Es obvia la condición docente de esta definición. Más adelante explicaremos el concepto moderno de corrección.
La gramática normativa se caracteriza frente a todas las demás, precisamente, por limitarse a impartir normas y reglas sobre usos correctos o incorrectos. Además concede mayor importancia a la lengua escrita que a la oral, sin reconocer, por lo tanto, el hecho natural y sustantivo de que la lengua hablada es anterior a la escrita y que muchos hablantes pueden hablar correctamente aunque no sepan escribir. Por último, la gramática normativa se caracteriza también por ser mínimamente sistemática. Esto es, mezcla criterios en su estudio o concepción del hecho lingüístico y muchas veces recurre a criterios semánticos (relacionados con el significado) para explicar y sostener categorías gramaticales.
Para nosotros, los hispanoamericanos, resulta muy significativo que Andrés Bello en su Gramática de la lengua castellana y Rufino José Cuervo en su Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana se anticiparon en muchos años a visiones modernas de algunas cuestiones gramaticales. Un ejemplo de ello es la crítica que hacía el venezolano a la visión semántica del verbo.
Por el contrario, la moderna gramática estructural es descriptiva, su fin es el estudio del lenguaje mismo, concediendo mayor importancia a la lengua hablada. A la gramática estructural le importa más la descripción sincrónica (normalmente la época actual) estudiando así un momento determinado de su evolución porque la diacronía (estudio histórico) no es otra cosa que una sucesión de diacronías de diferentes cortes sincrónicos. El estructuralismo se independiza de la lógica afianzándose en criterios estrictamente lingüísticos.
3. LA LENGUA COMO SISTEMA. Sabemos que la lengua es en nuestro caso un HECHO HUMANO que permite la COMUNICACION entre individuos y como consecuencia permite también la SOCIALIZACION. Por lo tanto, es un FENOMENO SOCIAL. Desde sus orígenes el ser humano necesitó comunicarse con sus semejantes y lo hizo empleando diversos medios (humo, nudos, etc.) pero el desarrollo del lenguaje se convirtió en el medio por excelencia. Con un mínimo de sonidos, debidamente articulados, logra establecer un sistema de combinaciones para expresar infinidad de ideas, de pensamientos. El lenguaje es un hecho humano y social porque es el ser humano, por necesidad social de comunicación, quien lo desarrolla o lo inventa.
Veamos un ejemplo de múltiples posibilidades con apenas unos sonidos. Con los grafemas (letras) m, __, s, a representando los fonemas (sonidos) /m/, /__/, /s/, /a/ no formamos lexemas (base léxica de la palabra, significado pleno, palabra). M S [A] como tal carece de significado. Recuérdese que en español un grupo consonántico no forma sílaba. En una comunidad lingüística en la que se practique el seseo (igualación de s y z en la pronunciación) la mera adición de los cinco fonemas vocálicos entre los dos fonemas consonánticos constituirán cinco palabras distintas. Cinco signos lingüísticos que como tal nos referirán a cinco conceptos (significados) y a cinco imágenes acústicas (significantes) y obviamente a cinco referentes distintos. Así obtendremos: masa, mesa, misa, mo[s]a, musa.
De todo lo anterior tenemos que inferir que el lenguaje es la posibilidad de comunicación mediante signos verbales y que aunque todo ser humano es poseedor del lenguaje, no todos hablan la misma lengua. Hay que distinguir que en un sistema articulado (español) no todos los que de él participan (hablantes) lo hacen de la misma manera. No hablan de igual modo un cubano, un argentino, un colombiano, un español, un puertorriqueño o un venezolano. Al hecho de hablar distintamente una lengua es lo que denominamos HABLA. El hablar en español es el fenómeno social, común, que nos permite comunicarnos a todos. Esa es la LENGUA, el código común, el fenómeno común, el patrón que todos tenemos en la mente. El HABLA es el fenómeno individual, el uso que cada uno hacemos de la LENGUA.
Ese gran sistema, articulado, está constituido por otros sistemas igualmente articulados e interdependientes. La lengua es un sistema de sistemas. Esos subsistemas o sistemas del sistema es lo que conocemos como los cuatro aspectos de la lengua: vocabulario, léxico o conjunto de significados (sistema léxico); la pronunciación y todo lo relativo a los sonidos (sistema fonológico); la categoría de las palabras y los cambios que sufren para expresar variaciones de sentido (sistema morfológico); la inter relación entre las palabras que constituyen el mensaje, el orden en que se organizan (sistema sintáctico). Actualmente es preferible hablar de sistema morfo-sintáctico (o morfológico-sintáctico) pues la separación categórica de uno y otro resulta difícil. Igualmente podemos hablar de los tres aspectos del lenguaje: sistema léxico, sistema fonológico y sistema morfo-sintáctico.
4. ELEMENTOS QUE FORMAN UNA LENGUA. El sistema morfo-sintáctico constituye el aspecto más estable y por lo tanto lo más característico de una lengua. En el discurso oral o escrito las categorías de orden (sintaxis), género y número (morfología) operan conjuntamente. Ni su orden, ni sus relaciones pueden ser arbitrarias, si no se dan esas relaciones recíprocas no harían sentido. Si escribo o digo: Al cine Pedro fue: Fue cine Pedro al; eso no hace sentido. Si digo: Pedro fueron a los cine; tampoco hace sentido. ¿Es o no es aceptable decir: Señorita, es que mucho me pegaba, o Es que me se cayó? En algunos países ese orden es de uso general. Ese orden sintáctico y las categorías gramaticales de número, género, conjugación, etc. es lo que permite que nos entendamos TODOS, los de todos los países y los de todas las regiones.
El sistema fonológico está constituido por un determinado número, obviamente limitado, de fonemas. El fonema es la imagen mental del sonido. El sonido, lo que realmente pronunciamos es la realización material del fonema. En español el sistema fonológico consta de cinco vocales y diecinueve consonantes (/p/, /b/, /t/, /d/, /k/, /g/, /ch/, /f/, /ө/, /s/, /j/, /y/, /m/, /n/, /ñ/, /l/, /ll/, /r/, /rr/) que se combinan en la cadena hablada para constituir los mensajes. Existen diferencias fonéticas entre grupos culturales y sociales y entre un individuo y otro. No pronuncia igual un niño que un adulto, ni un analfabeto y una persona culta, ni un campesino y una persona de ciudad, etc...
Hay rasgos de pronunciación como el seseo (pronunciacin de z y ce, ci, como s: sapato sita, suyo), que es común a toda Hispanoamérica y a ciertas provincias peninsulares. Sin embargo, el yeísmo (igualación fonética de la ll y la y: mayo, caballo) es de uso general sólo en algunos países y regiones. El ceceo (pronunciación de s como z: zenzibilidad) es generalmente un rasgo particular de algunos individuos. Una persona culta pronunciará diabetes mientras que una de bajo nivel cultural dirá diabetis. Es preciso señalar que la segunda forma va penetrando otros niveles en la cadena social y cultural. ¿Terminará imponiéndose? No lo sabemos. El tiempo dirá. Unos darán un gaznatón y otros un garnatón. Habrá quien distinga las diferencias y quien no distinga las diferiencias.
A pesar de esas diferencias en la pronunciación (fonéticas), el sistema fonológico del español se mantiene inalterado, intacto. Las pequeñas variaciones fonéticas no impiden, en lo absoluto, la comunicación plena.
El sistema lexicológico constituye el aspecto más externo y menos característico de una lengua. Da la casualidad que las cuestiones de vocabulario son las que más suelen preocupar a los hispanoparlantes y sobre las que algunos fundamentan sus ejercicios de autoridad lingüística. Autoridad lingüística sustentada, generalmente, en la consulta del DRAE. El vocabulario representa lo más variable y cambiante de una lengua. Constantemente se crean y entran al sistema nuevas palabras (neologismos) que no suelen figurar en los diccionarios. Los que padecen la actitud diccionarista entienden que palabra que no está en el DRAE no existe. El DRAE es lo que determina la existencia de una palabra. Esa premisa es totalmente equivocada y errónea. Una palabra que escuchamos a diario: ¿existe o no existe? ¿Cuándo entra una palabra al DRAE? Siempre después de uso prolongado, años y años, por los hablantes. Constantemente ingresan a nuestro léxico voces de otras lenguas (préstamos o adopciones lingüísticas). Antes se les denominaba barbarismos, concepto que la moderna lingüística rechaza por inapropiado y que corresponde a una actitud purista de la lengua. En el caso de la lengua PUREZA implica aislamiento. La presencia de préstamos implica contacto, convivencia, inter relaciones, comunicación. Los hablantes de las diversas lenguas (unas 3,000 en el mundo) cada vez están más cerca, la comunicación es más fácil, los contactos son asunto del diario vivir. Por lo tanto las adopciones léxicas son y serán cada vez mayores.
A la categoría de préstamos o adopciones lingüísticas pertenecen los helenismos, palabras de origen griego (poliomielitis, teatro, mito, academia, etnia, dínamo); los arabismos, de origen árabe (alcalde, algodón, azafate, espinaca, albañil, azafrán, azul); los lusitanismos, de origen portugués (bambú, chubasco, vigía, mandarín); italianismos, de origen italiano (medalla, soneto, canalla, carnaval); los germanismos, de origen alemán (vals, marco, cinc, máuser, lumpen); galicismos, de origen francés (carné, debut, cuplé, avalancha, bufet, menú); anglicismos, del inglés (lunch, sport, striptease, interviú, marketing, trust, tique, manager, stock, spray). La mayor parte de los hipanohablantes no son concientes de que gran parte de los préstamos que emplean cotidianamente son tales. Para 1964 un profesor de gramática y autor de una gramática decía: “Entre las impurezas del lenguaje están los arcaísmos, los neologismos y los extranjerismos. Pero hay muchas voces y giros... que no han sido aceptados por la Academia porque tienen su equivalente en español [debut, equiv. primera presentación; couplet, equiv. canción; interview, equiv. entrevista; manager, equiv. administrador] y su uso debe evitarse”. Treinta y siete años más tarde, en su edición del 2001, el DRAE los incorpora como parte de su acervo léxico (debut, cuplé, interviú, manager) y también marketing, spray, lumpen...., etc. Estos no debían usarse, dictaminaba el profesor de gramática. Pero se siguieron usando y el DRAE tuvo que reconocerlos, y se siguen usando y se seguirán usando. El español cuenta con unos 300 millones de hablantes. Todas las Academias, la española y las correspondientes de América y Estados Unidos, las componen 615 señores que representan mucho menos del medio por ciento (el 0.00000205 %) de los hablantes.
Según se van incorporando neologismos y préstamos en la lengua, igualmente, hay palabras que paulatinamente caen en desuso. Son los arcaísmos (agora, azas, fermosa, cuasi). Hay arcaísmos que se reviven en la lengua escrita y algunos son parte del habla campesina y de las clases sociales menos educadas.
Es imposible establecer cuantitativamente el número de palabras que existen en un idioma. NO HAY DICCIONARIO QUE PUEDA MANTENER ESE REGISTRO. Por eso, aunque algunos expresen lo contrario, cada vez se impone la necesidad de diccionarios científicos, diccionarios de uso (como el de María Moliner), diccionarios de música, de geografía, deportivos, lingüísticos, de términos literarios, de psicología, de la literatura española, de la literatura puertorriqueña, y así por el estilo. Los que hagan diccionarios en el futuro contarán con el auxilio de los estudios lexicográficos y con las investigaciones lingüísticas modernas (lexicografía, dialectología, sociolingüística, psicolingüística, lingüística estadística, lenguas en contacto, geolingüística).
¿Podremos opinar, ahora, con mayor conciencia, sobre las variaciones léxicas? ¿Rayuela o pelegrina? ¿Banano, guineo o plátano? ¿Piña o ananás? ¿Chele, chavo, centavo o céntimo? ¿Chirimoya o corazón? ¿Zapallo o calabaza? ¿Charola, bandeja o azafate? Los usos léxicos varían entre países, entre regiones de un país y entre pueblos de un mismo país.
No todo es variable o cambiante en el sistema lexicológico. Existen palabras permanentes, las que han conservado el mismo sentido por siglos (Dios, amor, árbol, mar, tierra, padre, madre, cielo). Esa permanencia asegura la unidad. Esas palabras generalmente aluden o nombran esencias y hechos fundamentales. EL SISTEMA MANTIENE SU EQUILIBRIO MEDIANTE LA CONTRAPOSICION DE DOS TENDENCIAS: PERMANENCIA Y CAMBIO. El sistema es tan equilibrado que permite la polisemia (propiedad de un signo lingüístico de comunicar diferentes significados). Las circunstancias y el contexto oral o escrito serán determinantes en la significación. Así, la palabra operación podrá comunicar la idea de estrategia militar, intervención quirúrgica, transacción bancaria, ejercicio matemático o planificación estratégica de un acto delictivo. Lexicológicamente tenemos una palabra. Semánticamente son cinco. Igualmente ocurre con parar que puede significar detenerse, no moverse, o ponerse de pie.
La tan temida y anunciada fragmentación del idioma, desde el punto de vista léxico, es una falacia y no son ni los gramáticos ni los académicos los que mantienen la unidad, es el sistema y sus hablantes. Por eso, y aceptando las variaciones léxicas, todos los hispanoparlantes nos comunicamos perfectamente, nos entendemos, en fin, mantenemos viva nuestra lengua y su efectividad.
5. MODALIDADES DE LA LENGUA. Las modalidades de realización de una lengua son la oral y la escrita. El lenguaje oral atiende un fin práctico, la comunicación inmediata, aunque a veces, simplemente, puede limitarse a una función meramente expresiva (descargar ira, sin que haya un receptor). La lengua escrita es más cuidada, más exacta, pues la comunicación que propicia carece de la inmediatez de la lengua oral. Aquí es donde entran en juego los criterios y normas gramaticales. En su modalidad escrita el mensaje queda fijado permanentemente. En la lengua escrita es casi improbable que pueda darse la función fática (aclaratoria) de la comunicación. La lengua oral evoluciona con mayor rapidez. El modo de hablar y de escribir varía en un mismo individuo. Nunca escribes como hablas. En la lengua oral las circunstancias que rodean la conversación la afectan: el tema tratado, el propósito de la conversación, el receptor. El nivel cultural, el nivel social, la profesión u oficio, el país de origen, siempre condicionan, de alguna manera, la comunicación oral o escrita. Pero, las diferencias entre lengua oral y lengua escrita y sus funciones ni afectan ni impiden la comunicación. No hay nada que imposibilite que un colombiano y un puertorriqueño, que un argentino y un cubano, que un bogotano y un barranquiteño se comuniquen. Aunque en el habla cotidiana digas mais o choclo sabes que maíz es denominación más común, más ampliamente difundida, de uso general. No importa donde estás, si oyes decir Grabiel en vez de Gabriel, trajistes en lugar de trajiste, haiga y no haya, estábanos en vez de estábamos, comprenderás perfectamente el mensaje, te percatarás del nivel cultural y del dominio de las destrezas lingüísticas del hablante y no pasará nada. Tú y la mayoría de los hablantes seguiremos rechazando las formas no aceptadas y el otro continuará hablando a su modo. La lengua ni se viola ni se corrompe. Nunca ha sido virgen.
6. VARIANTES DIALECTALES. El español, con cerca de 300 millones de hablantes es una entre más de 3,000 lenguas en el mundo. Actualmente se habla en 19 países de América, en España, Filipinas y partes de Africa y de Oriente Medio. En este sentido se constituye en koiné o lengua común de gran parte del mundo. Por eso, en los Estados Unidos de Norte América se estudia y hay gran empeño en aprender español. Los hispanohablantes en Estados Unidos se van convirtiendo en un grupo muy importante.
¿Español o castellano? Esa discusión es cosa del pasado y carece totalmente de importancia. Castellano hace referencia a la región donde históricamente se formó, y hoy día, a la variante dialectal de la región Castilla - La Mancha y Castilla - León en la Península Ibérica. Español alude a una lengua internacional, de uso extendido por el mundo, cuyo mayor núcleo de parlantes está en América. NINGUNA PERSONA MEDIANAMENTE CULTA PARTICIPARIA ACTUALMENTE EN UNA DISCUSION DE ESTA NATURALEZA. El uso de una u otra forma, español o castellano, es cuestión de preferencia individual.
El español de América es una modalidad o variación dialectal del español. Dialectológicamente podemos hablar del español de Venezuela, o del español de Puerto Rico, o del español bonaerense, o del español colombiano. La dialectología moderna estudia los dialectos o las variantes y modalidades que caracterizan a una lengua en un área particular. La palabra dialecto tiene sentido genético. Significa que procede de una lengua. En determinado momento el español fue una forma dialectal del latín. El castellano, como cualquier otra lengua romance o neolatina, fue una forma de hablar el latín, una de sus variantes. Históricamente esas modalidades evolucionaron de manera que el latín dejó de ser el modelo. Se crearon nuevos modelos, surgiendo las nuevas lenguas.
En Hispanoamérica el español contacta otras lenguas, las amerindias (guaraní, quechua, aymará, nauatl, arahuaco), aceptando sus influencias y enriqueciendo las variaciones dialectales del español americano. Muchas de ellas han hecho aportaciones significativas, sobre todo al sistema lexicológico del español (cacao, hamaca, barbacoa, huracán, canoa, tomate, cóndor, chocolate, mate).
El español se destaca por el número de hablantes, por la extensión territorial, por su aportación cultural al mundo y por su uso en la política y en el comercio. Obsérvese el interés empresarial en las posibilidades industriales y comerciales que representan las naciones hispanoparlantes de América.
Resultan muy interesantes las declaraciones de Víctor García de la Concha, Director de la Real Academia Española, sobre las lenguas en contacto, la transversalidad del español, el “spanglish” y el “portuñol” motivadas por la celebración del III Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado del 10 al 13 de noviembre del 2003 en la ciudad de Rosario en Argentina.
7. LA NORMA. Hablar de purismo o casticismo en el lenguaje es algo en lo que nadie, con un mínimo de conciencia lingüística, pensaría actualmente. El concepto de corrección es relativo. Nunca ha podido ni podrá ser absoluto. Lo que es correcto para un madrileño, no lo es, necesariamente, para un cubano. Lo que es correcto en España, no tiene por qué serlo en Hispanoamérica. Y, ojo, que hay que repetir que la mayor parte de los hispanoparlantes vivimos en América.
Para comprender la realidad lingüística hay que tener conciencia de que en la mente de todos existe una lengua ideal que nos sirve de medio de comunicación a todos (los cerca de 300 millones de hablantes). Ese patrón ideal es el español culto, la lengua común, la que sostiene la unidad del sistema, la que está por encima de todas las variaciones regionales e individuales. Existen diferencias en el uso lingüístico que corresponden, en mayor o menor grado, a la diversidad social. La lengua como sistema cultural, social, es reveladora, por lo tanto, del interés cultural, del ambiente, del nivel académico e inclusive del carácter de sus usuarios. La lengua no es uniforme. No lo es ni en el propio individuo. Un profesor no habla igual en la cátedra que en su casa. Un abogado no habla igual cuando está en sus funciones profesionales que cuando se encuentra en un bar compartiendo con sus colegas. Un médico no habla de igual modo con otro médico, que con un paciente educado, o que con uno analfabeta. Cuando ofrecemos una conferencia, ofrecemos una clase, escribimos para un periódico o redactamos textos científicos o literarios utilizamos el habla culta.
En casa, cuando hablamos con los amigos, en la conversación diaria, familiar, cotidiana, informal es lo que denominamos habla familiar. Veamos el siguiente ejemplo:
Habla culta - estar cansado o fatigado
Habla familiar - estar molido, estar hecho polvo.
Cuando al hablar nos valemos de vocablos y expresiones rechazadas por la mayoría de los hablantes se está empleando el habla vulgar.
El seseo, al cual nos hemos referido anteriormente (apartado 4) es un rasgo aceptado y practicado plenamente, por todos, en Hispanoamérica. Por lo tanto esa es la norma hispanoamericana, es la pronunciación culta. Por el contrario, si diferenciamos, al modo de los castellanos, entre ce, ci, z y s, se considera como rasgo de afectación y un tanto ridículo. La articulación linguo-interdental de la c/z resulta extraño o cursi en Hispanoamérica.
La NORMA, hoy día, no es otra cosa que el reflejo del sentir de los hablantes de una lengua. Eso es lo que tiene vigencia, lo que tiene fuerza. No hay Academia, ni Diccionario, ni Gramática, que puedan alterar eso. Decía Tomás Navarro Tomás que: “la lengua... no tiene otro destino que aquel a donde la conducen las gentes que de ella se sirven”. Hay que tener conciencia de que la LENGUA está a nuestro servicio y no nosotros al servicio de la LENGUA. Estos principios, debidamente entendidos, no permiten el “laisse faire”.
La NORMA CULTA la establecen, en cada país, los hablantes de mejor formación intelectual y sobre todo los de superior conocimiento LINGÜISTICO. Aquellos que son capaces de seleccionar las mejores formas que respondan a las necesidades expresivas, aunque no figuren en el DICCIONARIO DE LA ACADEMIA. Las palabras existen si viven en las voces de los hablantes. El Diccionario recoge las palabras después de mucho tiempo en uso. Por eso el lingüista puertorriqueño Dr. Rubén del Rosario denominó al Diccionario como “un cementerio de palabras”.
El precepto, si aceptamos alguno, debe ser: ni purismo, ni libertinaje.
Cuando salimos de nuestro medio socio-cultural debemos tener presente que debemos evitar formas, que aunque aceptadas en nuestro medio (dialectalismos cultos) no lo son en otros. Debemos favorecer la norma de ese lugar o el código común, el patrón general.
8. ACABE. Desde que las colonias hispanoamericanas se independizaron se viene sosteniendo la teoría y atemorizando a los hispanoparlantes, con la idea de una posible fragmentación de nuestro idioma español. Han transcurrido casi dos siglos desde entonces y no ha sucedido nada. La Real Academia Española con sus Correspondientes en América no son otra cosa que la transposición a la lengua del canon imperialista perdido en el ámbito de la política. La castiza Academia Española no es otra cosa que un calco de la francesa. Sólo tres o cuatro lenguas, de las más de 3,000 existentes en el mundo, tienen ACADEMIAS, DICCIONARIOS y GRAMATICAS oficiales y ni se corrompen ni fragmentan. Sobreviven como todas las lenguas, a través de la vida que le insuflan sus hablantes en el uso cotidiano y en la renovación constante.
Ph. D. En Filología Hispánica de la Universidad Complutense de Madrid
Gran Maestro de la Gran Logia Mixta de Puerto Rico
Enero del 2004
¿Quién habla mejor español? ¿Tú que vives en España o yo que vivo en Hispanoamérica? ¿Quién escribe mejor español? ¿Yo que vivo en Colombia o tú que vives en Andalucía, España? ¿Quiénes se expresan correctamente? ¿Los que dicen zapato, pronunciando la z según el patrón de Castilla, o los que dicen sapato, pronunciando la z como s? ¿Quienes están en lo correcto? ¿Los que caminan por la acera, los que van por la vereda o los que prefieren ir por la banqueta?
En todas las interrogantes anteriores nos estamos planteando asuntos muy diversos de la realidad lingüística del idioma español. Cuestionamos aspectos relacionados con las modalidades oral y escrita de la lengua española: de fonética y de lexicografía. Además estamos suscitando la eterna discusión del problema de corrección lingüística. Trataremos de exponer unas ideas elementales sobre el particular que nos ayuden a comprender ésta, aparentemente, compleja disputa, que han suscitado en gran parte los maestros de gramática y los gramaticólogos, que no por los GRAMATICOS. Denominamos gramaticólogos a los que por formación escolar alardean de conocimiento minucioso o de dominio de las normas establecidas por la gramática normativa y entienden la gramática como camisa de fuerza o como verdad revelada.
1. LINGÜISTICA. La forma más sencilla o simple de definirla es decir que la LINGÜÍSTICA es el estudio científico del lenguaje. Casi todos los lingüistas coinciden en que la lingüística moderna se inicia con la publicación, en 1916, del Cours de liguistique générale (Curso de lingüística general) de Ferdinand de Saussure. Entre las aportaciones más significativas de Saussure están el concepto de signo lingüístico, el concepto de oposición entre lengua/habla, el concepto de estructura y de la lengua como sistema, el establecimiento de la oposición sincronía/diacronía, de forma/sustancia, el concepto de las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas, etc. Esta serie de postulados establecen las bases del estructuralismo lingüístico, teoría y método que considera el idioma como un sistema de interrelaciones de una serie de elementos que se rigen por unas leyes de funcionamiento. Cada elemento cobra sentido precisamente por su interdependencia con los demás.
Hoy día, estudiamos y analizamos la lengua tal como se da en la realidad. Todavía muchos desconocen la existencia de una ciencia del lenguaje. Desconocimiento que les lleva a mantenerse aferrados a la enseñanza tradicional de la gramática escolar y a la actitud normativa de ciertos sectores que todavía insisten en imponer reglas y normas a pesar de la cientificidad de los estudios lingüísticos.
Los gramáticos tradicionalistas insisten todavía en estudiar la lengua desde una perspectiva normativa y logicista que pretende imponer el “como debe ser” y no desde la perspectiva científica, descriptiva, del “cómo es”.
2. LAS GRAMATICAS. La primera gramática de una lengua vulgar fue la Gramática de la lengua castellana escrita por Elio Antonio de Nebrija publicada en 1492. Como gramática normativa trata de establecer correspondencia entre las categorías lógicas y las categorías gramaticales, relación que viene arrastrándose desde la gramática griega. La imposición de una visión lógica a un hecho lingüístico constituye una carga de rigidez a la lengua. Las lenguas no son lógicas. Todo lo contrario. ¿Cuál es la lógica de decir anduve en lugar de andé y nadé en lugar de naduve? Un niño se inicia en la adquisición y desarrollo de destrezas de la lengua en su aspecto oral. Una vez aprendido un patrón comienza a aplicarlo lógicamente y comete errores que en verdad, en verdad, pueden no ser errores. Son problemas de percepción lógica y por lo tanto de regularidad. Desde ese entonces tenemos que comenzar a entrenarlo en las irregularidades del idioma. ¿Son esas irregularidades arbitrarias? ¿De dónde proceden y cómo llegan al español? Para poder apoyar cualquier posición al respecto es necesario, en el caso nuestro (del español), poseer conocimiento del latín y también de la historia de la lengua (diacronía). Para contestar a esas preguntas no basta con decir como suelen decir algunos: “así lo establece la gramática”. Por eso todavía hay que leer y estudiar al maestro Rafael Lapesa (Historia de la lengua española).
Hoy ya no podemos hablar de la Gramática de un idioma porque son tantas las gramáticas como los enfoques, propósitos o teorías lingüísticas que existen. Por ello hablamos de gramática estructural, gramática generativa, gramática comparada, gramática histórica, gramática descriptiva, gramática funcional, gramática general, gramática especulativa, gramática transformacional, gramática tradicional y gramática normativa. El DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) en su última edición (2001) insiste en definir ésta última como: “arte de hablar y escribir correctamente una lengua”. La misma definición del DRAE no corresponde al concepto moderno de gramática. El hablar y escribir no son arte, sino dos modalidades del lenguaje: la oral y la escrita. Cuando el escribir se convierte en arte es literatura y ningún escritor (o artista de la palabra) escribe cotidianamente como escribe poesías, ensayos, narrativa o dramas. Cuando el hablar se convierte en arte se conoce como oratoria. En la oratoria se manejan una serie de recursos que no se emplean en la conversación cotidiana. Esta definición del DRAE incluye el concepto de corrección como consecuencia de una prescripción, norma, imposición o mandato que actualmente es muy cuestionado y numerosamente rechazado. Es obvia la condición docente de esta definición. Más adelante explicaremos el concepto moderno de corrección.
La gramática normativa se caracteriza frente a todas las demás, precisamente, por limitarse a impartir normas y reglas sobre usos correctos o incorrectos. Además concede mayor importancia a la lengua escrita que a la oral, sin reconocer, por lo tanto, el hecho natural y sustantivo de que la lengua hablada es anterior a la escrita y que muchos hablantes pueden hablar correctamente aunque no sepan escribir. Por último, la gramática normativa se caracteriza también por ser mínimamente sistemática. Esto es, mezcla criterios en su estudio o concepción del hecho lingüístico y muchas veces recurre a criterios semánticos (relacionados con el significado) para explicar y sostener categorías gramaticales.
Para nosotros, los hispanoamericanos, resulta muy significativo que Andrés Bello en su Gramática de la lengua castellana y Rufino José Cuervo en su Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana se anticiparon en muchos años a visiones modernas de algunas cuestiones gramaticales. Un ejemplo de ello es la crítica que hacía el venezolano a la visión semántica del verbo.
Por el contrario, la moderna gramática estructural es descriptiva, su fin es el estudio del lenguaje mismo, concediendo mayor importancia a la lengua hablada. A la gramática estructural le importa más la descripción sincrónica (normalmente la época actual) estudiando así un momento determinado de su evolución porque la diacronía (estudio histórico) no es otra cosa que una sucesión de diacronías de diferentes cortes sincrónicos. El estructuralismo se independiza de la lógica afianzándose en criterios estrictamente lingüísticos.
3. LA LENGUA COMO SISTEMA. Sabemos que la lengua es en nuestro caso un HECHO HUMANO que permite la COMUNICACION entre individuos y como consecuencia permite también la SOCIALIZACION. Por lo tanto, es un FENOMENO SOCIAL. Desde sus orígenes el ser humano necesitó comunicarse con sus semejantes y lo hizo empleando diversos medios (humo, nudos, etc.) pero el desarrollo del lenguaje se convirtió en el medio por excelencia. Con un mínimo de sonidos, debidamente articulados, logra establecer un sistema de combinaciones para expresar infinidad de ideas, de pensamientos. El lenguaje es un hecho humano y social porque es el ser humano, por necesidad social de comunicación, quien lo desarrolla o lo inventa.
Veamos un ejemplo de múltiples posibilidades con apenas unos sonidos. Con los grafemas (letras) m, __, s, a representando los fonemas (sonidos) /m/, /__/, /s/, /a/ no formamos lexemas (base léxica de la palabra, significado pleno, palabra). M S [A] como tal carece de significado. Recuérdese que en español un grupo consonántico no forma sílaba. En una comunidad lingüística en la que se practique el seseo (igualación de s y z en la pronunciación) la mera adición de los cinco fonemas vocálicos entre los dos fonemas consonánticos constituirán cinco palabras distintas. Cinco signos lingüísticos que como tal nos referirán a cinco conceptos (significados) y a cinco imágenes acústicas (significantes) y obviamente a cinco referentes distintos. Así obtendremos: masa, mesa, misa, mo[s]a, musa.
De todo lo anterior tenemos que inferir que el lenguaje es la posibilidad de comunicación mediante signos verbales y que aunque todo ser humano es poseedor del lenguaje, no todos hablan la misma lengua. Hay que distinguir que en un sistema articulado (español) no todos los que de él participan (hablantes) lo hacen de la misma manera. No hablan de igual modo un cubano, un argentino, un colombiano, un español, un puertorriqueño o un venezolano. Al hecho de hablar distintamente una lengua es lo que denominamos HABLA. El hablar en español es el fenómeno social, común, que nos permite comunicarnos a todos. Esa es la LENGUA, el código común, el fenómeno común, el patrón que todos tenemos en la mente. El HABLA es el fenómeno individual, el uso que cada uno hacemos de la LENGUA.
Ese gran sistema, articulado, está constituido por otros sistemas igualmente articulados e interdependientes. La lengua es un sistema de sistemas. Esos subsistemas o sistemas del sistema es lo que conocemos como los cuatro aspectos de la lengua: vocabulario, léxico o conjunto de significados (sistema léxico); la pronunciación y todo lo relativo a los sonidos (sistema fonológico); la categoría de las palabras y los cambios que sufren para expresar variaciones de sentido (sistema morfológico); la inter relación entre las palabras que constituyen el mensaje, el orden en que se organizan (sistema sintáctico). Actualmente es preferible hablar de sistema morfo-sintáctico (o morfológico-sintáctico) pues la separación categórica de uno y otro resulta difícil. Igualmente podemos hablar de los tres aspectos del lenguaje: sistema léxico, sistema fonológico y sistema morfo-sintáctico.
4. ELEMENTOS QUE FORMAN UNA LENGUA. El sistema morfo-sintáctico constituye el aspecto más estable y por lo tanto lo más característico de una lengua. En el discurso oral o escrito las categorías de orden (sintaxis), género y número (morfología) operan conjuntamente. Ni su orden, ni sus relaciones pueden ser arbitrarias, si no se dan esas relaciones recíprocas no harían sentido. Si escribo o digo: Al cine Pedro fue: Fue cine Pedro al; eso no hace sentido. Si digo: Pedro fueron a los cine; tampoco hace sentido. ¿Es o no es aceptable decir: Señorita, es que mucho me pegaba, o Es que me se cayó? En algunos países ese orden es de uso general. Ese orden sintáctico y las categorías gramaticales de número, género, conjugación, etc. es lo que permite que nos entendamos TODOS, los de todos los países y los de todas las regiones.
El sistema fonológico está constituido por un determinado número, obviamente limitado, de fonemas. El fonema es la imagen mental del sonido. El sonido, lo que realmente pronunciamos es la realización material del fonema. En español el sistema fonológico consta de cinco vocales y diecinueve consonantes (/p/, /b/, /t/, /d/, /k/, /g/, /ch/, /f/, /ө/, /s/, /j/, /y/, /m/, /n/, /ñ/, /l/, /ll/, /r/, /rr/) que se combinan en la cadena hablada para constituir los mensajes. Existen diferencias fonéticas entre grupos culturales y sociales y entre un individuo y otro. No pronuncia igual un niño que un adulto, ni un analfabeto y una persona culta, ni un campesino y una persona de ciudad, etc...
Hay rasgos de pronunciación como el seseo (pronunciacin de z y ce, ci, como s: sapato sita, suyo), que es común a toda Hispanoamérica y a ciertas provincias peninsulares. Sin embargo, el yeísmo (igualación fonética de la ll y la y: mayo, caballo) es de uso general sólo en algunos países y regiones. El ceceo (pronunciación de s como z: zenzibilidad) es generalmente un rasgo particular de algunos individuos. Una persona culta pronunciará diabetes mientras que una de bajo nivel cultural dirá diabetis. Es preciso señalar que la segunda forma va penetrando otros niveles en la cadena social y cultural. ¿Terminará imponiéndose? No lo sabemos. El tiempo dirá. Unos darán un gaznatón y otros un garnatón. Habrá quien distinga las diferencias y quien no distinga las diferiencias.
A pesar de esas diferencias en la pronunciación (fonéticas), el sistema fonológico del español se mantiene inalterado, intacto. Las pequeñas variaciones fonéticas no impiden, en lo absoluto, la comunicación plena.
El sistema lexicológico constituye el aspecto más externo y menos característico de una lengua. Da la casualidad que las cuestiones de vocabulario son las que más suelen preocupar a los hispanoparlantes y sobre las que algunos fundamentan sus ejercicios de autoridad lingüística. Autoridad lingüística sustentada, generalmente, en la consulta del DRAE. El vocabulario representa lo más variable y cambiante de una lengua. Constantemente se crean y entran al sistema nuevas palabras (neologismos) que no suelen figurar en los diccionarios. Los que padecen la actitud diccionarista entienden que palabra que no está en el DRAE no existe. El DRAE es lo que determina la existencia de una palabra. Esa premisa es totalmente equivocada y errónea. Una palabra que escuchamos a diario: ¿existe o no existe? ¿Cuándo entra una palabra al DRAE? Siempre después de uso prolongado, años y años, por los hablantes. Constantemente ingresan a nuestro léxico voces de otras lenguas (préstamos o adopciones lingüísticas). Antes se les denominaba barbarismos, concepto que la moderna lingüística rechaza por inapropiado y que corresponde a una actitud purista de la lengua. En el caso de la lengua PUREZA implica aislamiento. La presencia de préstamos implica contacto, convivencia, inter relaciones, comunicación. Los hablantes de las diversas lenguas (unas 3,000 en el mundo) cada vez están más cerca, la comunicación es más fácil, los contactos son asunto del diario vivir. Por lo tanto las adopciones léxicas son y serán cada vez mayores.
A la categoría de préstamos o adopciones lingüísticas pertenecen los helenismos, palabras de origen griego (poliomielitis, teatro, mito, academia, etnia, dínamo); los arabismos, de origen árabe (alcalde, algodón, azafate, espinaca, albañil, azafrán, azul); los lusitanismos, de origen portugués (bambú, chubasco, vigía, mandarín); italianismos, de origen italiano (medalla, soneto, canalla, carnaval); los germanismos, de origen alemán (vals, marco, cinc, máuser, lumpen); galicismos, de origen francés (carné, debut, cuplé, avalancha, bufet, menú); anglicismos, del inglés (lunch, sport, striptease, interviú, marketing, trust, tique, manager, stock, spray). La mayor parte de los hipanohablantes no son concientes de que gran parte de los préstamos que emplean cotidianamente son tales. Para 1964 un profesor de gramática y autor de una gramática decía: “Entre las impurezas del lenguaje están los arcaísmos, los neologismos y los extranjerismos. Pero hay muchas voces y giros... que no han sido aceptados por la Academia porque tienen su equivalente en español [debut, equiv. primera presentación; couplet, equiv. canción; interview, equiv. entrevista; manager, equiv. administrador] y su uso debe evitarse”. Treinta y siete años más tarde, en su edición del 2001, el DRAE los incorpora como parte de su acervo léxico (debut, cuplé, interviú, manager) y también marketing, spray, lumpen...., etc. Estos no debían usarse, dictaminaba el profesor de gramática. Pero se siguieron usando y el DRAE tuvo que reconocerlos, y se siguen usando y se seguirán usando. El español cuenta con unos 300 millones de hablantes. Todas las Academias, la española y las correspondientes de América y Estados Unidos, las componen 615 señores que representan mucho menos del medio por ciento (el 0.00000205 %) de los hablantes.
Según se van incorporando neologismos y préstamos en la lengua, igualmente, hay palabras que paulatinamente caen en desuso. Son los arcaísmos (agora, azas, fermosa, cuasi). Hay arcaísmos que se reviven en la lengua escrita y algunos son parte del habla campesina y de las clases sociales menos educadas.
Es imposible establecer cuantitativamente el número de palabras que existen en un idioma. NO HAY DICCIONARIO QUE PUEDA MANTENER ESE REGISTRO. Por eso, aunque algunos expresen lo contrario, cada vez se impone la necesidad de diccionarios científicos, diccionarios de uso (como el de María Moliner), diccionarios de música, de geografía, deportivos, lingüísticos, de términos literarios, de psicología, de la literatura española, de la literatura puertorriqueña, y así por el estilo. Los que hagan diccionarios en el futuro contarán con el auxilio de los estudios lexicográficos y con las investigaciones lingüísticas modernas (lexicografía, dialectología, sociolingüística, psicolingüística, lingüística estadística, lenguas en contacto, geolingüística).
¿Podremos opinar, ahora, con mayor conciencia, sobre las variaciones léxicas? ¿Rayuela o pelegrina? ¿Banano, guineo o plátano? ¿Piña o ananás? ¿Chele, chavo, centavo o céntimo? ¿Chirimoya o corazón? ¿Zapallo o calabaza? ¿Charola, bandeja o azafate? Los usos léxicos varían entre países, entre regiones de un país y entre pueblos de un mismo país.
No todo es variable o cambiante en el sistema lexicológico. Existen palabras permanentes, las que han conservado el mismo sentido por siglos (Dios, amor, árbol, mar, tierra, padre, madre, cielo). Esa permanencia asegura la unidad. Esas palabras generalmente aluden o nombran esencias y hechos fundamentales. EL SISTEMA MANTIENE SU EQUILIBRIO MEDIANTE LA CONTRAPOSICION DE DOS TENDENCIAS: PERMANENCIA Y CAMBIO. El sistema es tan equilibrado que permite la polisemia (propiedad de un signo lingüístico de comunicar diferentes significados). Las circunstancias y el contexto oral o escrito serán determinantes en la significación. Así, la palabra operación podrá comunicar la idea de estrategia militar, intervención quirúrgica, transacción bancaria, ejercicio matemático o planificación estratégica de un acto delictivo. Lexicológicamente tenemos una palabra. Semánticamente son cinco. Igualmente ocurre con parar que puede significar detenerse, no moverse, o ponerse de pie.
La tan temida y anunciada fragmentación del idioma, desde el punto de vista léxico, es una falacia y no son ni los gramáticos ni los académicos los que mantienen la unidad, es el sistema y sus hablantes. Por eso, y aceptando las variaciones léxicas, todos los hispanoparlantes nos comunicamos perfectamente, nos entendemos, en fin, mantenemos viva nuestra lengua y su efectividad.
5. MODALIDADES DE LA LENGUA. Las modalidades de realización de una lengua son la oral y la escrita. El lenguaje oral atiende un fin práctico, la comunicación inmediata, aunque a veces, simplemente, puede limitarse a una función meramente expresiva (descargar ira, sin que haya un receptor). La lengua escrita es más cuidada, más exacta, pues la comunicación que propicia carece de la inmediatez de la lengua oral. Aquí es donde entran en juego los criterios y normas gramaticales. En su modalidad escrita el mensaje queda fijado permanentemente. En la lengua escrita es casi improbable que pueda darse la función fática (aclaratoria) de la comunicación. La lengua oral evoluciona con mayor rapidez. El modo de hablar y de escribir varía en un mismo individuo. Nunca escribes como hablas. En la lengua oral las circunstancias que rodean la conversación la afectan: el tema tratado, el propósito de la conversación, el receptor. El nivel cultural, el nivel social, la profesión u oficio, el país de origen, siempre condicionan, de alguna manera, la comunicación oral o escrita. Pero, las diferencias entre lengua oral y lengua escrita y sus funciones ni afectan ni impiden la comunicación. No hay nada que imposibilite que un colombiano y un puertorriqueño, que un argentino y un cubano, que un bogotano y un barranquiteño se comuniquen. Aunque en el habla cotidiana digas mais o choclo sabes que maíz es denominación más común, más ampliamente difundida, de uso general. No importa donde estás, si oyes decir Grabiel en vez de Gabriel, trajistes en lugar de trajiste, haiga y no haya, estábanos en vez de estábamos, comprenderás perfectamente el mensaje, te percatarás del nivel cultural y del dominio de las destrezas lingüísticas del hablante y no pasará nada. Tú y la mayoría de los hablantes seguiremos rechazando las formas no aceptadas y el otro continuará hablando a su modo. La lengua ni se viola ni se corrompe. Nunca ha sido virgen.
6. VARIANTES DIALECTALES. El español, con cerca de 300 millones de hablantes es una entre más de 3,000 lenguas en el mundo. Actualmente se habla en 19 países de América, en España, Filipinas y partes de Africa y de Oriente Medio. En este sentido se constituye en koiné o lengua común de gran parte del mundo. Por eso, en los Estados Unidos de Norte América se estudia y hay gran empeño en aprender español. Los hispanohablantes en Estados Unidos se van convirtiendo en un grupo muy importante.
¿Español o castellano? Esa discusión es cosa del pasado y carece totalmente de importancia. Castellano hace referencia a la región donde históricamente se formó, y hoy día, a la variante dialectal de la región Castilla - La Mancha y Castilla - León en la Península Ibérica. Español alude a una lengua internacional, de uso extendido por el mundo, cuyo mayor núcleo de parlantes está en América. NINGUNA PERSONA MEDIANAMENTE CULTA PARTICIPARIA ACTUALMENTE EN UNA DISCUSION DE ESTA NATURALEZA. El uso de una u otra forma, español o castellano, es cuestión de preferencia individual.
El español de América es una modalidad o variación dialectal del español. Dialectológicamente podemos hablar del español de Venezuela, o del español de Puerto Rico, o del español bonaerense, o del español colombiano. La dialectología moderna estudia los dialectos o las variantes y modalidades que caracterizan a una lengua en un área particular. La palabra dialecto tiene sentido genético. Significa que procede de una lengua. En determinado momento el español fue una forma dialectal del latín. El castellano, como cualquier otra lengua romance o neolatina, fue una forma de hablar el latín, una de sus variantes. Históricamente esas modalidades evolucionaron de manera que el latín dejó de ser el modelo. Se crearon nuevos modelos, surgiendo las nuevas lenguas.
En Hispanoamérica el español contacta otras lenguas, las amerindias (guaraní, quechua, aymará, nauatl, arahuaco), aceptando sus influencias y enriqueciendo las variaciones dialectales del español americano. Muchas de ellas han hecho aportaciones significativas, sobre todo al sistema lexicológico del español (cacao, hamaca, barbacoa, huracán, canoa, tomate, cóndor, chocolate, mate).
El español se destaca por el número de hablantes, por la extensión territorial, por su aportación cultural al mundo y por su uso en la política y en el comercio. Obsérvese el interés empresarial en las posibilidades industriales y comerciales que representan las naciones hispanoparlantes de América.
Resultan muy interesantes las declaraciones de Víctor García de la Concha, Director de la Real Academia Española, sobre las lenguas en contacto, la transversalidad del español, el “spanglish” y el “portuñol” motivadas por la celebración del III Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado del 10 al 13 de noviembre del 2003 en la ciudad de Rosario en Argentina.
7. LA NORMA. Hablar de purismo o casticismo en el lenguaje es algo en lo que nadie, con un mínimo de conciencia lingüística, pensaría actualmente. El concepto de corrección es relativo. Nunca ha podido ni podrá ser absoluto. Lo que es correcto para un madrileño, no lo es, necesariamente, para un cubano. Lo que es correcto en España, no tiene por qué serlo en Hispanoamérica. Y, ojo, que hay que repetir que la mayor parte de los hispanoparlantes vivimos en América.
Para comprender la realidad lingüística hay que tener conciencia de que en la mente de todos existe una lengua ideal que nos sirve de medio de comunicación a todos (los cerca de 300 millones de hablantes). Ese patrón ideal es el español culto, la lengua común, la que sostiene la unidad del sistema, la que está por encima de todas las variaciones regionales e individuales. Existen diferencias en el uso lingüístico que corresponden, en mayor o menor grado, a la diversidad social. La lengua como sistema cultural, social, es reveladora, por lo tanto, del interés cultural, del ambiente, del nivel académico e inclusive del carácter de sus usuarios. La lengua no es uniforme. No lo es ni en el propio individuo. Un profesor no habla igual en la cátedra que en su casa. Un abogado no habla igual cuando está en sus funciones profesionales que cuando se encuentra en un bar compartiendo con sus colegas. Un médico no habla de igual modo con otro médico, que con un paciente educado, o que con uno analfabeta. Cuando ofrecemos una conferencia, ofrecemos una clase, escribimos para un periódico o redactamos textos científicos o literarios utilizamos el habla culta.
En casa, cuando hablamos con los amigos, en la conversación diaria, familiar, cotidiana, informal es lo que denominamos habla familiar. Veamos el siguiente ejemplo:
Habla culta - estar cansado o fatigado
Habla familiar - estar molido, estar hecho polvo.
Cuando al hablar nos valemos de vocablos y expresiones rechazadas por la mayoría de los hablantes se está empleando el habla vulgar.
El seseo, al cual nos hemos referido anteriormente (apartado 4) es un rasgo aceptado y practicado plenamente, por todos, en Hispanoamérica. Por lo tanto esa es la norma hispanoamericana, es la pronunciación culta. Por el contrario, si diferenciamos, al modo de los castellanos, entre ce, ci, z y s, se considera como rasgo de afectación y un tanto ridículo. La articulación linguo-interdental de la c/z resulta extraño o cursi en Hispanoamérica.
La NORMA, hoy día, no es otra cosa que el reflejo del sentir de los hablantes de una lengua. Eso es lo que tiene vigencia, lo que tiene fuerza. No hay Academia, ni Diccionario, ni Gramática, que puedan alterar eso. Decía Tomás Navarro Tomás que: “la lengua... no tiene otro destino que aquel a donde la conducen las gentes que de ella se sirven”. Hay que tener conciencia de que la LENGUA está a nuestro servicio y no nosotros al servicio de la LENGUA. Estos principios, debidamente entendidos, no permiten el “laisse faire”.
La NORMA CULTA la establecen, en cada país, los hablantes de mejor formación intelectual y sobre todo los de superior conocimiento LINGÜISTICO. Aquellos que son capaces de seleccionar las mejores formas que respondan a las necesidades expresivas, aunque no figuren en el DICCIONARIO DE LA ACADEMIA. Las palabras existen si viven en las voces de los hablantes. El Diccionario recoge las palabras después de mucho tiempo en uso. Por eso el lingüista puertorriqueño Dr. Rubén del Rosario denominó al Diccionario como “un cementerio de palabras”.
El precepto, si aceptamos alguno, debe ser: ni purismo, ni libertinaje.
Cuando salimos de nuestro medio socio-cultural debemos tener presente que debemos evitar formas, que aunque aceptadas en nuestro medio (dialectalismos cultos) no lo son en otros. Debemos favorecer la norma de ese lugar o el código común, el patrón general.
8. ACABE. Desde que las colonias hispanoamericanas se independizaron se viene sosteniendo la teoría y atemorizando a los hispanoparlantes, con la idea de una posible fragmentación de nuestro idioma español. Han transcurrido casi dos siglos desde entonces y no ha sucedido nada. La Real Academia Española con sus Correspondientes en América no son otra cosa que la transposición a la lengua del canon imperialista perdido en el ámbito de la política. La castiza Academia Española no es otra cosa que un calco de la francesa. Sólo tres o cuatro lenguas, de las más de 3,000 existentes en el mundo, tienen ACADEMIAS, DICCIONARIOS y GRAMATICAS oficiales y ni se corrompen ni fragmentan. Sobreviven como todas las lenguas, a través de la vida que le insuflan sus hablantes en el uso cotidiano y en la renovación constante.
Ninguna lengua es mejor, ni más bonita, ni más elegante, ni más melódica que otra. Ningún país habla una lengua mejor que otro. Tan buen portugués es el que hablan en Portugal como el que hablan en Brasil. Tan buen inglés es el que hablan en Gran Bretaña como en Estados Unidos de Norte América. ¡Y piense que todos quieren aprender este último! Por eso actualmente en Estados Unidos de Norte América se enseña el español de América. Nosotros, los hispanoamericanos, que hablamos bien el español, tenemos el futuro del idioma español en nuestras lenguas. Tenemos que vencer el imperialismo lingüístico. Por eso tenemos que aplicar lo de “libertad bien entendida y sensatamente practicada” (Jorge L. Porras Cruz).
8 comentarios
bruce -
Rafa -
stephanie -
anabelis (venezuela) -
YOHANNA QUEVEDO -
Roselynn -
Un saludo desde Galicia.
YOHANNA -
Xesc Gautier -
Pero actualmente, y sobre todo a raíz del congreso de Zacatecas, la actitud ha cambiado hacia la democratización en cuanto a la participación en el cuidado de nuestra lengua por parte de toda la comunidad hispanohablante. Que los orígenes de la academia fueron imperialistas es innegable, porque nació en un momento en que la América hispana era parte de un imperio. Pero mantener que hoy día la RAE sigue ejerciendo esa función es, a mi modesto opinar, un despropósito (la reciente edición del Diccionario Panhispánico de Dudas es una demostración de ello).
Fraternalmente,
Xesc Gautier