ESTADO, MORAL Y CORRUPCIÓN
Elmer Olivo Jiménez A:. M:.
"Simón Bolívar, Libertador Presidente; teniendo presente:
1- Que una de las principales causas de los desastres en que se ha visto envuelta la
República ha sido la escandalosa dilapidación de sus fondos por algunos
funcionarios que han intervenido en ellos.
2-Que el único medio de extirpar radicalmente este desorden, es dictar medidas fuertes y extraordinarias, he venido a decretar y
DECRETO
ARTICULO PRIMERO: Todo funcionario público a quien se le convenciera en juicio sumario de haber malversado o tomado para si los fondos públicos $ 10.000 arriba, queda sujeto a la pena capital.
ARTICULO SEGUNDO: Los jueces a quienes según la ley competa este juicio, que en su caso no procedieren conforme a este Decreto, serán condenados a la misma pena.
ARTICULO TERCERO: Todo individuo puede acusar a los funcionarios públicos del delito que indica el Artículo Primero.
ARTICULO CUARTO: Se fijará este Decreto en todas la Oficinas de la República, y se tomarán en razón de él en todos los despachos que se libraren a los funcionarios que de cualquier modo intervengan en el manejo de los fondos públicos.
IMPRIMASE, PUBLIQUESE Y CIRCULESE
Dado en el Palacio Dictatorial de Lima, al 12 de enero de 1824, IV de la República".
SIMON BOLIVAR
"En cuanto a dinero ya he dicho a usted que ha de hacer para pagar deudas y ahora añadiré: que suprima todos los empleos que no sean necesarios, además se va a mandar un reglamento de Hacienda que dará bastante dinero, de suerte que quitando pícaros, ahorrando gastos y aumentando la renta, iremos para adelante y tendremos con que pagar todo"
SIMON BOLIVAR
Esa corruptela oficial que se describe al comienzo de la república ha sido una constante en todos los largos años de su historia, siempre funcionarios públicos cuyas funciones eran guardar, administrar y aplicar correcta y eficientemente los recursos de la nación, han actuado apropiándose o haciendo mal uso de ellos, para beneficio propio o ajeno.
Las arcas de la nación fueron convertidas, y se han manejado durante dos siglos, como una bolsa permisiva y complaciente en la que todos aquellos funcionarios en quienes se encuentran ausentes los principios morales de la honradez y la responsabilidad, metieron sus manos para sacar el mayor puñado de dinero.
La consecuencia de dos siglos de rapiña de los dineros públicos por funcionarios oficiales inescrupulosos y sus secuaces está a la vista: deficiencia y mal estado de las vías; deficiencia, insuficiencia y mal estado de los servicios públicos de salud; deficiencia, insuficiencia y mal estado de los servicios públicos de educación; deficiencia, insuficiencias y mal estado de los servicios de alumbrado, agua potable y comunicaciones; endeudamiento creciente del Estado y carga insoportable de impuestos para tapar los huecos de la corrupción; carencia de verdadero desarrollo socioeconómico y en general detrimento creciente de la calidad de vida de la población.
El congreso y demás cuerpos colegiados, la presidencia de la república, los ministerios, los mandatarios seccionales, las instituciones oficiales de salud, las instituciones oficiales de educación, la rama judicial, unos y otros departamentos, unos y otros distritos y municipios, los entes de control, todas, absolutamente todas las entidades territoriales e instituciones del Estado han sido tocadas por el virus infatigable de la apropiación y malversación de los dineros públicos.
Aspectos otros de la vida nacional en donde no necesariamente se manejan dineros oficiales, también han sido afectados por prácticas indecorosas que igualmente quebrantan las buenas costumbres: las campañas políticas (compra de votos, forzamiento a subalternos para votar por determinado candidato, promesa de puestos o prebendas, el voto cautivo ( "amorralamiento de votantes" ) , etc.
No sería desatinado afirmar que el mayor mal que aqueja la nación y es fuente de la mayor parte de sus pesares es la corrupción, a tal punto que puede incluso encontrarse en ella un generador de la "subversión", la cual algunas voces indican ser el mayor mal del país; estimo que la segunda va unida a la primera como un subproducto de ella por su incidencia en la creciente inconformidad de la población al enfrentar su miseria y desatención oficial con la opulencia de quienes muchas veces han logrado esta, precisamente por la corrupción que llevó a sus bolsillos los dineros que debieron beneficiar en obras de justicia social a todos.
Nuestra Colombia recibió la deshonra de ser calificada en 1997 como uno de los cinco países más corruptos del mundo, sin embargo toda calificación debe partir de datos conocidos: a cuanto asciendera entonces la corrupción no conocida en Colombia? Es sabido que en nuestro medio muchos actos de corrupción, muchos desfalcos al presupuesto del Estado quedan en la más completa impunidad, nunca se abre investigación sobre ellas porque las mismas garras de la corrupción se encargan de evitarlas o desviar su camino para que no lleguen a término de castigar a los culpables.
"En 2002. la Contraloría General de la República (CGR) señaló que de los 26 billones de pesos destinados a la contratación pública 2.2 billones se perdieron por cuenta de la corrupción" (Gamarra José); nótese que aquí se trata de datos oficiales. ¡A cuánto ascenderá la realidad de esa pérdida!
" Según el boletín de responsables fiscales número 41, al Estado se le deben más de 160 mil millones de pesos. En promedio, en cada departamento hay cinco mil millones de pesos que aún no se le han restituido al Estado por cuenta de detrimentos a su patrimonio." (Gamarra J.) De ellos más de 32 mil millones corresponden solamente a reporte de la Contraloría Distrital de Bogotá. Sobresale en el boletín el caso del departamento de Bolívar ya que "Al comparar el tamaño de sus desfalcos con los de Antioquia, se nota que tienen una cantidad muy similar; sin embargo, los entes territoriales de Antioquia (Gobernación y Municipios) ejecutan 3.6 veces más los recursos de Bolívar. Para mirarlo de otra forma, a pesar de ejecutar menos de la tercera parte de lo que se ejecuta en Antioquia, Bolívar presenta unos desfalcos mayores a los de este departamento." (Gamarra J.)
Por su parte el informe de la "Comisión de la Verdad", (citado por Santiago/Gómez) comisión temporal instalada por el Congreso de la República, integrado por el Fiscal General de la Nación, el Superintendente Bancario, el Contralor General de la República, el Superintendente de Valores y el Procurador General de la Nación, al analizar el fenómeno de la corrupción, integrado con la acción del narcotráfico y de los grupos paramilitares (hijas por clonación de la corrupción) y la ineficiencia del sistema judicial, concluye que en detrimento del crecimiento y desarrollo económico del país, entre los años 1989 y 1999, la corrupción generó desfalcos por 7.2 billones de pesos, es decir, cerca de 900 millones de pesos diarios.
En general la corrupción al nivel nacional ha sido feroz en las ultimas décadas donde a pesar de los controles parece disparada la voracidad de los caciques políticos sus secuaces y otros: Colpuertos, El Guavió, el Seguro Social, Dragacol, Cajanal, Inurbe, Caprecon, Empresas Municipales de Cali, Caja de Vivienda Familiar, Caja Agraria, Banco Central Hipotecario, Carbocol, Cámara de Representantes y en toda la frondosa división político-administrativa del país, han sido saqueados sus presupuestos.
En Barranquilla causan gran horror los casos de las Empresas Públicas Municipales y la Empresa Municipal de Teléfonos, entidades otrora orgullo de los Barranquilleros que sucumbieron a la rapacidad de la clase política autóctona. La feria de contratos de las administraciones locales generalmente vistos con recelo en cuanto a la moralidad en su otorgamiento y ejecución, en recientes años nos muestra casos tan deplorables como la adquisición del antiguo edificio del Banco de la República para funcionamiento de la alcaldía local, en el que se estiman sobrecostos al rededor de seis mil millones de pesos por lo que varios mandatarios y funcionarios de sus administraciones se encuentran judicializados en razón de su participación. Y ni que hablar de las "costumbres políticas" mediante las cuales se hacen elegir gran parte de los miembros de nuestros cuerpos colegiados: compra de votos, retensión ilegal de cédulas, tejas, ladrillos, bloques, bolsas de cemento, licor, canasta de alimentos, promesa de puestos públicos, arreglo de vías, presiones de empresarios para mantener el puesto de trabajo, etc. Todas estas son escandalosas formas de corrupción mediante las cuales la clase política no sólo cultiva y fortalece su propia corrupción sino que además propicia la corrupción del pueblo y le predispone a la participación en su sucio juego.
¿Pero que efecto trae todo esto sobre la moral ciudadana?
¡ Es demoledor ¡
El ciudadano se informa y acoge una regla moral que le indica que el trabajo responsable, eficiente y honesto, es la forma correcta para alcanzar el éxito; pero él se ve a sí mismo desempleado, subempleado, o trabajando de manera responsable honesta y eficiente, sin lograr ese éxito; mientras, quienes participan de los actos de corrupción obtienen el éxito económico fácil y rápido y además posición social.
Recibe una información que le dice que el que viola la regla moral es apartado de la sociedad, pero encuentra que con frecuencia ese grupo social acepta, aplaude y elogia al infractor de la regla.
Conoce la existencia de una norma legal que promete el castigo para quien la viole, pero encuentra que las normas también son con frecuencia violadas y los infractores no pagan con frecuencia su infracción a la ley, quedando su infracción en la impunidad.
Percibe que al funcionario público corrupto se le premia con otro cargo público que igualmente será objeto de su voracidad.
Todo esto le trae al ciudadano frustración, escepticismo, conformismo; muchos se hacen a la idea de que la corrupción es tan grande que nada puede cambiar ese flagelo y llegan a verlo como algo a lo que hay que amoldarse, que no hay más alternativa que aceptar, predisponiéndose a aprovechar la primera oportunidad que se le presente para hacer lo mismo. ¡Es el triunfo de la corrupción que crea los mecanismos de su propia reproducción!
¿Y el profesional que emerge de las universidades?
Este percibe, recibe y adopta en cuanto a moral, la misma moral general que percibe el común de los ciudadanos, pero adicional a ello, reglas sobre moral profesional.
Encuentra que él y sus padres hicieron un gran esfuerzo para su profesionalización, pero no halla puestos de trabajo y donde los encuentra es con salarios que no están a la altura de su formación y esfuerzos de educación superior.
Encuentra que cuanta mayor experiencia y formación de postgrado posee menos lo tienen en cuenta en la generalidad de entidades donde presenta su hoja de vida: "Ese Man es un peligro va a andar descontento con el sueldo, nos va a estar exigiendo permanentemente que lo mejoremos y va a trabajar con desgano"
Encuentra que buen número de sus compañeros de estudio viven igual o similar situación y que apreciable cantidad de ellos, para jugar la alternativa de trabajo al servicio del mayor empleador del país, el Estado, se vinculan a las campañas polítiqueras de quienes generalmente se han conocido como abanderados de la corrupción y traficantes de puestos públicos.
Encuentra que sus compañeros y/o colegas que se acercan y se han alineado en las hordas politiqueras y puestos públicos, frecuentemente resultan involucrados en casos de corrupción o deben retirarse para salvaguardar su integridad personal, familiar, moral y profesional.
La aspiración de la población es diáfana, nuestros jóvenes han realizado ingentes esfuerzos en prepararse para tener en su edad adulta un oficio calificado mediante el cual prestar un servicio a la sociedad, satisfacer sus propias necesidades y las de su familia y desarrollarse como ser social, sin embargo se estrella contra una compleja realidad que él no ha creado pero lo devora entre sus fauces, le pulveriza sus sueños le aleja la aspiración de crear su propia familia, le obliga a permanecer bajo el amparo de sus padres y mientras se hunde en la agonía en que permanece sumergido el desempleado o subempleado, se cuestiona acerca de su acierto al momento de elegir profesión y acerca de la utilidad de sus esfuerzos; es el desencanto que llega ante la realidad de un mercado de trabajo deprimido que le ofrece muy pocas posibilidades de ejercer su profesión dentro de estándares de dignidad humana y profesional. Esa realidad asfixiante también es motivada en significativa medida por las heces de la corrupción que tapona los canales del desarrollo económico y social.
¿Qué ha impedido la cristalización de esos esfuerzos?
Evidentemente aquí sobresalen (es la que nos interesa destacar en este trabajo) las orejas del lobo de la corrupción (sin desconocer que ella se origina por factores diversos como la burocracia clientelista, los bajos salarios públicos, la ineficiencia y la escasa sanción social y legal para mencionar algunos); ella hiede y espanta al inversionista honrado, otorga títulos y posición a quien no es digno de ellos; impide, aleja o propicia obras de infraestructura precarias que socavan las posibilidades de desarrollo; estrangula la seguridad social; permite que altos funcionarios cuya responsabilidad es cuidar y administrar con eficiencia la explotación de los grandes recursos naturales con que la naturaleza ha dotado a nuestro país, hayan entregado tradicionalmente esos recursos a la voracidad de intereses foráneos en condiciones desventajosas que sumen al país en la pobreza, mientras ellos obtienen grandes beneficios patrimoniales; merma la confianza en nuestras capacidades y en las instituciones. Y esa corrupción es no solamente uno de los factores principalísimos para que el país no se haya desarrollado adecuadamente, es además uno de los mayores dinamizadores de la violencia en todas su modalidades, aún la llamada "subversión", originando una simbiosis causa/efecto, que pasa a ser un inmenso tronco más en la rueda del desarrollo; es causante en gran medida del descontento de la población con el Estado; del desengaño y escepticismo del ciudadano común; del desánimo al estrellarse el ciudadano con la realidad de que sus esfuerzos honrados no son suficientemente valorados y compensados y el grupo social lisonja al degenerado y es a quien mayormente le abre oportunidades. ¿Puede un país así, con una población en las circunstancias descritas, alcanzar las metas del desarrollo social y económico? Lo estimo poco probable; mientras no controlemos y extirpemos ese cáncer que ha corroído por siglos las entrañas y la conciencia de la nación, no podremos alcanzar el desarrollo deseado.
"Da mucha rabia y mucho dolor constatar cómo se roban a este país. La forma persistente y cada vez más descarada como las tenazas conformadas por corruptos funcionarios, tramitadores, abogados y políticos entran a zarpazo limpio en el tesoro público y se alzan con el patrimonio de los contribuyentes colombianos.
Sucede a lo largo y ancho del territorio nacional y en las más diversas esferas de la actividad estatal: contrataciones, liquidación de pensiones, recursos de la salud, manejo de regalías...
En recientes intervenciones en el Congreso y entrevistas de prensa, Hernández Gamarra (Contralor General) ha señalado casos impresionantes, que constituyen auténticos microcosmos de la corrupción. Para comenzar, los que generan las multimillonarias regalías destinadas a municipios pobres por concepto de exportaciones de petróleo o carbón y que nunca benefician a sus habitantes. Tolú (Sucre) y la Jagua de Ibirico (Cesar) son ejemplos difíciles de superar. Durante muchos años, por concepto de regalías del petróleo, Tolú ha recibido 10 veces más ingresos que cualquier municipio de la región y no ha resuelto ninguna de sus necesidades básicas. Ni de acueducto o alcantarillado. Ni siquiera ha reducido su mortalidad infantil.
Tan o más escandaloso es el del municipio carbonífero de la Jagua de Ibirico, que
en los últimos cuatro años ha recibido 100.000 millones de pesos sin que haya mejorado para nada la calidad de vida de sus 40 mil habitantes.
Un pueblo cuyos dirigentes políticos canalizan millonarios recursos sigue desnutrido, sin agua potable, ni colegios y hospitales, pero votando por los mismos con las mismas. En la Costa y en todas las regiones. Porque la corrupción es consustancial al atraso y la pobreza de este país. Se alimentan mutuamente.
Hay que romper este indignante círculo vicioso, si la democracia colombiana algún día ha de tener bases sólidas. Y ejercer mayor control fiscal, y ciudadano, y periodístico, sobre el uso de los dineros públicos. La lucha contra la corrupción es tan importante como la lucha contra la subversión, porque ambas atentan contra la esencia de nuestras instituciones. Y en ese crucial frente de batalla, el Gobierno está en mora de mostrar más resultados." (Editorial de El Tiempo)
¿PERO DE QUE MEDIOS DISPONEMOS O DEBEMOS DISPONER PARA CORREGIR TODO ESO?
Lo primero debe ser reconocer la magnitud del problema y segundo tener la voluntad y decisión inquebrantable de cambia esa situación.
La voluntad y decisión de cambio a su vez, requiere el cimiento de otros elementos; uno de ellos deberá ser contar con una legislación fuerte que castigue drásticamente la corrupción.
La constitución de 1991 es un buen intento de ambos factores: la revocatoria del mandato (art. 40 n4), las acciones populares para defensa del interés colectivo (art. 88), la responsabilidad de los militares y de los funcionarios civiles (art. 91), la sanción a las autoridades por conducta irregular (art. 92), la consulta popular y el cabildo abierto (art. 103), las causales de inelegibilidad al congreso (art. 179), las incompatibilidades de los congresistas (art. 180), la pérdida de la investidura de congresista (art. 182), la participación ciudadana en el control fiscal (art. 270), la adjudicación de licitaciones en audiencia pública (art. 273). Esas disposiciones constitucionales y otras normas tales como la participación comunitaria en la vigilancia y control de la contratación estatal (art. 66 L.80/93) y la Ley 190/95 sobre normas tendientes a preservar la moralidad en la administración pública y disposiciones con el fin de erradicar la corrupción, constituyen un buen intento.
Ahora falta tomar conciencia de la eficiencia y oportunidad de aplicación de esas herramientas y adicionarles mayor drasticidad, ya que la experiencia cotidiana nos enseña que no han sido suficientes; como los esclavos en su momento aceptaron y convalidaron la esclavitud admitiéndola como una ley natural e irremediable y fueron "felices" con sus cadenas, así nosotros parecemos optar por aceptar y convivir con la corrupción como algo que ya hace parte de nosotros.
Aquí toma vida el otro factor vital para el cambio: solo una educación radical centrada en valores podrá favorecer el cambio de la mentalidad conformista y paralizante que nos convierte en esclavos de la corrupción, y ella deberá comenzar por formar en la materia a quienes hoy tienen la noble misión de enseñar en cualesquiera de los campos y etapas del saber; ellos no fueron preparados para esa trascendental tarea adicional que debe estar fusionada a toda enseñanza de cualquier ciencia.
De igual manera se debe prestar especial atención a los entes de control para que cumplan efectivamente con su misión, separando y castigando ejemplarmente a los funcionarios que cohonestan con la corrupción que deben combatir. "¿ Que sucede si la sal se corrompe?. Qué pasa si las instituciones encargadas del control fiscal caen presas de la corrupción a su interior? Como afectaría ese riesgo el resultado de su gestión y, por esa vía, la del resto de la administración ....?" (Gamarra J.). Informes de Transparencia por Colombia dan cuenta de que más de la mitad de las contralorías departamentales se ubican en la escala de alto o muy alto riesgo de corrupción y ninguna en la de bajo riesgo. Qué podemos esperar de eso? Definitivamente hay que meter la mano fuerte, muy fuerte, en esto de las entidades de control para que cumplan realmente con su misión, en lugar de estar dedicada a expedir patentes de corso para que nuestra variada fauna de ratas humanoides y piratas sigan depredando el tesoro público.
Se requiere pues, en primera instancia, unos entes de control transparentes, debidamente protegidos, y medidas verdaderamente severas tanto contra la sal corrompida como contra la putrefacción personificada que ella debería extirpar. Las otras medidas son complementarias, dirigido todo a alcanzar el fin.
Los Masones debemos condenar y combatir la corrupción por cuanto ella atenta contra la libertad, la igualdad, la fraternidad y la tolerancia, principios insignes de la Masonería; no es admisible que un Masón, en ejercicio de un cargo público o privado, por su propia voluntad se vea involucrado y beneficiado malsanamente en actos de corrupción; todo lo contrario, la presencia de un Masón en el ejercicio de cualesquiera de esos cargos debe ser prenda de garantía de que el mismo se ejercerá con pulcritud, con la mayor honradez y decoro.
Si una persona que se ha iniciado en nuestros templos resulta conscientemente involucrada y beneficiada con actos de corrupción, debería entonces renunciar al mandil ya que no sería digna de llevarlo.
REFERENCIAS
-EL TIEMPO.- El Saqueo de un País. Editorial, agosto 17 de 2005
-FRANCO RAFAEL.- Reflexiones Contables-Teoría Educación y Moral. Tipografía Atenas 1985
-GALLON SANTIAGO - GOMEZ KAROL.- El Fenómeno de la Corrupción y su Influencia en la Economía Colombiana entre 1960 y 1999. Trabajo Segundo lugar en XV Congreso Nacional y IV Latinoamericano de Estudiantes de Economía
-GAMARRA JOSE.- Documentos de Trabajo Sobre la Economía Regional. Banco de la República
-RODRIGUEZ KAUTH ANGEL.- Corrupción e Impunidad: Dos estilos de cultura política latinoamericana. Revista Investigación & Desarrollo. Universidad del Norte, Vol. 8, N° 3, diciembre 2000
-SANCHEZ V. ADOLFO.- Ética. Edit. Grijalbo 1995
3 comentarios
erika -
ya que en toda situación se presenta esta mediocridad por no hacer nada para acabar con ello
laishijqkjosj -
Edwin Zuluaga -