El fanatismo
El fanatismo tal como lo definen en general los diccionarios, es la pasión exacerbada e irracional hacia algo, sin que el fanático o el grupo de fanáticos toleren su cuestionamiento o estudio del mismo. Asi que no posee relacion con el poder, tal vez al contrario, se vincula estrechamente con la individualidad, por lo que expresaremos a continuacion:
Existen varios tipos de fanatismo, y se producen debido a la afinidad con una persona, religión, ideología, o un pasatiempo entre otros tópicos.
Ejemplos de fanatismo se han dado en el terreno religioso con la defensa de dogmas, o la defensa de libros sagrados o de dioses, en el aspecto ideológico político, o defendiendo un punto de vista racional o irracional específico.
Para algunos, el fanatismo es considerado un principio lógico de la ignorancia. En casos en los cuales el fanatismo rebasa la irracionalidad, puede llegar a grados peligrosos, como matar a un ser humano o encarcelar a los mismos, puede incluir como síntomas el deseo incondicional de imponer una creencia razonable, para el fanático o para un grupo de los mismos.
Naturaleza y causas:
La palabra "fanático" viene del sustantivo fanum o phanum, que significa templo; en efecto, fanático originalmente quería decir "perteneciente al templo" o "persona asidua al templo"; luego, llegó a significar "protector del templo". Después, adquirió el sentido de intemperancia desmedida en la defensa de la religión. Así pues, la noción de fanatismo se relaciona en un principio con la religión, pero el término abarca en realidad un campo semántico mayor.
De manera global, podemos definirlo, siguiendo a la profesora Adela Cortina como "aquel tipo de persona que inmuniza sus convicciones (...) frente a la crítica racional" (CORTINA, A. La ética de la sociedad civil. Madrid: Anaya 1994, pg. 84).
Desde un punto de vista psicológico, lo propio del fanatismo es el ansia de seguridad total de quienes, en el fondo, se sienten existencialmente inseguros. En este sentido lo interpretan algunos psicólogos. Por ejemplo, para Adler, el fanatismo es una compensación de un sentimiento de inferioridad que niega la razón al otro. Siguiendo esta línea psicologicista, Freud, en El malestar de la cultura, afirma que el hombre se encuentra escindido entre dos tendencias contrarias: el ansia de felicidad y el ansia de seguridad. Nuestra conciencia de individuos es la causa de que nos sintamos solitarios, así como la corporalidad es la fuente de males como las enfermedades. Por eso, para buscar la felicidad puede imponerse la exigencia de abolir ambas facetas.
La conciencia de la individualidad se suprime mediante la atenuación de la conciencia del yo, por una parte, y mediante la acentuación del sentimiento de pertenencia a lo otro. Para lo primero sirve el alcohol y otras drogas, el éxtasis sexual, etc. Para lo segundo se procede a la adhesión incondicional a sectas y facciones totalitarias políticas o religiosas, la entrega a un líder o a un amante posesivo. La conciencia corporal se disminuye mediante la reducción de las vivencias corporales y la desvalorización del mundo en donde la vida corporal se desarrolla.
También Erich Fromm, a lo largo de su prolífica obra, estudió el fanatismo e intentó explicarlo aunando psicología y sociología. Su enfoque se resume en el conocido título de su libro "El miedo a la libertad", según el cual, todo fanatismo es un intento regresivo de escapar del surgimiento del individuo y la libertad, debido al miedo que ello causa. El miedo se da ante la angustiosa sensación de separatidad y aislamiento (soledad) al crecer, que no se resuelve de una manera sana estableciendo vínculos afectivos horizontales con los demás. Se trata, en suma, de la incapacidad de amar.
Desde el punto de vista epistemológico, el fanático, curiosamente, se parece a su contrario el relativista, en la medida en que para ambos no cabe el debate o la búsqueda común de la verdad. El fanático cree poseer la verdad de manera tajante. Afirma tener todas las respuestas y, en consecuencia, no necesita seguir buscando a través del cuestionamiento de las propias ideas que representa la crítica del otro.
El fanático, pues, se caracteriza por su espíritu maniqueo y por ser un gran enemigo de la libertad. Los lugares donde impera el fanatismo son terrenos donde es difícil que prospere el conocimiento y donde se parece detenerse el curso fluyente de la vida. Un mundo, en definitiva, contrario a la mudable naturaleza humana que en ocasiones se diría anhela la muerte. De hecho, para Albert Camus en El hombre rebelde, es una suerte de nihilismo destructivo más.
El precio a pagar por la cristalización del pensamiento engendrada por el fanatismo resulta caro. El alejamiento de la verdad es una de ellas, porque para profundizar en el conocimiento debemos estar abiertos al descubrimiento de la parte de verdad presente en los demás, desde una humildad intelectual de corte socrático, con una actitud dogmática resulta difícil llegar muy lejos intelectualmente.
Pero existe otra desventaja que tal vez resulte más contundente que la epistemológica: que el fanatismo siempre ha conducido a guerras y a graves desastres. Tras numerosas masacres, conflictos bélicos, limpiezas étnicas e injusticias se halla la intolerancia de muchos fanáticos. Esto han coincidido en señalarlo todos los defensores de la tolerancia. El fanatismo es el culpable de esos males, que podrían evitarse con la universalización de un talante fraternal que aceptara las diferencias.
Características:
Dogmatismo: Fe en una serie de verdades que no se cuestionan ni razonan y cuya justificación lo es por su propia naturaleza o con relación a alguna autoridad.
Carencia de espíritu crítico: No se admite la libre discusión acerca de las propias verdades, ni su crítica racional.
Maniqueísmo: No se admiten los detalles. Las diferencias son consideradas de manera radical. Además, la diversidad humana suele encerrarse en dos categorías (buenos y malos, p. ej.)
Autoritarismo: Afán de imponer la creencia y de forzar que todo el mundo se adscriba a la misma.
Odio a la diferencia: Desprecio y rechazo de lo que escapa a unos determinados moldes y etiquetas.
Se trata, en suma, de la incapacidad para admitir el mundo en su diversidad y para aprender de los OTROS. Una sociedad fanática se encuentra anclada en un tiempo y en una forma fija de ver las cosas. Se opone al movimiento que conduce a la verdad y por tanto, no existe en ella apenas cambios. No hay posibilidad para el ingenio humano, para el normal desarrollo de la vida, para el re-descubrimiento continuo del mundo y el ser humano.
En una sociedad fanática no caben otros pueblos ni la diversidad de ningún tipo, siendo mortalmente excluyente. Por eso, en ella prospera la xenofobia y el racismo. No admite la diferencia en su seno ni enriquecerse con nuevos puntos de vista. Se encierra en sí misma y no avanza.
Otros usos:
También se habla de fanatismo al referirse a los fans de estilos musicales, o equipos deportivos, en los que también se dan en muchos casos situaciones de agresividad en la defensa de unos "colores" o de una "nación".
Tomado del el Coran - Comentarios al margen
Enviado por Christine Rousset a humanidad global
El Líder Masónico y el Clima Organizacional
El líder Masónico, ya sea que desempeñe sus funciones administrativas en el simbolismo o en el filosofismo, tiene sobre sus hombros el avance de la institución que dirige y la obtención de los objetivos planteados. En consecuencia, sus actos repercuten directamente en el clima organizacional de tal manera que el éxito del grupo será siempre su éxito, y el fracaso, también su fracaso.
Un buen líder cree con entusiasmo en el proyecto a su cargo, escruta el horizonte constantemente y tiene visiones de largo plazo. Los lideres eficaces están siempre buscando ideas nuevas. Hoy en día, además tienen que poseer una gran apertura mental para encarar el inevitable fin del aislamiento sacándole provecho sin perder la identidad local, alejándose de la engañosa comodidad que brinda el estar desconectados del resto del mundo.
La tendencia que se observa, es que los Masones, como cualquier otra persona educada de hoy, sienten muy profundas sus raíces locales, pero al mismo tiempo quieren ser Masones universales. Un líder Masónico no puede vivir de espaldas a esta realidad.
Recientemente el centro de estudios y medición del clima organizacional “Great Place to Work”, que es una empresa de investigación y consultoría gerencial, con oficinas centrales en Estados Unidos y afiliadas alrededor del mundo, publicó un documento mediante el cual propone cinco parámetros para evaluar el clima organizacional de una asociación, por los que resalta el papel de la participación del talento y las capacidades generales en la obtención de los fines y metas comunes, bajo un determinado liderazgo. Lo cual perfectamente se puede aplicar a la conducción Masónica.
Entre las primeras ventajas de generar ambientes de trabajo agradables en los Talleres se cuentan la disminución de la deserción y el ausentismo. Y en el caso de la Masonería, la generación de un atractivo en el entramado social en que está implantada que propicie mayores Iniciaciones y una asistencia de largo plazo.
Estos cinco valores a medir propuestos por Great Place to Work son:
Credibilidad: Hace relación con el liderazgo desarrollado a través de la comunicación, la capacidad gerencial y la consistencia.
Respeto: Se refiere a que el líder debe crear espacios de participación que faciliten a todos los Masones expresar libremente sus ideas e inquietudes, de tal manera que estas se conviertan en iniciativas de crecimiento y progreso.
Imparcialidad: El líder debe estar firmemente comprometido con la equidad y la ausencia de favoritismo.
Camaradería: Descansa en la inteligencia emocional de líder y del grupo y de como reaccionan frente a diversas situaciones sin perder el sentido de equipo.
Orgullo: Tiene que ver con los sentimientos hacia las diferentes facetas relacionadas con el trabajo que se adelanta, el equipo al que se pertenece, y los sentimientos de adherencia que genera la Gran Logia o el Supremo Consejo.
Algunas Masonerías se encuentran hoy trabajando para mejorar el reconocimiento interno a los Masones en general abriendo espacios de participación en los asuntos de interés común y fortaleciendo la comunicación y la transparencia de las relaciones internas. Otras están situadas en esquemas jerárquicos de inspiración absolutista.
Pero se corre un riesgo enorme al subestimar el impacto del entorno o al no entender bien que está pasando y que puede suceder en el futuro previsible cuando se están presentando cambios trascendentales.
De todas maneras, la actitud de un líder Masónico frente a la ética interna y la responsabilidad social de la institución determina el clima organizacional y la consecución de los objetivos generales en una sociedad, ya que la Masonería no posee un componente social. Es un componente social.
El hijo de Eva
Esta no es una historia de ciencia ficción. Los protagonistas son inventados pero el contexto es verídico. Los hechos son ficticios pero posibles. La realidad inquietante pero presente. Comencemos, entonces, con la protagonista principal: Eva Natus. Una ejecutiva gringa, de 40 años, sin hijos, divorciada desde hace una década y directora de mercadeo de una importante firma editorial. Desde hace ya varios años, Eva había decidido no tener hijos. No tanto por convicción, como por conveniencia: la posibilidad aplazada una y otra vez se fue convirtiendo en una decisión tomada de una vez por todas. Pero, ya en la mediana edad, Eva cambió de opinión. Y decidió apostarle a la maternidad. O, al menos, a la versión moderna de la misma.
Eva siempre tuvo dudas acerca de su fecundidad. Además nunca ha estado plenamente satisfecha con su patrimonio genético. Sus facciones carecen de la simetría que demanda su refinamiento. Muchos de sus parientes han muerto tempranamente de enfermedades cardiacas. Y su capacidad cognitiva (según los exámenes de inteligencia que ha tomado desde niña) es apenas superior al promedio. Eva no tiene un compañero sexual permanente. Los hombres que la rodean son ejecutivos carismáticos. Pero envejecidos. Sus espermatozoides ya no son los de antes. En la cama, los hombres de Eva funcionan de manera aceptable. Pero como proveedores de material genético (como reproductores) son más pasado que presente.
Eva siempre ha sido pragmática. Sabe que su hijo tiene que estar preparado para las inclemencias de la vida en la meritocracia. Así como muchos padres escogen las mejores guarderías y escuelas para sus hijos, asimismo Eva decidió escoger los mejores genes para el suyo. Sin reatos morales, pagó 15.000 dólares por el óvulo de una mujer hermosa, de 25 años, con un doctorado en ciernes y varios títulos deportivos a su haber: una versión mejorada de sí misma. Y pagó 500 dólares por el esperma de un hombre atractivo, con dos posgrados concluidos y ex capitán del equipo de Rugby en la universidad: una suma irrisoria (eso paga Eva por una cena formal) a cambio de un “geno-tipo” perfecto.
La compra de las células de la vida fue intermediada por una firma de San Antonio, Texas (The Abraham Center of Life). Eva se reunió con una asesora comercial durante dos horas. Ambas examinaron varias fotografías, estudiaron las hojas de vida de los “donantes” (el eufemismo para los vendedores de genes) y tomaron una decisión rápida: como si se tratase de la compra a destajo de un computador. La misma firma se encargó de crear el embrión con base en el óvulo y el esperma escogidos. Una vez fecundado el óvulo y congelado el cigoto, la asesora le aconsejó a Eva utilizar una madre sustituta. “A su edad”, dijo, “no vale la pena correr riesgos innecesarios”. “Sólo son 10.000 dólares adicionales y tenemos mujeres jóvenes, sanas y responsables, listas para entregarle al bebé el ambiente intrauterino que se merece”.
Eva aceptó gustosa. El costo era inferior a una semana de su tiempo. Y la maternidad podría costarle muchos días de incapacidad. Un buen arreglo sin duda, tanto médico como económico. Como la madre sustituta está en su cuarto mes de embarazo, Eva (una mujer organizada) ya contrató a la enfermera que cuidará y alimentará a su bebé. Todo parece marchar bien. Sin contratiempos. Pero, en ocasiones, cuando su ritmo febril se lo permite, Eva (la pragmática) es asaltada por inquietudes filosóficas. Éstas, sin embargo, son desmentidas rápidamente. Eva entiende la importancia de la división del trabajo. Y sabe muy bien que todo lo hecho (lo divino y lo humano) ha sido por el bien de su hijo. Si así podemos llamarlo todavía.
Alejandro Gaviria / agaviria.blogspot.com
EL MONJE Y EL CARNICERO
Una vieja narración egipcia nos habla de un monje muy piadoso que vivía en el desierto. Este asceta ayunaba a menudo, había abrazado la más abnegada pobreza, y pasaba horas en serena contemplación y diálogo con el Señor. Mucha gente de los alrededores lo tenía por santo, y de él se decía que era el hombre que más cerca estaba de Dios.
Cierto día llegó a oídos del monje lo que la gente decía de él y, picado por la curiosidad, le preguntó a Dios:
–Dime, Señor, ¿es cierto lo que la gente dice de mí, que soy el hombre más santo y el que está más cerca de Ti?
–¿De veras quieres saberlo? ¿Por qué estás tan interesado? –le preguntó Dios.
–No es la vanidad la que me mueve a preguntarte esto –respondió el monje–, sino el deseo de aprender. Si hay alguien más santo que yo, debo convertirme en discípulo suyo para así poder acercarme más a Ti.
–En ese caso, hijo mío, encamínate hacia el sur del desierto y, llegado al primer pueblo que aparezca en el camino, pregunta por el carnicero. Él es el más santo.
El monje se sorprendió mucho con la respuesta de Dios, pues en aquella época los carniceros no gozaban precisamente de la mejor reputación, pero finalmente se puso en camino. Tras un par de días de viaje, alcanzó el pueblo y pudo conocer al carnicero. En él no encontró nada de extraordinario. Sus modales, de hecho, le parecieron algo bruscos. Además, observó con preocupación cómo miraba a las mujeres que acudían a su negocio: de una manera que a él no le pareció precisamente muy santa.
Cuando terminó de atender a la gente y se disponía a cerrar el negocio, el carnicero, sorprendido por la presencia del monje, le preguntó qué deseaba. El monje le contó lo que le había llevado a verlo, pero el carnicero no acertaba a comprender:
–Mire, Padre, yo no dudo de su palabra, pero me deja perplejo que Dios le haya dicho eso. Yo soy un gran pecador y no merezco tales alabanzas. Me equivoco tantas veces a lo largo del día... Pero, en fin, mi casa es su casa. Venga a cenar conmigo.
Cuando llegaron a la casa del carnicero, el monje fue invitado a esperar. Su anfitrión debía atender primero a un anciano que yacía sobre un viejo lecho. El asceta pudo comprobar entonces con qué cariño, paciencia y dedicación se entregaba el carnicero a aquel viejo enfermo. Y dedujo que Dios lo quería tanto por la manera tan entregada que tenía de cuidar a su padre.
–Se nota que quiere mucho usted a su viejo padre –le dijo el monje con admiración.
–¿Mi padre? ¡Oh, no! –respondió el carnicero–. Este hombre no es mi padre. Si está aquí es fruto de una larga historia, que a usted le puedo contar, porque al ser monje sabrá guardar el secreto. Este hombre era, en realidad, el mayor enemigo de mi padre. Le hizo la vida imposible y mi familia y yo tenemos la certeza de que fue el autor de su muerte, si bien nunca pudimos demostrarlo. Hacía muchos años que no aparecía por aquí, pero regresó al pueblo hace unos meses y, aunque mi primer impulso fue vengarme, al verlo tan viejo y enfermo sentí pena por él, lo acogí en mi casa y comencé a cuidarlo. Mi padre me había enseñado a perdonar siempre... y creo que tratar con amor a quien fue su verdugo es la mejor forma que tengo de hacerlo presente hoy, para que siga viviendo en mi corazón.
¿QUE TAN CIERTA ES LA HIPÓTESIS TEMPLARIA DEL ORIGEN DE LA MASONERÍA?
Por Iván Herrera Michel. 33º
En la ciudad Palestina de Jerusalén, en el año 1118, nueve franceses crearon una asociación religiosa y militar denominada inicialmente Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (Pauperes Conmilitones Christi), conocida para la posteridad como Caballeros Templarios o Caballeros del Templo de Salomón (Milites Templi Salomonis), o simplemente: Los Templarios.
Las intenciones iniciales de los fundadores se podrían resumir en dos:
a) El Pontífice Juan VIII en el siglo IX había dispuesto que aquellos caballeros que murieran en batalla luchando contra loa herejes y creyentes de religiones diferentes al cristianismo quedarían limpios de pecados y se considerarían iguales a los mártires cristianos, y
b) La creencia de que en oriente existían grandes riquezas que podrían ser fácilmente arrebatadas a sus propietarios a quienes lícitamente podían asesinar por ser fieles de otra religión.
Entonces, vemos como en realidad los Templarios eran hombres del medioevo, que unían a un exarcebado fanatismo cristiano una ambición desmedida, que con el tiempo adquirieron un inmenso poder y grandes riquezas, gracias a uno de los mayores derramamientos de sangre de la historia humana, y no caballeros altruistas poseedores de un elevado sentimiento intelectual o espiritual.
Una vez consolidada, la Orden del Temple se dedicó al saqueo indiscriminado en el medio oriente y para el año 1170 sus inversiones y propiedades se extendían a territorios que hoy pertenecen a Francia, Alemania, Reino Unido, España y Portugal, lo cual unido a sus cada vez mayores privilegios enriquecían enormemente sus arcas.
Para 1220 la Orden del Temple era la organización privada más grande del mundo desde el aspecto militar hasta el económico. Poseía cerca de 10.000 encomiendas, unos 60 castillos y fortalezas, una flota naval en el mediterráneo y otra en el Atlántico, y un tesoro impresionante que le permitía hacer prestamos impagables a los reyes europeos, quienes terminaban otorgándole la administración económica de sus reinos para paliar deudas crónicas.
El poder de los Templarios era inmenso, por ejemplo, el Maestre de la Orden en Inglaterra ocupaba una plaza en el parlamento como primer Barón del reino, y ella estaba exenta de impuestos. Además fueron pioneros en el concepto de facilidad de pagos en la asignación de créditos para el desarrollo y la expansión comercial, actuaban como fideicomisarios de fondos y propiedades que se dejaban en su custodia, emitían cartas de crédito, etc. Igualmente los Templarios estaban libres de pagar peajes y sus barcos exentos de registro. Naturalmente, una estructura de costos económica, una mercado monopolizado, y una posición política dominante inhibía la competencia y garantizaba altos márgenes de utilidad.
En cuanto al origen escocés de la corriente Masónica que albergó en Francia a los precursores del R:. E:. A:. y A:. se debe hacer una necesaria precisión, ya que en rigor histórico la teoría que relaciona los comienzos remotos de la Orden con la inmigración de Templarios acaudalados provenientes de Europa continental que venían huyendo de la iglesia Católica en el siglo XIV carece de solidez, y se la debemos al deseo del Caballero Andrés de Ramsay de brindarle a la Masonería un linaje ilustre que atrajera a los nobles y burgueses franceses del siglo XVIII. Hipótesis que esbozó en dos discursos pronunciados el veinte de marzo de 1736 en la Logia Parisina St. Thomas N° 1 y en 1737 ante una Asamblea General de la Orden en Francia.
En esos discursos del Caballero de Ramsay, el párrafo que enlaza los antiguos misterios del medio oriente con los Templarios y Gran Bretaña es del siguiente tenor:
“Después de los grandes reveses de las guerras sagradas, la decadencia de las armadas cristianas, y el triunfo de Bendocdor Sultán de Egipto durante la octava y última cruzada, el hijo de Enrique III de Inglaterra, el gran príncipe Eduardo, viendo que ya no había seguridad para sus hermanos Masones en Tierra santa quiso que todos lo acompañaran cuando las tropas cristianas se retiraron y esta colonia de adeptos se estableció así en Inglaterra. Puesto que este príncipe estaba dotado de todas las cualidades del espíritu y del corazón que forman a los héroes, amó las bellas artes y sobre todo nuestra gran ciencia. Estando en el trono, se declaró Gran Maestro de la Orden, le otorgó varios privilegios y franquicias, y desde entonces los miembros de nuestra cofradía tomaron el nombre de Francmasones. Desde esta época Gran Bretaña se convirtió en la sede de la ciencia arcana, en la conservadora de nuestros dogmas y en la depositaria de todos nuestros secretos.”
El Sultán de Egipto a que se refiere Ramsay es Saladino (Al-Nāsir Salāh ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb) quien arrebató Palestina a los invasores Cruzados devolviéndola a sus legitimos dueños, los árabes. Saladino para esaépoca obstentaba los títulos de Sultan de Egipto, Siria, Palestina, así como de zonas de Arabia, Yemen, Libia y Mesopotamia.
Dante Alighieri, en su famosa obra La Divina Comedia, en el acápite Infierno, Canto IV, verso 129, ubica a Saladino en el Limbo al lado de Sócrates, Aristóteles, Homero y Ovidio, quienes tampoco podían entrar al Paraíso por no estar bautizados. Pero no hay que preocuparse, por que el sábado 20 de abril del año 2007, la Comisión Teológica Internacional de la Iglesia Católica decidió eliminar el concepto de limbo, el lugar donde según la tradición iban a parar los que morían sin ser bautizados.
Desafortunadamente, y a pesar de que ha sido propagado con convicción, lo afirmado por Ramsay no resiste el más mínimo análisis histórico.
En lo legendario del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, los Masones después de haber construido el Templo de Salomón y de protegerlo de generación en generación incorporaron sus saberes a los Templarios en la Palestina de la Edad Media, y a su vez estos a la caída de su Orden se refugiaron en Escocia de donde viene el apelativo de “Escocés”. Pero de este relato no existe una sola fuente seria que sostenga su veracidad.
El hecho histórico es que al decretarse la persecución en la Europa católica muchos Templarios viajaron vía Irlanda a Escocia y se unieron a los que estaban allí. Escocia en esos años se encontraba bajo el mando del Rey Robert Bruce quien se a la sazón estaba excomulgado por el Papa y dirigía una guerra de independencia nacional, cultural y étnica contra Eduardo I de Inglaterra. Naturalmente, los conocimientos militares y las tácticas que le podía aportar el mejor, más disciplinado y mejor equipado ejército de occidente eran bien recibidos.
Se barajan diversas hipótesis sobre la participación de un nutrido grupo de templarios, que huidos del papa, lucharon en las filas escocesas en la decisiva batalla de Bannockburn el 24 de junio de 1314. Sorprendentemente un pequeño ejército de 6.500 soldados derrotó a uno compuesto por más de 20.000. Pero de ahí a ser esta inmigración un entronque entre Salomón y los Masones hay una distancia grande.
De nuevo no debe perderse de vista que la Iniciación en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado invita al Masón a recorrer de manera didáctica el camino de las grandes tradiciones de occidente gracias a la puesta en escena del ritual, de tal forma que un nuevo Grado puede ser la ocasión para descubrir, en ampliada comprensión del rigor histórico, el contexto cultural que acompaña a lo legendario a lo cual lo litúrgico hace referencia. Cabe aclarar, que tomamos la expresión Iniciación en los términos que lo define René Guenon, es decir, como la “transmisión de una influencia intelectual”.
Sin embargo, la razón funcional del éxito de la versión de Ramsay estriba en que para la época se había difundido en los Países europeos una imagen romántica de la Orden del Temple que en gran medida ha recogido el R:. E:. A:. y A:., sobre todo en lo relacionado con un ideal caballeresco de su imaginario que se observa en el uso de la espada, las formulas juramentales, las marchas, las palabras, etc. Ramsay se inventó con éxito una argumentación en medio de la rápida evolución de las ideas del siglo XVIII en la que el local de la Logia de constructores se convirtió en un Templo filosófico al servicio de una versión optimista del mundo en el que los hombres se reúnen en fraternidad y libertad, bajo el signo de la igualdad.
Según el Manuscrito de Strasburgo de 1760 cuando Jacques de Molay, Gran Maestre de la Orden del Temple, se dio cuenta de la suerte que le esperaba mandó a llamar al Conde de Beaujeu, en quien confiaba enteramente, “para conservar y perpetuar los sublimes conocimientos y los principios de la Orden” y luego de juramentarlo junto con otros nueve caballeros instituyeron un Rito. A la muerte del Conde de Beaujeu el Gran Maestrazgo recayó en el Conde de Aumont quien se refugió en Escocia.
Uno de los interrogantes que ha vertido ríos de tintas entre los historiadores se refiere a la razón por la que una Orden compuesta por 15.000 lanceros, 35.000 Sargentos, implantada en todos los reinos de la cristiandad, que disponía de un enorme ingreso económico anual, que no la controlaba sino ligeramente el Papa que la tenía como su principal fuente de ingreso y protección armada, se dejó aniquilar sin desenvainar una espada.
Una hipótesis muy difundida sostiene que occidente vio con buenos ojos cuando un grupo pequeño de franceses se organizó para cuidar las rutas que usaron los invasores europeos (cruzados) en su afán de quedarse con las riquezas de los árabes, que poco o nada les importó cuando los cobros por esta protección, las riquezas robadas a los locales, el tráfico de reliquias y esclavos, las matanzas, las limpiezas étnicas, etc., convirtió a aquel puñado de hombres en la poderosa y temida Orden del Temple.
El problema surgió cuando, a la caída de los estados latinos invasores de Palestina en el año 1291, los Templarios se apoderaron de reinos, tierras, castillos y rentas de los empobrecidos nobles europeos, amparados en una fuerte milicia y en una exagerada influencia en la Iglesia Católica.
Ambas fuerzas, la “divina” del clero y la económica de la Orden del Templo, atenazaron a la sociedad feudal de los siglos XII a XIV. Para sus contemporáneos estos monjes militares no eran más que una Orden demasiado orgullosa y demasiado rica. Para la época, la Orden del Temple compró la isla de Chipre y pagó el cuantioso rescate que se exigía por la persona del Rey Luis IX de Francia luego de haber caído prisionero en el desastre militar de la séptima cruzada. Esta circunstancia, les disparará el poder omnímodo sobre Francia que le acarrearía su fin.
En realidad, la del Temple no fue la única Orden que concilia la vida militar con la monacal en el marco de las sangrientas expediciones de conquista que emprendió occidente contra los pueblos palestinos en los siglos XI, XII y XIII. También tuvieron mucha importancia las de los Hospitalarios, Calatrava, Avis, Santiago, Alcántara, Montesa, Cristo y Teutónica. Al subir al trono francés el nieto de Luis IX, Felipe IV, El Hermoso, en el año 1285, encuentra que las finanzas del reino estaban en muy mal estado mientras que las mayores fuentes de ingreso eran de propiedad de los lombardos, los judíos y los templarios. Estos últimos, incluso custodiaban y gestionaban el tesoro real en Francia.
Al caer Acre en Palestina, el 18 de mayo de 1291, ante las fuerzas de liberación árabes y acabarse la invasión militar europea en el medio oriente, los Templarios perdieron la razón por la que fueron fundados y trataron de crear un principado independiente propio en la región del Languedoc que pertenece aún a Francia, en el sur, a orillas del Mediterráneo.
Cuando Felipe IV, en desarrollo de su política de recuperación del control y saneamiento de la hacienda real impone tributos a las inmensas riquezas que poseían la Iglesia y los Templarios en Francia, el Papa Bonifacio VIII, declaró, para no pagarlos, la supremacía del poder espiritual sobre el poder temporal y la superioridad del Papa sobre los reyes, mediante la promulgación de la bula Unam Sanctam.
Es a partir de este conflicto de poder con el papado cuando Felipe intriga contra el Papa, y a su muerte hace elegir sumos pontífices católicos a dos franceses amigos: Benedicto XI en 1303 y Clemente V en 1305. En asocio con el Papa Clemente V, el 13 de octubre de 1307, gracias a una operación policial maestra preparada con el mayor secreto detiene simultáneamente a todos los Templarios de Francia por “violentas suposiciones y sospechas” y apresa a 600 de sus miembros quemando en la hoguera a algunos de sus máximos dignatarios.
En medio del pánico, el resto se esconde, apostata o sale huyendo con las riquezas que tiene a la mano, frente a la sed de venganza de sus víctimas y la ambición de otros que los veían indefensos y sin la todopoderosa protección del Papa y los nobles.
Muchos llegarían a las altas tierras de Escocia. Posteriormente, en el Concilio de Vienne de 1312, Clemente V suprime, al parecer a instancias de Clemente V, la Orden del Temple con la Bula Vox In Excelso, y por medio de otra Bula Ad Providam, confía sus bienes a la Orden de los Hospitalarios. Finalmente, el 11 de marzo de 1314 son quemados vivos Jacques de Molay y Godofredo de Charnay, máximos jerarcas de los Templarios. Los Hospitalarios reciben en 1312 la cuantiosa fortuna de la abolida Orden del Temple salvo los de la península ibérica, donde la Orden de Montesa, fundada en el reino de Valencia y aprobada en 1317, y la Orden de Cristo, fundada en Portugal y aprobada en 1319, son las sucesoras legítimas de los Templarios.
Principalmente, cuatro animadversiones dejaron sin respaldo a los Templarios y posibilitaron su catastrófica desaparición:
1) Los reyes estaban cansados de que un ejército privado que no controlaban, que manejaba el tesoro real y al que había que pagarles por protección se paseara libre y amenazadoramente por sus territorios;
2) El clero no veía con satisfacción los privilegios de que gozaban y hacían alarde;
3) La nobleza estaba descontenta por que les tenían hipotecada gran parte de sus bienes inmuebles y rentas con prestamos onerosos, que finalmente producía su ruina y la pérdida de reinos y tierras;
4) El estado llano no estaba de acuerdo conque estuvieran por encima de la Ley ni con sus abusos cotidianos. Aún se conservan muchas trovas y canciones populares del Siglo XIV que se refieren a los problemas ocasionados por la forma de beber de los Templarios. ”Beber como un Templario” fue una expresión muy propagada durante varios siglos para indicar los excesos con el alcohol de aiguien. Es ecir, lo que hoy la ciencia médica llama alcoholismo.
En 1981 el Vaticano ordenó organizar una lista de aquellas organizaciones que sostenían ser herederas de los Templarios. La sorpresa fue grande pues la lista llegó a cuatrocientos nombres, pero ninguna de esas asociaciones ha podido probar con evidencias serias su filiación con la Orden del Templo.
Ahora bien: ¿Lanzó de verdad Jacques de Molay una terrible maldición emplazando al Papa y al rey de Francia “a comparecer en el curso de un año ante el tribunal de Dios”?.
Nadie ha podido probarlo, pero la muerte de Clemente V en Roquemaure el 20 de abril de 1314 y luego la de Felipe el Hermoso el 29 de noviembre del mismo año en Fontainebleau turbaron los espíritus. La leyenda y el mito se apoderaron de la historia de los Templarios y suministraron los ingredientes necesarios para el florecimiento de un esoterismo que algunos piensan lo más arcano posible. De nada de ello hay pruebas concretas, y los historiadores científicos se inclinan a sostener que no hubo ningún secreto en esa Orden regida por una regla estricta, lo cual no excluía por supuesto las desviaciones individuales.
Tampoco se ha encontrado grandes tesoros ocultos entre esos banqueros perspicaces y arrojados soldados. Para los franceses, Felipe IV pasaría a la historia como el gobernante que transformó una Francia feudal en una monarquía moderna en donde la autoridad del Rey se impone a todos y que instauró un impuesto nacional sobre todo el reino. Además saneó las finanzas y amplió su territorio notablemente.
Refiriéndose al tema del origen escocés de la Orden Masónica, John Hamill afirma en un ensayo denominado “Teorías Acerca del Origen de la Francmasonería”:
(...) “También se ha buscado en otras organizaciones el origen de la Francmasonería. Una teoría ahora descartada pero que conservó credibilidad por largo tiempo veía en la Francmasonería la descendiente directa de los Caballeros Templarios medievales. Se afirmó que, luego de la supresión de la Orden de los Templarios y de la muerte de Jacques de Molay, su último Gran Maestro, en 1314, un grupo de caballeros escapó a Escocia. Una vez allí se reunieron en el misterioso Monte Heredom cerca de Kilwinning y, temerosos de ulteriores persecuciones se transformaron en Francmasones convirtiendo los supuestos secretos de los Templarios en los secretos de la Francmasonería.”
“Desafortunadamente para los partidarios de esta teoría el misterioso Monte de Heredom no existe (aunque habría de constituirse en un elemento central de numerosos grados adicionales inventados en la Francia del siglo XVIII). Tampoco es verídico que los Templarios hubieran sido perseguidos en Escocia. Formaron, por el contrario, parte de la vida política y religiosa de Escocia hasta la Reforma, siendo el Prior de Torpichen (el principal Priorato Templario de Escocia), por derecho propio, uno de los Lores Espirituales del gobierno escocés.”
“Sin embargo, la leyenda escocesa siguió ejerciendo su atracción romántica. El reverendo Dr. George Oliver declaró que poseía un manuscrito del siglo XVIII el cual se refería a lo que él denominó el Rito de Bouillon, un ritual de los tres Grados Azules en el cual se le informaba a los recipiendarios que ellos eran descendientes de los Templarios.”
“El manuscrito de Oliver se conoce solamente en copias que datan del siglo XIX y un examen de su contenido muestra un ritual altamente desarrollado para los tres Grados Azules, el cual incorpora muchos de los cambios y adiciones rituales realizados después de la unión de las dos Grandes Logias inglesas en 1813.”
Por lo tanto, debemos situar el marco temporal del R:. E:. A:. y A:. solamente a partir del siglo XVIII en Francia.
Por otra parte, la introducción de la versión del origen Templario – escocés de la Masonería no sería el único aporte del Caballero De Ramsay. De acuerdo con el autor Ángel María de Lera en “La Masonería que Vuelve”, Ramsay sostiene que la Orden debe ocuparse de temas como los de la república democrática como sistema ideal de gobierno, el cosmopolitismo ideológico y el sentimiento patriótico como base para "la formación de una nación espiritual y de un pueblo nuevo."
La versión templaría de Ramsay se produce en un cruce de coyunturas históricas en el que la tradición de los antecedentes templarios de los Estuardos que recogía la vecindad entre los constructores y algunas ordenes en Escocia que se repuntaban como descendientes de la del Temple facilitaban el enlace con las ideas románticas en boga.
Estas ideas crean un cisma al interior de la Masonería francesa, que solo culminaría en 1773 cuando se escinde en la Gran Logia Nacional de Francia y el Gran Oriente de Francia.
De todos modos, la hipótesis se incorporo al cuerpo doctrinal de la Masonería de tal forma que en 1919 en Estados Unidos se crea la Orden Jacques de Molay en honor del Maestre del Temple, que aún existe con mucho dinamismo, para preparar jóvenes entre los 14 y los 21 años de edad para ser buenos ciudadanos de esa nación.
EL malhumor
por Pablo Felipe Pérez Goyry.
EL malhumor "no existe" ni viene solo a nuestras vidas. Vive en la sociedad de manera individual y es consecuencia directa de fallas espirituales y existenciales, como: el egoísmo, la falta de caridad, la intolerancia, el orgullo, la vanidad, la falta de buena voluntad y fraternidad para la convivencia.
Los malhumorados y el malhumor, son los defectos humanos que más dolor causa a la sociedad. Independientemente de la trascendencia que sobre todos los seres del planeta producen estas acciones. Un malhumorado hace sufrir a muchas personas inocentes que viven a su derredor, causándoles una existencia triste y amarga.
El personaje de Goethe, Werther, decía que: ¿En qué forma se puede calificar a una cosa que daña al prójimo y a nosotros mismos? No es suficiente podamos hacernos felices los unos a los otros.
El malhumorado es un dependiente, un "vicioso" que causa desgracia al género humano. Nada justifica que una persona tenga rabietas, haga escándalos, y trate a los demás con ofuscación, enojo e intolerancia. Las personas que tienen malhumor, lejos de ser temperamentales, son personas incapaces de controlar sus impulsos y carácter. Tanto es así, que lo podemos deducir de esta frase: No digas: ... son cosas de mi carácter. Son cosas de vuestra falta de carácter, sé humano por sobre todas las cosas.
La proliferación del malhumor, en medio de un mundo globalizado y neo-liberal, es un peligro.
Todos tenemos la obligación de frenar esta tendencia. Es urgente implementar en la educación, desde la niñez, medidas que permitan una atención especial al control del carácter. Sobre todo cuando se presentan, en los niños y jóvenes, explosiones de irritación.
El malhumor hay que erradicarlo y solo es posible si se actúa con tacto y firmeza. De esta manera ayudamos a las actuales y futuras generaciones, para sepan tener control de sus reacciones. No-solo desde el punto de vista físico, también espiritual.
Con este accionar educativo aportaremos el germen necesario que permita una verdadera convivencia planetaria.
Nuestra responsabilidad comienza por ser tolerantes con nosotros mismos. Practiquemos el amor y la amistad. Es la única manera de ser benevolentes.
Todos tenemos sectores o lunares oscuros en nuestras vidas, porque no somos perfectos. Pero tenemos que dominar nuestro carácter. La amistad es una responsabilidad nuestra y debe ser premisa fundamental cultivarla. No tener interés y valor de controlar nuestro temperamento, impide encontrar la esencia de nuestra existencia.
Al no controlar el malhumor, estamos asumiendo una irresponsabilidad en nuestras vidas. Es el camino que conduce a la involución plena de nuestra alma.
Nosotros, día más, día menos, estamos irritables e incluso el más mínimo detalle nos puede exasperar. Debemos estar conscientes de que esto forma parte de la imperfección humana. Pero con férrea voluntad y las virtudes maravillosas que Dios nos entrega, podemos controlar y eliminar, con creces, estos defectos.
Sí actuamos cada día con sabiduría, altruismo, buena voluntad y fraternidad; nuestras vidas serán más armónicas y equilibradas, también contribuimos a la de todo el universo.
Bienaventurado aquel que manifiesta respeto así mismo y lo entrega con amor a la totalidad. Si actuáramos de esta manera, lograremos el crecimiento no solo corporal, también de nuestra alma.
Abrazo fraternal desde el Alma, con los mejores pensamientos.
Pablo Felipe Pérez G.
Medellín, Colombia.
EL PRECIO DE UNAS TIERRAS...
En 1854, el entonces presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, propuso la compra de sus tierras a la tribu piel roja. La respuesta del jefe de la tribu fue la siguiente:
"¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.
Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿Cómo podrán ustedes comprárnoslos?
Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los obscuros bosques y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al paso de mi pueblo, La sabia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles roja muertos.
El hombre blanco olvida su país de origen cuando emprende sus paseos entre las estrellas; en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y así mismo ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.
Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos esta pidiendo demasiado. También el Gran Jefe nos dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.
El agua cristalina que corre por ríos y arroyuelos no es solamente agua, si no también representa la sangre de nuestros antepasados: Si les vendemos la tierra, deben recordar que es sagrada, y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos las memorias de la vida de nuestra gente. El murmullo del agua es la voz de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también son los suyos y por lo tanto deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Les secuestra la tierra a sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solo un desierto.
No se, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos de piel roja. Pero quizá sea porque el piel roja es un salvaje por lo que no comprenda nada.
No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay un sitio dónde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera o cómo aletean los insectos. Pero quizá también esto debe ser por que soy un salvaje que no comprende nada. El ruido solo parece insultar nuestros oídos.
Y después de todo, ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del halcón ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde del estanque? Soy un piel roja y no entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el color de ese mismo viento purificado por la lluvia del medio día o perfumado con aromas de pinos.
El aire tiene un valor inestimable para el piel roja ya que todos los seres comparten un mismo aliento; la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un muribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor.
Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que lo sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida también recibe sus últimos suspiros.
Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada; como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.
Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como sus hermanos.
Soy salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una maquina humeante pueda importar más que el búfalo al que nosotros matamos solo para sobrevivir.
¿Qué seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual. Lo que les suceda a los animales también le sucederá al hombre. Esto sabemos: Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia, todo va enlazado.
Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con la vida de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los muertos que la tierra es nuestra madre. Todo lo que ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo se escupen a sí mismos.
Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre quien pertenece a la tierra. Todo lo que ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra el hombre no tejió la trama de la vida; el es solo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a si mismo.
Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios posee y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece, lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así . El dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tiene un valor inestimable para El, y si se daña se provocará la ira del creador. También los blancos se extinguirán, quizá antes de que las demás tribus. Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.
Pero ustedes caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja.
Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exhuberantes colinas con cables parlantes. ¿Dónde esta el matorral? Destruido. ¿Dónde esta el águila? Desaparecida. Termina la vida y empieza la supervivencia.