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Pensamiento Masonico

Masoneria y Religion

MASONERIA Y OPUS DEI

Jorge Eliécer Salazar Avenia

REFERENCIA HISTORICA

El Opus Dei fue fundado por Josemaría Escrivá de Balaguer en Madrid el 2 de octubre de 1.928, aunque en ese momento solo se llamó la “Obra”. Su pretensión de denominarla “La Obra de Dios”- Opus Dei- sólo se concretó el 14 de febrero de 1.930, cuando dijo que recibió directamente el mensaje desde la divinidad.
En sus inicios el Opus Dei dirigió sus trabajos a los enfermos de los hospitales y los pobres, y fue rapidamente extendiéndose a distintas actividades sociales y económicas. Igualmente en 1.930, Escrivá acepta que el Opus está dirigido también a la mujer y dentro de su membrecía se abre una categoría especial para las mujeres aunque básicamente está conformada, por varones, en la medida en que su cúpula de poder y mando está formada por religiosos y clérigos.

Desde 1.933 incursionó en la educación y a través de la Academia DYA comenzó su trabajo en este campo en Madrid. Como lo dicen sus propios reglamentos, la misión de la Academia, además de impartir educación universitaria en Derecho y Arquitectura, es la de dar formación religiosa y enseñar el mensaje del Opus Dei entre la juventud. Este fin esencial en la educación que se imparte bajo los dictados de la Obra se ha mantenido y reafirmado desde entonces.

Durante la guerra civil española el Opus Dei fue una avanzada y activísimo grupo combatiente contra la República Española y a favor del generalísimo Francisco Franco. Esta colaboración prestada por el Opus Dei al dictador Español fue tenida en cuenta y compensada posteriormente durante el largo período de gobierno de la dictadura.

A comienzos de 1.940 oficialmente la iglesia católica concedió aprobación al Opus Dei, a través del Obispado de Madrid. Y en el 1.943 a través de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz se le autorizó para ordenar sus propios sacerdotes, convirtiéndose así en un tiempo relativamente corto en una poderosa congregación con capacidad para darse sus propios dirigentes. Los años finales del decenio de 1.940 encuentran radicado en Roma a Escrivá de Balaguer, en donde mediante una intensa actividad de lo que hoy llamamos lobby consiguió que el Vaticano diera la primera aprobación pontificia del Opus Dei y lo constituyera en Instituto Secular. En 1.950 Pio XII promulgó la aprobación definitiva de la obra. El Decreto aprobatorio permitió la aceptación en el Opus Dei de personas casadas y la asimilación de sacerdotes de otras congregaciones católicas.

En tan sólo 20 años el Opus Dei recorrió un camino que costó años y en ocasiones siglos a otras congregaciones católicas.

A finales de los años 50 se inicia la expansión continental a la América Hispana del Opus Dei. Perú, Méjico, Venezuela, Guatemala, Chile, Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Puerto Rico, Honduras, Trinidad Tobago, República Dominicana y Nicaragua, así como también Canadá y Estados Unidos, y en fin todos los países centro y sur americanos entran a formar parte de los objetivos de la obra de Escrivá de Balaguer. El mismo, o las más altas autoridades de la congregación visitan los países, promueven la fundación de colegios y la instalación de capítulos, no sólo en España y Portugal, sino también en América Latina. Cuando Escrivá de Balaguer fallece, el 26 de junio de 1.975, el Opus Dei es ya un poderoso brazo de la Iglesia instalado en el poder o muy cerca de él en los países Hispano Americanos.

Toda la influencia y el poder de la Iglesia Católica se ha puesto a las órdenes y al servicio del Opus Dei desde su fundación. ¿Qué razones ha habido para ello?. Para contestar este interrogante debemos analizar las condiciones y el momento histórico en que es fundado y mirar, así sea a vuelo de pájaro, las relaciones entre la Iglesia Católica y la Masonería antes de la creación del Opus Dei y después de ella.


MASONERIA E IGLESIA CATOLICA

A pesar de que las relaciones entre la Orden Masónica y la Iglesia Católica han sido siempre difíciles y cargadas de problemas, no obstante, podemos establecer tres momentos en ellas: dos períodos puntuales de tensión y enfrentamiento, el primero, se dio en el siglo XVIII y el segundo, en el siglo XIX, y un tercer período de serenidad y acercamiento, especialmente de la Masonería a la Iglesia Católica, que ha sido perturbado por algunos sectores fundamentalistas en materia religiosa y de derecha en orientación política.
Rápidamente miremos cada uno de ellos. El Siglo XVIII, ve nacer formalmente la Masonería con las Constituciones de 1.722 de los pastores Anderson y Desaguliers y es una centuria llena de zozobra y persecuciones contra la Orden Masónica. Realmente, fueron escasos los gobiernos y los estados que no prohibieran la masonería y las reuniones de masones. En realidad la Corte de Roma o la Santa Sede no fueron los primeros ni los únicos en condenar y prohibir la masonería. En 1.735 lo hicieron los Estados Generales de Holanda; en 1.736, el Consejo de la República y Cantón de Ginebra; en 1.737 son la Francia de Luis XV y el Príncipe Elector de Manheim en el Palatinado, Hamburgo y Federico I de Suecia en 1.738; María Teresa de Austria lo hará en 1.743; en Aviñón. París y Ginebra en 1.744; en 1.745 el Cantón de Berna, el Consistorio de Hannover y de Nuevo París, incluso el Gran Sultán de Constantinopla lo hará en 1.748; Carlos VII de Nápoles (futuro Carlos III de España) y su hermano Fernando VI de España en 1.741; en 1.763 los Magistrados de Danzintg; en 1.770 el Gobernador de la Isla de Madeira y los Gobiernos de Berna y Ginebra; en 1.784 el Príncipe de Mónaco y el Elector de Baviera Carlos Teodoro; en 1.785, el Duque de Baden y el Emperador de Austria José II; en 1.794 el Emperador de Alemania Francisco II, el Rey de Cerdeña Víctor Amadeo, y el emperador Ruso Pablo I; en 1,.798 se suma a los perseguidores Guillermo III de Prusia, éstos solo para citar los más conocidos. No hubo entonces suelo europeo, donde no se persiguiera a la Masonería.

Sin embargo, no pueden considerarse todas estas persecuciones como hechos aislados atribuibles exclusivamente a cada Estado, gobernante o autoridad. Ellas tienen un hilo conductor que habrá de mostrarse con las prohibiciones y condenas de los Papas Clemente XII en 1.738 y Benedicto XIV en 1.751, así como en el Decreto del Cardenal Firrao para los Estados Pontificios en 1.739.

En ese momento los cargos que se le hacen a la Orden Masónica se refieren al Secreto riguroso con que los masones se protegían y al juramento que ellos hacían. Cargos que permitieron aplicarles el derecho, heredado del Imperio Romano, que consideraba como ilícita, subversiva y un peligro para la tranquilidad de la religión oficial, el buen orden y la tranquilidad de los Estados, a toda asociación o grupo no autorizado por el Gobierno.

A estos motivos que podrían llamarse de Estado, que tuvo la Roma Antigua para perseguir a los primeros cristianos, los Papas Clemente XII y Benedicto XIV agregaron el considerar a los masones y a sus reuniones como sospechosos de “herejía”, y argumentaron a favor de este criterio el hecho de que los masones admitían en sus reuniones a todo tipo de individuos, fueran católicos o no católicos, y sancionaron con pena de excomunión a los masones.

Esta drástica medida para combatir la masonería está claramente establecida en el Edicto del Secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Firrao, promulgado el 14 de enero de 1.739, en el que se dice “que las reuniones masónicas eran no sólo sospechosas de herejía, sino, sobre todo, peligrosas a la pública tranquilidad y a la seguridad del Estado Eclesiástico, ya que de no tener materias contrarias a la fe ortodoxa y al Estado y tranquilidad de la República, no usarían tantos vínculos secretos”. Una consecuencia inmediata y directa de este edicto fue la pena de muerte, confiscación de bienes y demolición de las viviendas de los masones.

Además, se dio también como resultado del mencionado edicto la creación del llamado delito de masonería, pues en las naciones con gobiernos confesionales, los masones fueron perseguidos no por serlo, sino por ofensa a la religión católica, puesto que estaban excomulgados, fundamentándose el delito de masonería en la lesión del Orden religioso católico, y desde el momento que éste se tenía como base de la Constitución de los Estados católicos, el delito eclesiástico automáticamente pasaba a concebirse y castigarse como delito político.

Lo anterior explica porqué en ningún documento del Siglo XVII incluidas las bulas de Clemente XII y Benedicto XIV, se prohibe la masonería en cuanto a institución, sino “las reuniones de masones”, las cuales se señalan con nombres disímiles en la bula In eminenti del Papa Clemente XII, como son Asambleas, Conventículos, Juntas, Agregaciones, Círculos, Reuniones, Sociedades, etc.

El segundo momento de las relaciones entre la masonería y la Iglesia Católica se va a dar en el siglo XIX. Viene marcado este período por la aparición de las sociedades patrióticas y políticas, por un lado, y el impacto de la Revolución Americana, primero, y luego de la Revolución Francesa en los soberanos absolutistas de la Europa del Congreso de Viena que no se resignaban a perder su poder. Situación ésta que va a merecer especial preocupación por parte de Roma.

Sabido es, que ambas revoluciones van a contar entre sus líderes y víctimas a muchos masones e incluso sacerdotes católicos que se supo en ese momento pertenecían a la masonería, como es el caso del cura católico Gallot, que fue más tarde elevado a la condición de beato por la Iglesia Católica. Este papel preponderante de la masonería en ese momento histórico creó dos situaciones diferentes. Por un lado, en los países anglosajones, como Estados Unidos, Gran Bretaña y países nórdicos, la masonería adquirió prestigio social y tuvo presencia política, inclusive con figuras del clero no católico. Es así como los Reyes de Inglaterra y Suecia pertenecían a la masonería en sus respectivos países y gran parte de los presidentes de Estados Unidos militaban en sus filas.

En cambio, en los países católicos los ideales de la masonería, confundidos e identificados en gran medida con los del liberalismo, suscitaron por parte de la Iglesia católica y de los gobiernos absolutistas de la época una dura reacción contra la masonería, originada en la conocida unión del Trono y el Altar en defensa de sus respectivos poderes. Esta imagen de la Masonería Latina Europea fue la que atrajo a los líderes de la revolución Hispanoamericana, Bolívar, Miranda, San Martín, Santander, etc.

De manera que en los primeros años del siglo XIX el enfrentamiento masonería - Iglesia católica va a darse dentro de los marcos de interpretación de las revoluciones americana y francesa y de las consecuencias surgidas alrededor del denominado mito del complot masónico - revolucionario, difundido por el abate Barruel. Este famoso mito atribuyó a la masonería la creación de grupos de subversión, levantados en armas contra los gobiernos de los Estados, y que hostilizaban en la lucha armada a la Iglesia católica, como la renombrada Carbonería Italiana. La profusión de estas sociedades secretas las atribuyó la Iglesia a los masones, evitando así que la Masonería Latina Europea pudiera, al igual que la Anglosajona evolucionar rápidamente en su crecimiento y desarrollo.

El Vaticano no desaprovechó la oportunidad para mantener la prohibición y la condena contra los masones y sus reuniones, llegándose inclusive a considerar a la masonería como una “Sociedad clandestina cuyo fin era conspirar en detrimento de la iglesia y de los poderes del Estado”. En este sentido, se pronuncian la Constitución Ecclesian Christi de 1.821 promulgada por el Papa Pío VII y la Humanum Genus de 1.884, dada por León XIII. Pío IX y León XIII en el ánimo de mantener la confrontación con la masonería, se refirieron a ella en sus documentos y alocuciones, en más de 2.000 ocasiones.

En este período crítico de las relaciones entre ambas Instituciones, la Iglesia llegó inclusive a afirmar que la masonería atacaba “los derechos del poder sagrado y de la autoridad civil”, que “conspiraba contra la Iglesia y el poder civil”, que “atacaba a la iglesia y los poderes legítimos”. En Humanum Genus, León XIII afirma que el último y principal de los intentos de la masonería “era el destruir hasta sus fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo, levantando a su manera otro nuevo con fundamentos y leyes sacadas de las entrañas del naturalismo”. Afirma también que “la secta masónica tiene empeño en llevar a cabo las teorías de los naturalistas” y que “mucho tiempo ha que trabaja tenazmente para anular en la sociedad toda injerencia del magisterio y autoridad de la Iglesia y a este fin pregona y contiende deberse separar la Iglesia y el Estado, excluyendo así de las leyes y la administración de la cosa pública el muy saludable influjo de la religión católica”.

Este enfrentamiento originó que en el Congreso Internacional de Trento se le diera a la masonería un trato que llevó a la Orden masónica de los países latinos a pregonar y practicar un exacerbado anticlericalismo y laicismo.

El resultado final, ya en los albores del siglo XX, es que el Código de Derecho Canónico promulgado el 27 de mayo de 1.917, después de la muerte de León XIII, recogió la doctrina jurídica de la iglesia sobre la masonería, especialmente las de Pío IX y León XIII. Es así como en el canon 2335 se confirman las disposiciones pontificias del siglo XIX, precisando la sanción al establecer que “los que dan su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género, que maquinan contra la Iglesia o contra las potencias civiles legítimas, incurren ipso facto en excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica”.

Es precisamente en este período lleno de agrios y duros enfrentamientos entre la masonería y la Iglesia católica cuando en 1.928 Josemaría Escrivá de Balaguer funda el Opus Dei. Desde su creación la nueva congregación aglutinó a los miembros más ortodoxos y fundamentalistas del clero católico, quienes comenzaron su trabajo misional con esos sectores de la feligresía.

En realidad de verdad, La Obra debió ser un propósito que tal vez se anidó en el ánimo de Escrivá desde mucho antes de 1.909 y cuyos orígenes pueden rastrearse en el primer decenio del siglo, alrededor del periódico El Debate perteneciente a la escuela del Real Patronato de Santa Isabel, en donde él ejercía como profesor de Filosofía y de Deontología; o en sus relaciones estrechas con la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, la cual desde El Debate impulsaba de manera dogmática su creencia religiosa. Esta Asociación de propagandistas fundada en 1.909 por el sacerdote jesuita Ayala tenía como fin “formar unas minorías escogidas, compuestas de hombres ‘apostólicos’ pertenecientes a las más variadas profesiones sin que tuviesen necesidad de hacer un voto especial de carácter religioso”; o en sus cercanas relaciones con Gil Robles fundador de la “Confederación Española de los Derechos Autónomos” partido político de carácter religioso.

Todas estas relaciones y amistades con el más crudo sectarismo religioso español y la violenta derecha hispana, fueron caldo de cultivo del Opus Dei. Si a esto agregamos el momento histórico en que se da – al que nos hemos referido antes, es posible entender que el Opus Dei fuera desde sus inicios un ariete que golpeó de manera sistemática a la masonería y a los masones. Situación que habrá de verse de manera muy especial y concreta en España, en donde la masonería fue soporte activo y combatiente a favor de la República, mientras que la gran mayoría de la Iglesia católica, especialmente sus más altas jerarquías lucharon a favor de las fuerzas de franco.

Este carácter antimasónico del Opus Dei, enraizado en su mismo nacimiento, va a generar otra de las características, ésta coincidente con la masonería, y fue la de utilizar algunos de los principios filosóficos esenciales de nuestra Augusta Institución en su ideario religioso, además de que sus miembros se someten a un rito de iniciación secreto, pero marcando su trabajo social, en salud y educación, con postulados políticos muy diferentes a los de la masonería. Es decir, de alguna manera Josemaría Escrivá buscó formar una masonería para los sectores más recalcitrantes y dogmáticos de la Iglesia católica.

Esta actitud del fundador del Opus Dei pretendió atraer también hacia La Obra y alejar de la masonería a los sectores más tolerantes del clero católico y de su feligresía creyente. Este aspecto del Opus Dei necesariamente tenía que producir, recrudecer y mantener las diferencias con la Orden, especialmente en España, México y Brasil.

Creado ya el Opus Dei, se va a presentar el tercer período, cuyo punto de referencia más importante es la celebración del Concilio Vaticano II (1.961-1.965), en cuyas conferencias habrá de darse una tendencia mayoritaria de aproximación entre la masonería y la Iglesia católica. En este sentido, los Obispos de Méjico, Monseñor Sergio Méndez Arceo y de Brasil, el sacerdote jesuita Riquet, junto con la mayor parte de la Iglesia francesa, holandesa y escandinava lideraron este acercamiento.

Uno de los más interesados en que este acercamiento cristalizara fue el buen Papa Juán XXIII, quien en 1963 hizo pública la siguiente Oración:

“Señor y Gran Arquitecto:

“Nosotros nos humillamos a tus pies e invocamos tu perdón por la herejía en el curso de desconocer en nuestros hermanos masones como tus seguidores predilectos.

“Luchamos siempre contra el libre pensamiento, poruqe no habíamos comprendido que el primer deber de una religión, como afirmó El Concilio, consiste en reconocer hasta el derecho de no creer en Dios.

“Habíamos perseguido a aquéllos que dentro de la propia iglesia habíanse distanciado inscribiéndose en las Logias, despreciando todas las injurias y amenazas.

“Habíamos irreflexivamente acreditado que una señal de la cruz pudiese ser superior a tres puntos formando una pirámide.

“Por todo esto nos arrepentimos Señor y con tu perdón te rogamos nos hagas sentir que un compás sobre un nuevo altar puede significar tanto como nuestros viejos crucifijos. Amén.”

En el año de 1.974 el Cardenal Seper, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, admitió públicamente la existencia de masonerías sin ánimo de enfrentamiento religioso con la Iglesia católica y reconocía por primera vez desde 1.738 que la excomunión lanzada hacía dos siglos era entendible en medio de los problemas políticos y de luchas religiosas ya superados. Producto de esta nueva situación, la Iglesia católica promulgó el 8 de enero de 1.983 un nuevo código de derecho canónico, en el cual el antiguo y drástico canon 2335, al que ya hice referencia antes, fue sustituido por el canon 1374, en el cual ya no hay una referencia concreta a la masonería ni a la excomunión y cuyo tenor literal es el siguiente: “Aquéllos que dan sus nombres a asociaciones que maquinan contra la iglesia, serán castigados con una pena justa; aquéllos que las promuevan o dirijan serán castigados con la pena de entredicho”.

Este canon resistió todas las presiones de los sectores más ortodoxos de la Iglesia, entre los cuales destacó por su activísima participación para evitar que se promulgara, el Opus Dei. No obstante, el Cardenal Ratzinger, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cercano al Opus Dei y su gran defensor en las antesalas del Vaticano, expidió una Declaración sobre las Asociaciones Masónicas el 27 de noviembre de 1.983, en la cual insiste en la condena y el rechazo a la masonería y prohibe a las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre esta Asociación ya que se le considera inconciliable con la doctrina de la Iglesia. Posteriormente el 23 de febrero de 1.985, ante el poco acatamiento que había tenido dicha Declaración, el Obsservatore Romano, órgano oficial de El Vaticano, publicó un artículo sin firma denominado “Reflexiones a un Año de la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Inconciabilidad entre la Fe Cristiana y la Masonería”. Esta nota es la vuelta a los tiempos inquisitoriales de la Iglesia, respecto de la Orden Masónica.

 

MASONERIA, OPUS DEI Y PODER


A pesar de ser la Masonería organización apolítica, uno de los cargos que le hicieron los gobiernos absolutistas y el Vaticano fue el de ser una asociación que perseguía el poder para derrocar los gobiernos imperantes con el fin de instaurar sus propios postulados y doctrinas, extraídos del más furioso anticlericalismo y laicismo y de las enseñanzas del naturalismo, en el decir de ellos.

La caída del absolutismo no quiso ser comprendida como una reacción de la sociedad en general, como en efecto lo fue, sino que en sectores interesados, la participación de los masones en los hechos revolucionarios de 1.779 y 1.781 en América y Francia, fue una confirmación de las actitudes subversivas de la Masonería.

En los siglos XIX y XX se da el apogeo de los gobiernos laicos como consecuencia de la separación de la Iglesia y el Estado. Este hecho significó la pérdida de una gran parte del poder terrenal que la Iglesia Católica ejercía en Europa y América Latina.

Retomar ese poder perdido ha sido uno de los fines del Opus Dei. Para conseguirlo ha trabajado durante setenta años tanto dentro de la organización de la propia Iglesia como de los gobiernos de España, Portugal e Hispanoamérica. En este tiempo, brevísimo en comparación con los tres milenios que ajusta la Iglesia de Roma, su diplomacia se ha adjudicado destacadísimos logros en uno y otro campo. Se ha convertido en la más importante fuerza dominante dentro de la Curia Romana, contando inclusive con el decidido apoyo de Juán Pablo II, aunque ello le ha granjeado no pocas resistencias y oposiciones de otros sectores de la Iglesia igualmente poderosos, que se han visto desplazados por la Obra. Según el Annuario Pontificio cuenta con 80.000 miembros en 80 países de todo el mundo, de los cuales 2.000 son sacerdotes. Es la única diócesis flotante, como prefectura personal, que existe y por lo tanto no está sometida a ninguna autoridad eclesiástica local y está gobernada por un prelado general que solo rinde informes al Papa cada cinco años. Esta situación ha llevado a que grupos de la Curia Romana digan que el Opus Dei pretende ser una Iglesia dentro de la Iglesia.

De otro lado, el hecho de trabajar en todo el mundo con los jóvenes, le permite estar en contacto con lo más granado de la inteligencia y del poder económico de los países. De esta manera, ha conseguido en las naciones hispanoamericanas colocarse muy cerca del poder político, cuando no dentro de él. Así ha orientado muchas de las políticas de gobierno en España, Colombia, Perú y otros países centro y sur americanos.

Superado el problema eminentemente religioso, que para la masonería no existe, se quiere presentar la lucha por el poder como otro factor que no permite la conciliación de las dos Instituciones. Debido a que el Opus Dei busca ser pilar ideológico y doctrinario, desde una visión teocrática de los gobiernos, rechaza por peligrosa la apoliticidad propia de la masonería.


CONCLUSIONES

Podemos concluir esta breve charla afirmando que:
1. El Opus Dei es una congregación de carácter religioso, con características de secta, y, por ende, dogmática, al servicio del fundamentalismo y la ortodoxia de la Iglesia católica. La Masonería, por el contrario, es una filosofía, carente de etiquetas religiosas, filantrópica, ética y apolítica.

2. El Opus Dei es una Institución Religiosa Católica, con la cual tal vez la Curia Romana está experimentando la posibilidad de recuperar para la religión el poder político en los Estados.

3. Aunque el Opus Dei sea una organización que tiene iniciados y ritos iniciáticos para sus miembros, que comparte con la religión católica los llamados misterios de la Iglesia, no es en realidad una masonería, pues se aparta de muchos de los principios fundamentales de esta Institución.

4. El Opus Dei busca a través de la práctica religiosa el poder terrenal para la Iglesia católica. Lo cual significaría un retroceso histórico al volver a confundir el Trono y el Altar bajo una misma fe o credo. La masonería respeta toda creencia o práctica política que funcione lícitamente dentro de los Estados, si bien procura que los afiliados suyos que ejerzan poder político lo hagan con observancia de su enseñanza ética, moral y filosófica.

5. Si bien el acercamiento entre Masonería y Opus Dei es posible, dentro de los postulados de tolerancia y respeto, esa sola circunstancia no borrará las discrepancias y diferencias entre las dos Instituciones.


BIBLIOGRAFIA

BUNSON, Matthew E: “La Sabiduría del Papa” - palabras de esperanza e inspiración de Juan Pablo II – Editorial EDAF. Madrid, 1.996.
DE KEMPIS, Tomas: “Imitación de Cristo”. Editorial Tor, Buenos Aires.

Enciclopedia Británica Online: “Opus Dei”. En: http://members.eb.com/bol/topic?eu=58673&sctn=1.

FERRER BENIMELI, José Antonio: “Cursos de Verano en el Escorial” –Masonería y Religión: convergencias, oposición, ¿incompatibilidad?, Primera Edición. Editorial Complutense. España, 1.996.

GUERRY, Emile, Monseñor: “La Doctrina Social de La Iglesia”, Segunda Edición. Ediciones Rialp S.A. Madrid, 1.961.

Historia del Opus Dei. Publicada por la Oficina de Información del Opus Dei en España, 1.998.

LE VAILLANT, Yvon: “La Santa Mafia”. Editores asociados, S. de R. L. México, 1.971.

MONCADA, Alberto: “Historia Oral del Opus Dei. Editorial Plaza & Janés, 1.987.

VACA DE OSMA, José Antonio: “La Masonería y el Poder”. Editorial Planeta. Barcelona España, 1.992.


Charla leída por el Ven:. H:. Jorge Eliécer Salazar Avenia en la Ten:. Ord;, y de calendario de la Resp:. Log:. Unión No. 9, Jurisdiccionada a la Serenísima Gran Logia Nacional de Colombia con Sede en Cartagena el día 1 de agosto de 1.999

Fuente : http://www.geocities.com/Athens/Acropolis/2313/Masoneria_y_Opus_Dei.html

 

REFLEXIONES SOBRE EL G:. A:. D:. U:.

REFLEXIONES SOBRE EL G:. A:. D:. U:.

JOSÉ DAVID BELMONTES BELTRÁN M? M?

CULIACÁN, SINALOA. 02 DE JULIO DEL 2005

Un requisito ineludible para entrar en la masonería, es creer en la existencia de un ser supremo ó dios, y dentro del ritual de todos los grados se eleva una pequeña oración a dios para que dirija é inspire los trabajos de ese momento, también esta prohibido hablar de política como de religión, esto tiene el propósito de no entrar en polémicas conflictivas con los diferentes credos ó tendencias políticas que existen entre la pluralidad de los hermanos. Pero algunos equivocadamente piensan que religión y dios son una misma cosa.

Probable es que dios y la conciencia del hombre hayan nacido al mismo tiempo, ver las fuerzas naturaleza en todo su poder debió aterrorizar a nuestros ancestros, y ante su incapacidad para comprender personifico estas fuerzas en dioses, grabando en su subconsciente este poderoso arquetipo (1) que aun hoy sobrevive como reminiscencias raciales en el subconsciente colectivo.

Todo hombre incluyendo al ateo, tiene su concepto de dios, y para la mayoría, dios es el todo, origen y final de cuanto existe, pero la existencia de dios no puede sustentarse por razones concretas y lógicas, por ello quizás sea una pulsión psicológica que nos impulsa mas a sentir que a comprender (gran parte de nuestros actos y decisiones tienen su origen en el inconsciente)...... Sin embargo, todo lo que existe en la conciencia del hombre.... Existe.....y es que lejos de ser el hombre brazos, piernas y cuerpo, es conciencia en expansión ó evolución.

Alguien comentó que el hombre plasma su propio ideal en “su” dios, ó sea que “su” dios es el súper-hombre que él desea ser, mas al evolucionar el hombre y alcanzar su ideal-dios, debe dar nacimiento a  nuevos dioses con nuevos y más altos ideales a alcanzar, por ello el hombre a tenido múltiples dioses, la única formula que concibo para que “su” dios no muera, es que evolucione en la misma medida que el hombre.

El hombre es finito y de mente relativa, por ello no puede comprender la mente absoluta e infinita de dios, y ante este impedimento el hombre dentro de sus limitaciones y capacidades crea “sus” propios dioses, sacando los arquetipos que dormitan en el subconsciente racial, antromorfeando las fuerzas de la naturaleza ó tomando como base a un hombre que fue ejemplar en virtudes y sabiduría,  y es así  como el hombre a través de sus propias creaciones percibe y se pone en contacto con las santas jerarquías y con el dios único y verdadero  que esta mas allá de la forma, tiempo y espacio.

El concepto no es la realidad, sin embargo nos acerca a ella, el concepto de dios a evolucionado junto con el hombre, mas el avance a través de la historia y las razas a sido arduo y doloroso, la intolerancia de algunos y la indolencia de otros nos a echo lento nuestro andar, para no extraviarse en su búsqueda, el hombre debe ser libre y dejar en libertad a sus semejantes, libre de dogmas, supersticiones, sofismas é ideas preconcebidas, libre de prohibiciones y anatemas, libre de infiernos y cielos, ángeles ó demonios.

Lo anterior incluye sin revelar el secreto, el propósito de los 33 grados de la masonería y en forma especial el misterio del maestro masón, la búsqueda del príncipe rosacruz, y el secreto profundo de Hiram Habiff, busca con celo la tumba del maestro con su corazón embalsamado, y vuélvelo a la vida como a Osiris, y él té dará un nuevo mallete en forma de cruz junto con una piedrecilla blanca con una rosa grabada y un nuevo nombre.

Las dos grandes columnas “B” y “J” a la entrada de nuestro templo nos recuerda la ley de la polaridad ó los opuestos, el masculino y femenino, el activo y el pasivo, y es que sin estos principios ¿cómo comprender ó explicar el proceso de la generación?, la tesis lleva implícita la antitesis, así el hombre al crear a “sus” dioses crea en forma simultanea sus opuestos ó complementos, después dé todo la diversidad  es aparente y el todo solo es uno; cuando el candidato esta apunto de ser iniciado en el grado de aprendiz, el venerable maestro pregunta “que pedís para el hermano (el candidato a iniciarse) todos responden “la luz” y en ese momento quien porta y otorga la luz es el venerable maestro, quien en ese momento esta representando a: ¿Hiram Habif?, ¿prometeo?, ó  ¿Lux Fero?...... Al final de toda reflexión, todo se resume en una personalidad......Dios.

“HOMBRE CONÓCETE A TI MISMO Y ASÍ, ALGÚN DIA CONOCERÁS AL UNIVERSO Y A LOS DIOSES”.

BIBLIOGRAFÍA:
No hay, solo son reflexiones.

 

GLOSARIO:
·         ARQUETIPO.- Formas primordiales que sobreviven en las conciencias colectivas, elementos estructurales numinosos de la psique y poseen cierta autonomía y energía especifica en virtud de lo cual pueden atraerse los contenidos de la conciencia que les convenga (diccionario de símbolos - J Eduardo Cirlot).
·         TESIS.- Obras destinadas a demostrar la verdad de una teoría.
·         ANTITESIS.- El no ser-
·         SÍNTESIS.- Llegar a ser (Diccionario Larouse)

Fuente:  http://www.glrbv.org.ve/trabajos%20y%20trazados%20masonicos/Trazados%20de%20Otras%20Logias/Reflexiones%20sobre%20el%20GADU.htm

 

Un Libro En Las Logias

Lo que fue un préstamo se torna en una usurpación que empobrece nuestra augusta orden.

Sergio Casanova Díaz
Arquitectos De La Amistad  No10
Gran Logia Central De Colombia

Un librepensador profano, con sus ojos cubiertos por una venda protectora, es  introducido en  un templo Mas  No teme nada por que confía en quien lo conduce y  ha accedido a lo que parece un juego por su talante curioso. Él y su guía caminan muy lentamente en especial cuando suben unas gradas que no cuenta. Escucha que se abre una puerta o que alguien la abre y cree entrar a un recinto en donde intuye mas de una respiración. Adivina que junto a él permanece su amigo que ya le ha soltado las manos.

La voz va aumentando su intensidad al punto que lo que dice lo entiende con claridad. El tono quiere ser solemne y el contenido lo sorprende y lo confunde.
Defraudado inicia un ejercicio mental en el que construye varios escenarios que coinciden con su conductor y en especial con él.

¿En dónde están?

Los olores que el lugar despide no parecen los olidos en las varias iglesias en donde ejerció su tedio. Allí muchas veces como en los entierros, tuvo que controlar las irresistibles ganas de reír que le producía el ambiente falso.

Aquí no quiere reír y no es por la venda.

Lo que oye es un versículo de la Biblia, que repite el que escuchó en los labios de un adicto converso, en el bus de la mañana. Recuerda sí que no lo recompensó con alguna moneda.

Está seguro que su guía no es esclavo de sustancias.

Se tranquiliza arguyéndose que mucha gente va en la calle con el libro en la mano y que algunos lo usan como misil certero.

Y de nuevo se pregunta ¿en dónde están?

Se imagina que quienes sean los que están al otro lado de la venda, también están vendados. Su conductor debió ponerse la suya una vez le autorizó  vendarlo.

La escena se esfuma.

Nos encontramos ahora leyendo a Borges.

Ciego e incrédulo nos dice que el libro es una extensión de la memoria y la imaginación y que el concepto de libro sagrado nos llegó del Oriente, en la mente de la religión de los  musulmanes: "estos piensan que el Corán es anterior a la creación, anterior a la lengua árabe; es uno de los atributos de Dios, no una obra de Dios; es como su misericordia o su justicia. En el Corán se habla en forma asaz misteriosa de la madre del libro. La madre del libro es un ejemplar del Corán escrito en el cielo".

Es el Corán de la Religión musulmana como la Biblia del Cristianismo y ellos son sus legítimos propietarios.

¿En que momento, quién  y con qué propósito la Masonería le tomó prestado su libro sagrado al cristianismo?

No fue el predicador profano Anderson, abrumado por su empeño de re-inventar las antiguas constituciones para hacerlas corresponder  con el contenido de sus creencias,  pero es posible que algún aporte exista de Albert Mackey, religioso y acucioso historiador.

No hay respuesta cierta pero no debemos los Mas prolongar por más tiempo el uso de un libro y un concepto que no nos pertenece .Lo que fue un préstamo se torna en una usurpación que empobrece nuestra Augusta Orden.

En el libro "Liturgias de los treinta y tres grados de la Verdadera Masonería o Rito Antiguo aceptado escocés" escrito por Viriato Alfonso de Covadonga, Gr. 33, Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo de Cuba y de las Antillas, séptima edición publicada en Caracas en  1877,  recopilada y arreglada por J:S:M: "Ataulfo", Soberano gran inspector General, Gr. 33,  se lee en el pie de la página 89, un llamado  escrito por este  que dice: "En muchas LL  tienen una Biblia sobre el altar para jurar por ella, esto es una ignorancia y los mas  escoc que respetan todas las creencias, no imponen ninguna religión determinada; por consiguiente, o deberían tenerse  sobre el altar todos los libros fundamentales de las sectas, para que cada iniciado jure por la religión que profesa, lo que no es posible, o jurar por el honor, pues con cualquier  religión que se siga, el que no tiene honor no es digno de ser Masón".

Hoy devolvemos lo prestado.

FIDES, RATIO ET MASONERÍA

Iván Herrera Michel

Fe es creer en lo que uno no ve.  Creer es dar por cierto algo que no se puede comprobar que lo es.  De ahí, el eterno conflicto entre fe y razón, entre dogma y ciencia.  Entre más antigua es una concepción, más pobre es el contexto de conocimientos que rodea su nacimiento, y lógicamente más débil se torna su veracidad.  Nunca antes el hombre supo lo que hoy sabe.  Al fin y al cabo la ciencia que nos ha llegado no tiene más de cuatrocientos años de edad y los desarrollos racionales que se dieron en la antigüedad no acumularon tantos conocimientos como los que se producen desde hace tan solo 100 años.  Especialmente desde hace 40. 

Esto hace que el hombre de ciencia hoy este mejor capacitado para calificar lo que se encuentra ante sus ojos como objeto de estudio, y para "revisar los grandes relatos de nuestra historia", como dice G. Vatimo.

La percepción de la historia puede ser cíclica o lineal pero siempre debe apoyarse en hechos ciertos y verificables para ser racionalmente aceptada, ya que lo contrario ubica al pensador en el terreno resbaladizo y poco fiable de lo especulativo. 

El mostrar seguridad en la posesión personal de una VERDAD es una herramienta óptima para ubicarnos en un punto de prominencia ante aquellos que queremos que nos "respeten".  Para sostener una VERDAD que no corresponda a un pensamiento lógico se necesita enunciarla como un dogma.  En realidad, el saber - o dar a entender que se sabe - algo que otro no conoce, pero que en alguna medida le interesa, nos da un cierto poder sobre esa persona (Con esto solemos especular y posisionarnos en nuestras relaciones personales).  Cuando el pensamiento lógico no nos alcanza solemos apelar al pensamiento no racional.  La fe tiene la insólita capacidad de brindarnos todas las respuestas y regalarnos una superestructura ideológica "toda talla". 

Ampliar la escala de este mecanismo para ponerlo al servicio de nuestros intereses de poder, económicos, políticos, éticos, religiosos, etc., o para lidiar con conflictos surgidos alrededor de nuestra propia conciencia moral, es una actitud eficiente.  Y si tenemos talento para ello, cierto liderazgo, capacidad organizativa, pocos escrúpulos y solucionamos el problema del dinero, la iniciativa puede llegar lejos.  Con un poco de tiempo, de pronto hasta a Washington.  Al fin y al cabo, a los obispos les costó menos de 4 siglos partir de Galilea para tomarse el poder en Roma; y de allí no han salido en 16. 

En el camino de liberar a los hombres de los viejos dogmas que atan la conciencia, el teísmo y el agnosticismo fueron fenómenos europeos que, pretendiendo separarse del confecionalismo, influyeron el despegue del positivismo científico y social de los siglos XVIII y XIX. Con un poco de retrazo llegarían estas inquietudes a Latinoamérica, el continente de la esperanza de la Religión Católica Romana (¿De la esperanza de que?).

La Masonería no escaparía de la influencia confesional y en ella vemos como amplios sectores de la Orden exigen el preconcepto de la existencia en un dios (ser supremo, principio creador, etc.) para la admisión de nuevos miembros. Recientemente el Gran Maestro de la Gran Logia de Guatemala en una entrevista del 7 de abril de 2006, al periódico DE FRENTE, de amplia circulación en su país, en el marco de una reunión de la C.M.I., afirmaba olímpicamente en términos absolutos que los Masones deben creer en Dios, en la inmortalidad del alma y no en el evolucionismo.  Y aquí nos topamos con otro fenómeno: la Masonería se parece al país en donde está.

Al contrario, otro gran sector de la Orden deja estas creencias a la esfera particular del Masón y ni las exige ni las promueve.  A un creyente lo consideran igual a un ateo, siempre que sea una persona de buenas costumbres.    

Es difícil identificar en uno mismo los obstáculos que impiden el libre desarrollo del pensamiento.  Aún hoy, existen muchas personas que encuentran en la opción no racional una salida para las angustias generadas por la dinámica alienante de sus circunstancias personales y sociales; en lo que, indiscutiblemente, tienen mucho que ver los esquemas de pecado, culpa, expiación y salvación, en que se formaron nuestras infancias religiosas.  Sin embargo, no existe duda de que algunos predicamentos metafísicos ofrecen estabilidad emocional, y esto podría ser una aptitud eficiente que, por adaptación o azar, ha adquirido el cerebro humano en la búsqueda de la supervivencia de la especie.

Por otra parte, y ya en el campo del deber ser, ¿Es correcto que se siga llenando de ansiedades a los niños para luego justificar en los adultos la existencia de una doctrina que prometa aliviar la sin razón mientras se viva, y el paraíso (o el infierno) después de la muerte?    

Para citar solo un ejemplo cercano, acerca de lo irracional del pensamiento religioso, y sus consecuencias activas, podemos recordar la polémica surgida hace tres años alrededor de la "llegada del siglo XXI", y la histeria que la acompañó.  Aunque toda datación es arbitraria y convencional (¿Cuando realmente comienza el año? ¿En que punto de la elíptica?), el tema es tan sensible que a partir de la convención más exitosa del último par de milenios se han creado los "milenarismos".  No solo en el fanático año 1000, sino también en el postmoderno 2000, en el que también se dieron peregrinaciones gratificantes, jubileos indulgentes y suicidios colectivos. 

Hoy, es posible rastrear en el tiempo y en el camino de la evolución humana, la aparición y el desarrollo de las nociones de vida después de la muerte, y de la posterior concepción de un dios controlador / regulador.  Los registros antropológicos más antiguos con que cuenta la comunidad científica datan de hace 90.000 y 30.000 años, respectivamente.  De esta antigüedad no se puede hacer derivar racionalmente que exista o no esa "otra vida" o ese dios controlador / regulador.  Pero sí se puede reparar en que la explicación cosmológica del hombre primitivo, azaroso frente a una naturaleza que teme, aún sigue vigente para la mayoría de la humanidad.  Y si esta explicación sobrevivió, es por que de alguna manera ha sido funcional.

Frente a esto, Sigmun Freud planteó la hipótesis que sostiene que la idea de un dios personal que brinda regazo y protección, no es, ni más ni menos, que la sublimación de la figura paterna.  Y por otra parte, Nietche afirmaba que el pensamiento religioso es un pensamiento neurótico.

De todos modos, nadie tiene como valioso algo que no necesita.  Si alguien tiene fe, es por que ella realmente satisface una carestía personal, así se esté obedeciendo a una opción cultural inducida.  La concepción y la justificación de "su" dios, y las esperanzas frente a una vida posterior, indican la dimensión exacta de su necesidad.

Como hombres tolerantes, se nos impone un profundo respeto sobre la materia.  Pero... ¿Es ético que guardemos silencio frente al tema que más odio, intolerancia y sufrimiento ha generado en la historia humana?

¿Cómo conciliar la prédica de que las religiones son pacifistas y conciliadoras, y llevan implícitas un mensaje de amor, con las Cruzadas, la Inquisición, la Noche de San Bartolomé, los Borgias, el asesinato de Juan Pablo I, la defensa institucional de la pederastia, la agresión a la cultura islámica, la matanza de niños inocentes que Dios ordenó para ayudar a Moisés, las limpiezas étnicas y los "ataques biológicos" contenidos en la Biblia, la oposición sistemática al avance del conocimiento humano durante los últimos 1.500 años, la legitimación de la muerte de 90 millones de indígenas americanos en el siglo XVI, la ofensiva contra la República y la democracia, la salida de grandes capitales de los países pobres obtenidos por concepto de diezmos y ofrendas, las hogueras, el fanatismo, los flagelantes, la venta de indulgencias, los hijos de sacerdotes obligados a "vivir sin padres", la subestimación de la mujer, y un largo etcétera de iniquidades?

¿Cómo entender con sensatez la prédica de un Dios amoroso, paternal, omnipresente, justo, equitativo, que todo lo puede, poseedor de una infinita misericordia, que permanece sin actuar cuando ve que un niño va a pisar una mina quiebrapatas, que permite el nacimiento de infantes enfermos de SIDA, la mutilación de genitales en su nombre a recién nacidos de religión judía, que deja que 1.800 millones de personas nazcan, vivan y mueran en la más cruel miseria, que observa sin brindar solución real a las enfermedades, el hambre y el sufrimiento de la mayoría de los más 6.500 millones de seres humanos, y que ve como sus representantes recaudan dinero en su nombre?.

Definitivamente, como afirma Javier Otaola en su libro "La Metáfora Masónica, Razón y Sentido", el tema de la existencia de un dios y el de las cosas en que entretendría su tiempo es demasiado serio como para dejárselo a los curas y a los pastores.

MI RELIGION

Entré a la iglesia: espiral de humo
que despedía el oloroso incienso,
la mística expresión de las imágenes,
del sacerdote el reposado acento;
los imponentes cánticos sagrados
y de los fieles el ferviente rezo,
lograron despertar mi alma dormida
y conmover mi espíritu un momento.
 
Luego observe la cúpula gigante,
las naves majestuosas en el centro,
las altas columnatas, las volutas,
archivolutas, calados, arabescos;
los cincelados cálices de oro,
los altares de mármol y azulejos. . .
y ante aquel deslumbrante panorama,
dejé callado y pensativo el templo.
 
Salí a la calle, multitud de seres
de miserable y repugnante aspecto,
la piedad de los fieles imploraban
con frases y quejidos lastimeros.
Al ver sus vestiduras haraposas,
ojos vítreos y rostros macilentos,
sentí frío en el alma y negras dudas
surgieron al instante en mi cerebro.
 
¡Cómo!, pense, tanta miseria en torno
y tanto lujo, tal riqueza adentro . . .
¿Esta es la religión de Jesucristo,
aquel divino y sin igual maestro?
Abrí la historia, en sus brillantes páginas
quise a mis dudas encontrar remedio,
mi razón ilustrar, buscar ansioso
la religión, el culto verdadero.
 
Mas, ¡ah! que al ver las numerosas guerras
producto de fanáticos empeños;
la expulsión de los Moros y Judíos,
la horrible abjuración de Galileo,
el suplicio de Bruno y las matanzas,
la vista con horror quite del libro
y ya no pude seguir leyendo.
¡No! no es así como hasta Dios se llega,
¡No! no es así como se gana el cielo.
 
Leí el Corán, su sensualismo impuro,
su ciega fe, su fatalismo necio,
su peregrinación, su guerra santa,
mi desdén solamente merecieron.
Compadecí al muecín sensual y rudo
y en los Vedas busque culto más serio;
tampoco allí pudo saciar sus ansias
mi corazón de la verdad sediento.
 
¿Que culto es ese que al Brahman adora
y al Sudra trata como esclavo abyecto?
de Vishnu las victorias celebradas
por dulces Bardos en hermosos versos,
de Zaquiamuní la moral sublime
y de Manu los regios preceptos
si pueden alargar la fantasía
no inspiran religiosos sentimientos.
 
Vi el Zend-Avesta, su moral augusta
consuelos dulces infiltro en mi pecho;
pero ni Ormuz me parecio adorable,
ni en Ariman hallar puede consuelo,
y así las horas sin cesar pasaban,
así volaba sin cesar el tiempo;
siempre la duda en mi interior, sombría,
siempre en mis labios el desdén eterno,
pues ni la ciencia del sapiente Focio,
ni las reformas del audaz Lutero,
ni las doctrinas de Valccio y Zwinglio
lograron despertar mi sentimiento.
¿Cómo se adora a dios?, me preguntaba,
y hallaba la respuesta en el silencio.
 
Estudie, medite, pero una noche
al pórtico llegue de un nuevo templo,
erigido a la Gloria del Grandioso
Artífice Creador de Universo.
Dos hermosas columnas se elevaban
por encima del mosaico pavimento,
y sobre las paredes encendidas
como rico dosel se alzaba el cielo;
la luna hacia la izquierda iba surgiendo,
y entre las nubes de nácar se entreveía
de mil estrellas el fulgor misterio.
 
Tres estatuas de pie simbolizaban
la fuerza, la belleza y el talento
y en medio del salón, se alzaba humilde
un reducido Altar de pobre aspecto;
sobre el Altar un libro y sobre el libro
un Compás y una Escuadra sobrepuestos.
 
En nutridas hileras apilados
a un lado y otro multitud de obreros,
que hermanos se llamaban en el nombre
del supremo hacedor del universo.
Y lo que más impresiono mi alma
fue ver al blanco, al mongol y al negro
juntos allí sin distinción alguna,
sin mas blasón que el de sus propios méritos.
 
¿A quién se adora aquí ?, pregunte ansioso,
y una voz respondiome de allá dentro,
"Aquí se adora la virtud, El vicio
proscrito esta de nuestro augusto templo".
"Aquí se enseña al ignorante humilde
y al ambicioso se le humilla presto".
"Aquí a los pobres se socorre al punto,
aquí a los tristes se les da consuelo
y espadas mil a defender se aprestan,
la Razón, la Justicia, el Derecho".
 
"La religión aquí no es fuerte valla,
la política aquí no es duro freno.
Vamos a Dios por la Razón augusta
y hacia la Libertad con el ejemplo".
Calló la voz. Un resplandor sublime
las sombras disipo de mi cerebro,
y di gracias a Dios, que al fin hallaba
La Religión: El Culto Verdadero.

  (Autor anonimo)

D I O S

Del curso "Concepto filosófico del Universo"
Por el V:. H:. Joaquín Ancona Albertos
Yucatán México

Prólogo del Q:.H:. Ricardo E. Polo :.

Importancia Histórica de recordar a un insigne masón, ingeniero y Rector de la Universidad de Yucatán, víctima de la intolerancia religiosa

El  Ing.  Joaquín Ancona Albertos, fue Rector de la Universidad de Yucatán, y por haber incluido en el programa de la preparatoria las cátedras de  "Historia de la Filosofía" y la de "Religiones comparadas", se hicieron movimientos religiosos que lograron destituirlo como Rector de la alta casa de estudios, y se fue a Puebla en la que ocupó el cargo de director del observatorio de Tonantzintla, donde escribió un libro de cosmografía.  Falleció siendo miembro de la Francmasonería Progresista Universal, y miembro activo del Rito Primitivo.

Prólogo

Poco es cuanto puede agregarse a los razonamientos del Catedrático que expuso estas ideas sobre el concepto de Dios. Y menos aún podría comentar una exposición, cuyo desarrollo científico y filosófico es impecable. Sin embargo, como naturalmente sabemos que su contenido ha de prestarse a la polémica y que una cierta cohorte de asombrados lectores habrá de experimentar distintas sensaciones, todas ellas emergentes de las creencias de conciencia, me debo abstener en extenderme sobre consideraciones que a la postre, solo son posibles si el tema se pudiera desarrollar dentro de los carriles de lo filosófico.

Sin embargo, vale la pena insistir sobre ciertos hechos que a través de los Cuadernillos, pretendemos destacar. Uno de ellos es la supina mediocridad que caracteriza el tiempo que nos toca vivir. A pesar de los asombrosos avances de la tecnología comunicacional, no parece que proporcionalmente a su magnitud, el Hombre haya sabido acompañarla en su desarrollo. Nuestro tiempo se caracteriza por un síndrome muy particular. El de la "supocicionitis", que es la "certidumbre" de dar todo por supuesto y lo que se de por supuesto, es cierto.

De allí que podamos advertir el gran número  desproporcionado con relación al avance de los tiempos de personas que en cualquier conversación parecen "saber" de lo que hablan y en los argumentos esgrimidos, el consabido "por supuesto" que nos avisa de su "malformación intelectual mediatizada". Sea dicho de paso, una de las curiosas frases que pretenden condensar calificaciones posmodernistas.

Podemos conversar en estos tiempos sobre diversos temas relacionados con las ciencias humanistas. Saber de la existencia de geniales estudiosos de las Ciencias Naturales. Asombrosos científicos en materia de Física y Matemáticas, imbuidos de los descubrimientos cada día más profundos en materia de Ciencias Exactas. Y hasta ciertos pensadores, a los que la vulgaridad de los medios de difusión, denomina "filósofos", y que en su generalidad se encuentran abstraidos en el vértigo del "confusionismo" contemporáneo. Eximiendo a Confucio de tal calificación. Y no mencionemos, sin estremecernos, aquellos soberbios universitarios imbuidos de la idea de que su status es privilegio para la opinión y que solo a través del método cartesiano con el que martillaron su mente, son depositarios de la Verdad o en su defecto, de la única manera de buscarla...

Ahora sin ironías, molestémonos de la medianía que campea en el mundo que nos toca vivir. La de los "Grandes Hombres" que dirigen el planeta, de la dirigencia planetaria imbuida de frivolidades y farandulismos, fenómeno tan extendido hoy como un reguero de pólvora. De intelectualoides circunscriptos a cenáculos de recíproca adulación; de la falta de talentos verdaderos; o de estos, que de solo asomar su cerviz, la perderían; de tantos desinformadores que eluden compromisos y de tantos hombres que se encuentran sometidos al consumismo, empobrecidos espiritualmente por el mercado o excluidos ya del sistema. Y fundamentalmente, del execrable "no te metas", de primigenia divulgación familiera.

Sin embargo, observando objetivamente el tiempo que nos toca vivir, es posible todavía experimentar el asombro; recuperar la Esperanza de un mundo mejor y tener la certidumbre de coadyuvar al Progreso. A pesar de todo. No hablo de emprendimientos axiales o planetarios. Me circunscribo a la idea de poder dar lectura pormenorizada del pensamiento de hombres como el Q:.H:. Joaquín Alcona Albertos, controvertido o no, pero que deslumbra por su honestidad, sencillez y profundidad.

No es extraño entonces que a pesar de sus títulos Universitarios, su capacidad intelectual, su sentido progresista y sus múltiples actividades en procura del Progreso de la Humanidad, los retardatarios,los fanáticos, los ignorantes y los pusilánimes, hayan logrado desplazarlo del Rectorado de la Universidad de Yucatán y cuestionarlo por haber intruducido en la preparatoria, las materias Historia de la Filosofía y Religiones Comparadas.

Pero no debiéramos escandalizarnos por esto. No solo estas cosas suceden en el inmovilismo retardatario de las religiones positivas. También sucede en cuanto ámbito se procure dejar de aceptar, por entusiasmarse en pensar.

Ricardo E. Polo : .
Mar del Plata septiembre de 2001   

Del  "Concepto filosófico del Universo"                 
1937

50.El antropomorfismo ha conducido, según hemos visto ya, a explicar el Mundo y todos los fenómenos que en él se verifican con la intervención de uno o varios dioses. La idea que de éstos se han formado los hombres es tan variada, que se puede afirmar que no hay dos personas que acerca de tales personajes piensen lo mismo, sin que para ello sea obstáculo la disciplina rígida que en sus dogmas introducen ciertas Iglesias, singularmente la romana. Cada persona tiene, para su uso personal, dioses ideados a su propia imagen y semejanza; pero prescindiendo de los diferentes matices personales que cada creyente imprime a sus dioses, puede decirse que las ideas principales acerca de la divinidad se agrupan en dos grandes sistemas: El panteísmo y el teísmo.

En el panteísmo se hacen de Dios y el Mundo un solo y único Ser, del que todos los demás no son sino manifestaciones: Dios  es  la Naturaleza.  El panteísmo -dice Schopenhauer-  es un ateísmo cortés.

El teísmo toma distintas formas, según las religiones y según los sistemas filosóficos. En el politeísmo, se admite la existencia simultánea de muchos dioses, que son personificaciones de los fenómenos naturales o de cualidades abstractas; en el anfiteismo, se supone el Mundo regido por dos dioses, uno bueno y otro malo: Osiris y Tifón en Egipto, Vichnú y Chiva en la India, Ormuz y Ahrimán en Persia, Dios y el Demonio entre los cristianos y mahometanos; en el monoteísmo, habría que reducir todas las divinidades a una sola pero, ninguna de las religiones vivas o muertas ha alcanzado esta fase.

Ciertos filósofos no religiosos son monoteístas y toman el nombre de deístas. No obstante tampoco están de acuerdo en la naturaleza y funciones de este Dios único. Para unos su papel ha consistido en introducir el orden y la armonía en el caos eternamente existente (Demiurgo); para otros, se ha limitado a crear el Mundo por un solo acto de su voluntad (creador) y lo ha abandonado después a la acción ordenada de las causas segundas; para otros en fin, la creación divina no ha sido un acto instantáneo, sino que es permanente: esto es, Dios (la Providencia) sostiene y ordena constantemente el Mundo con su voluntad; de modo que, para destruirlo, no necesita desearlo: le basta con suspender su voluntad de sostener el Mundo.

El dios identificado con el mundo, de los panteístas, recibe entre los filósofos no religiosos el nombre de Dios Inmanente; el dios personal, distinto del mundo, de los deístas, el de Dios Trascendente. Este último puede ser, según acabamos de ver, Demiurgo, simplemente Creador, o Creador y Providente.


Analizando los argumentos que en pro de la existencia de un Dios han dado los creyentes, es fácil convencerse, no sólo de que no demuestran lo que pretenden, sino que en último término, arguyen en contra. Expondremos y criticaremos brevemente a continuación, los más frecuentemente usados, de esos argumentos.

Según un apologista cristiano, estos argumentos son:

1º- La existencia del Universo.
2º- El movimiento, el orden y la vida que en él reinan.
3º- La existencia del hombre inteligente y libre.
4º- La existencia de la Ley Moral.
5º- La creencia universal del género humano.
6º- Los hechos ciertos de la historia.
7º- La necesidad de un ser eterno.

El mismo apologista añade que todos estos argumentos están basados en la ley de la causación universal; pero lo cierto es que esta ley no prueba necesariamente la existencia de uno ni de varios dioses.

El hombre primitivo -y hay que comprender en este término al ignorante actual- ve como causa de cada fenómeno un ser sobrenatural, un dios, un demonio, un ángel, un santo: todo se lo explica con la intervención divina.

Cuando su instrucción le hace darse cuenta de que cierto fenómeno B es causa, o antecedente necesario de otro fenómeno A, considera innecesaria la intervención divina para producir éste último  y la regla para explicarlo es el fenómeno B. Si luego se da cuenta de que otro fenómeno C es antecedente necesario del fenómeno B relegará la intervención divina hasta el fenómeno C.

A medida que la ciencia avanza, los dioses retroceden... Prolongando hacia atrás la cadena de las causas, quiere el hombre conocer una causa primera.  No puede hacerlo; pero incapaz de confesar ignorancia y librarse de la ilusión del animismo, le da a la causa primera un nombre: dios.  Y sin embargo, este nombre no es más que una palabra vacía de sentido y que no resuelve los problemas que pretendía resolver.

51.La cuestión primordial, la de la existencia misma del Universo, ha sido contestada por tres hipótesis distintas: el ateísmo, el panteísmo y el deísmo: o el mundo existe por sí, o se ha creado a sí mismo, o ha sido creado por una potencia exterior.

Si existe por sí, no ha tenido principio, porque no ha tenido creador.  Es la consecuencia lógica de la ley de la sustancia, de la eternidad de la materia y de la energía, establecidas sobre las sólidas bases de la experimentación y el raciocinio por las ciencias químicas.  Sin embargo, muchos la rechazan porque se niegan a admitir la existencia sin principio: dicen que no puede existir lo que no empezó a existir alguna vez.

Los panteístas aseguran entonces que el mundo sí tuvo principio: pero como no existen dos seres distintos, sino uno sólo, el mundo se ha creado a sí mismo. ¿Y cómo? Si no existía, ¿Quién creó?  Se puede pensar que hubo un tiempo en que el mundo no existía en su estado actual, sino en un estado que pudiéramos llamar potencial, y que ha pasado al estado "actual" de manera espontánea:  algo así como cuando se forma una nube por la condensación de un vapor invisible; pero esta idea no resuelve la cuestión, porque hace admitir la existencia indefinida de un mundo en estado potencial. ¿Y cómo explicarnos su existencia? No diremos que ha sido creado por un Ser distinto del mundo, porque sería negar la esencia misma del panteísmo; ni que existió sin principio, porque esta hipótesis es la que queremos eludir.  ¿Habrá sido creado por otra modalidad del propio Mundo? Esto nos obliga a prolongar indefinidamente hacia el pasado la serie de modalidades distintas y admitir, forzosamente, la existencia sin principio.

Trataremos de eludirla admitiendo que el mundo fue creado por una potencia exterior, por un dios distinto del mundo. ¿Habremos suprimido la dificultad?  No: únicamente la hemos trasladado, porque nos quedaría por explicar la existencia de ese dios, y ésto no podemos intentarlo, sino mediante las mismas tres hipótesis: o Dios existe por sí, o se ha creado a sí mismo, o ha sido creado por una potencia exterior: por un superdios.

Esta última hipótesis se rechaza desde luego, porque el dios intermedio saldría sobrando, y porque no haríamos sino trasladar de nuevo la dificultad de la existencia de ese superdios; y si hubiera sido creado por otra potencia exterior, aún tendríamos que prolongar indefinidamente hacia el pasado la serie de superdioses y, en último término, admitir la existencia sin principio de la propia serie.

El dios creador del Mundo ¿Se habrá creado a sí mismo?  O admitimos entonces que había obrado antes de ser, lo que es absurdo, o admitimos que el estado "actual", fue precedido por un dios en estado "potencial", creador del estado actual; pero esta hipótesis, sobre hacer innecesario el dios actual, nos llevaría también a admitir la existencia sin principio de una serie de modalidades de dios.

Sólo queda la hipótesis, generalmente admitida, de que dios existe por sí, sin principio, y la dificultad queda en pié. Todo aquél que rechace la hipótesis ateísta porque contiene la dificultad de la existencia de algo que no empezó a existir, debe, lógicamente rechazar las hipótesis panteísta y deísta, porque contienen la misma dificultad.

En realidad, lo que prueba el razonamiento anterior, es la necesidad de un ser eterno. Es incomprensible; pero ningún esfuerzo mental nos permite eludirla. Hemos de admitir la existencia sin principio, aunque no podamos tener de ella una representación mental, del mismo modo que admitimos el espacio sin limites, sin podérnoslo representar. ¿Cuál es el ser eterno? Nos lo han contestado ya las ciencias físico-químicas: La sustancia, manifiesta como materia y como energía, es decir, el Universo.

La verdad está contenida en la hipótesis ateísta:

Dios

52. El movimiento no prueba tampoco la existencia de un dios. Se pretende que todo movimiento supone un motor, pero que el primer motor ha de ser inmóvil, y que su primer motor, es un dios; pero la eternidad de la sustancia, esto es, la eternidad de la materia y de la energía, implica el movimiento.


El pretendido orden del mundo, nada prueba tampoco.

"En el Universo -dice el apologista antes aludidoreina el orden más perfecto: cada cosa está en su sitio. El día sucede a la noche, y ésta, a aquél; las estaciones suceden a las estaciones. La tierra, los cielos, las estrellas, los diversos elementos del Universo, todo se encadena, todo concurre a la armonía maravillosa del conjunto".

Pero se le ha olvidado añadir: "En la Tierra reinan la lucha, la desolación y la muerte; para que unos seres vivan, es menester que otros perezcan; las tempestades y los terremotos; las pestes y el hambre, la sequía y las inundaciones, ponen la armonía y el orden en ridículo.  En la Luna, la sucesión de los días y de las noches significa cambios de temperatura tan bruscos, que hacen, imposible esta vida que tanto admira a los apologistas de la armonía universal. Todos los astros tributarios del Sol acabarán por precipitarse en él, quizá para librarse de los que hablan del orden inmutable del Mundo, etc." Y sobre todo, se dice que el Mundo está perfectamente organizado, siendo así que es imposible compararlo con otro. Si en vez de ser como es, fuera de otro modo, los apologistas lo hallarían igualmente admirable.

Y tal como es, cada  uno  de  nosotros puede hallarle defectos, y hasta proponer el modo de corregirlos. Laplace ha enseñado la forma en que debió haber sido creada la Luna para que se nos presentase siempre llena. Flamarión conocía el secreto que pudo habernos dado una eterna primavera, y una atmósfera que constituya el alimento completo de los seres vivos; y en nuestra vida diaria, hallamos siempre algo que corregir y la manera de hacer un mundo ordenado más a nuestro gusto. ¡Bien pudo el Todopoderoso dar satisfacción a todas sus criaturas!

Para sostener la idea del Mundo, se habla de que la misma ciencia ha establecido que los fenómenos se suceden de conformidad con ciertas leyes inmutables, y que estas leyes presuponen la existencia de un legislador. Se juzga en este argumento, con la palabra ley. Lo que llamamos "leyes naturales" no se parece en nada a las leyes humanas, expedidas por legisladores.

Las  primeras  están   en   las   cosas  mismas;   las segundas, preceden a los fenómenos que provocan, son distintas de ellos, y pueden permanecer escritas sin efecto alguno. Para que las "leyes" del péndulo se realicen, basta la existencia de un péndulo y de la acción gravitacional de la Tierra: no son, en realidad, cosa distinta de la misma pesantez.

La Ley electoral puede no cumplirse, aún cuando existan electores y elegidos; es esencialmente distinta de unos y otros, y de allí que presuponga la existencia de un legislador. En realidad, se da un sentido abusivo a la palabra ley, cuando decimos "leyes naturales". Las proposiciones así llamadas, no son sino inventarios de observaciones acerca de la sucesión de los fenómenos. Y en tal sentido, no presuponen la existencia de un legislador.

La existencia de los seres vivos, tampoco prueba la existencia de un dios. Los apologistas sostienen que la materia no pudo dar vida a los vegetales, a los animales y al hombre, porque es inerte. Es una base falsa, pues ya sabemos que la materia y la energía son manifestaciones distintas de una sola entidad: la sustancia y la vida, cualquiera que sea su esencia, no son sino una forma de energía.

Por lo demás, los biólogos actuales, entre los cuales hay que citar al mexicano, doctor don Alfonso Herrera, han logrado crear sistemáticamente la materia orgánica, y han obtenido, combinando sustancias de las llamadas por los idealistas "inertes", seres que se mueven, se alimentan, se desarrollan, se reproducen por segmentación, y muestran en fin, tal semejanza con los seres vivos unicelulares, que no cabe ya duda de que éstos, en condiciones favorables, pueden surgir y han surgido sin duda, de la combinación fortuita de determinados elementos inorgánicos.

Se ve ya bastante claramente, a través de tales experimentos, la cadena 3ininterrumpida que conduce, por evolución, desde la materia bruta, hasta los seres vivos mejor organizados. Todos estos han surgido siguiendo esa sucesión de hechos agrupados en la teoría de la evolución, y este mismo fenómeno se ha producido en forma que denuncia a las claras la existencia fortuita, y la ausencia de todo director inteligente.

Como tercer argumento se nos da la existencia del hombre inteligente y libre. Hay que descartar la libertad, que no existe. En cuanto a la inteligencia, es también, según sabemos, resultado de la evolución. El cuarto, es la existencia de la ley moral. Se dice:  "Existe una ley moral absoluta, universal, inmutable, que prescribe el bien, prohíbe el mal y domina en la conciencia de todos los hombres. Cuando obedecen a esta ley son felices, cuando la violan, sienten remordimientos.

Ahora bien, esta ley no puede dimanar sino de Dios... No hay una palabra de verdad en todo este discurso. La moral, las nociones del bien y del mal, varían  de un  pueblo  a  otro,  de  unos años a otros, de unos individuos a otros. No hay nada menos absoluto, universal e inmutable.

El que un acto se considere bueno o malo depende de las consecuencias momentáneas que produce y de sus móviles y unos y otros son por regla general tan complejos y variados, que es raro que hayan dos personas que al juzgarlo estén de acuerdo. Nuestra propia capacidad para juzgar un acto, depende de nuestra educación, de nuestro grado de cultura, de nuestras ideas filosóficas de nuestro estado de ánimo.

La "Ley moral" que mandaba a los espartanos matar a los niños enclenques e inútiles, nos manda hoy rodearlos de cuidados exquisitos. Cualquiera que sea, en un momento y en un pueblo dado "la  ley  moral"; es única y absolutamente humana. La naturaleza misma es absolutamente indiferente a nuestras nociones del bien y del mal: "El sol sale sobre malos y buenos, y llueve sobre justos e injustos". (Mateo V, 45)

Podemos añadir que los terremotos y las erupciones volcánicas, no suelen escoger entre los malvados a sus victimas: Y semejante indiferencia no puede ser sino reveladora de toda ausencia de sentido moral, de conciencia y de talento. No es este precisamente, el concepto que de Dios se forman los apologistas. El quinto argumento es la creencia universal del género humano. Al tratar del alma, hemos demostrado ya la ninguna fuerza de semejante raciocinio. Como sexto argumento, se nos ofrecen los "hechos ciertos" de la historia, y como tales se nos dice que Dios se mostró a Adán y Moisés, personajes tan mitológicos como el mismo Dios, ó, por lo menos,
tan discutibles como todos los dioses.

El último argumento es la necesidad de un Ser eterno. Hemos convenido ya en ello; pero reconocido al Ser eterno, con auxilio de las ciencias físicoquímicas: es  la  sustancia.  La  necesidad de  un  Ser eterno no arguye pues, la existencia de ningún Ser distinto del Mundo: es el Mundo mismo. Esta declaración  ¿es panteísta? No: declarar que el Mundo es eterno, no es identificarlo con un dios, puesto que eso equivaldría a atribuir a la sustancia cualidades que no posee: unidad, simplicidad, inmutabilidad, omnipotencia.

Por el contrario, reconocer en la sustancia el Ser eterno, es negar todo dios, inmanente y trascendente. No por eso  habremos  explicado el Mundo.

Los deístas y panteístas tampoco lo consiguen: tapan su ignorancia con una palabra: dios, y se engañan a sí mismos. Los materialistas ateos sabemos que el Mundo, esto es, la materia, la energía, el movimiento, son en absoluto inexplicables. Un hecho, un fenómeno queda explicado cuando hacemos notar su analogía con otros que conocemos mejor. La creación exnihilo, no es una explicación del origen del mundo,  porque no es un hecho análogo a ninguno otro. No lo es a la reproducción de un ser viviente porque, en hipótesis creacionista, Dios y el Mundo son de distinta esencia y naturaleza. No lo es tampoco al arte del escultor que modela una estatua ni al del artesano que fabrica un reloj, porque uno y otro no hacen sino transformar materia preexistente. La existencia del Mundo es absolutamente inexplicable, porque no existe género para la especie Mundo; porque no hay otros seres análogos.

Si, libres de la ilusión antropomorfista, contemplamos el Mundo y reconocemos la eternidad de la sustancia, su multiplicidad, su evolución sin plan preconcebido, su ceguedad e inconciencia, quedaremos ineludiblemente obligados a negar la existencia de todo dios.

Solo poseemos una verdad positiva: el Mundo es.

Nota para los lectores:
Creemos que uno de los derechos mas significativos, emergente del Libre Albedrío, es el derecho a discrepar. Convocamos por ello a los QQ:.HH:. que deseen aportar su colaboración para la serie de Ensayos y Recopilaciones sobre este y otros temas, lo remitan mediante e-mail al Q:.H:. Genaro de Jesús Mena Lizama, a su correo:
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