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Pensamiento Masonico

Palabras

El silencio amigo y consejero

El silencio amigo y consejero

El no tenía memoria, no sabía quién era, de dónde venía, para dónde iba. Estaba ahí quieto. Como salido de la nada.

- ¿Quién seré yo? - se preguntó angustiado. Entonces  buscó a su alrededor una respuesta.

-  Buenos días - le saludó Juan, quien acababa de cortar algunas flores.

- ¿Quién eres? -


Soy Juan, el cazador de sueños.

-  ¿Y, qué es un cazador de sueños?

- El que va por la vida buscando afectos y derribando cada propósito puesto en su mente.

- ¡Qué hermoso! - dijo Él

- Y, ¿de dónde provienes?

- Del sueño de mis padres y mis hermanos.

-  Dime, ¿qué es un sueño?

-  Es la forma en la que habla un corazón libre.

- ¿Y, tú quién eres? - preguntó Juan.

- No lo sé. Algo, creo.

-  ¡Qué lástima! - dijo Juan - ¡Ni siquiera eres alguien!

-  ¿Y qué se necesita para ser alguien?

-  Nada. Sólo saber lo que se es.

- ¿Quién seré yo? - dijo Él de nuevo, más angustiado aún.

- Eso sólo lo sabes tú - dijo Juan - ¡Serás lo que serás! Y dicho esto, partió Juan por la larga senda que es la vida, persiguiendo un sueño que una vez se le había escapado.

-  Buenas tardes - le saludó María.

- ¿Quién eres?

- Soy María, la dulce cantora tras un cálido ocaso.

-  ¿Y qué es un ocaso?

-  La fantasía del sol cortejando al polvo del horizonte.

-  ¿A quién le cantas?

- A la luna, y al desconsuelo de un corazón enamorado.

- ¡Qué hermoso! - Dijo Él. - ¡Quiero ser como tú! - Agregó entusiasmado.

María le miró con extrañeza y antes de huir sobre un trueno, le dijo:

- ¡Serás lo que serás!

- ¿Quién seré yo? - Se preguntó por vez tercera, sin encontrar respuesta...  "¡Serás lo que serás!", le había dicho Juan; "¡Serás lo que serás!", le repitió  María. ¿Quién demonios era Él?

- Buenas Noches - Le saludó Rafael, el poeta bohemio.

- ¿Y qué es un poeta?

-  El abogado de los amantes, el estudiante de la locura, el erudito de la vida.

-  Rafael, ¿y cuál es tu noble origen?

-  Vengo de un suspiro del silencio majestuoso.

- ¿Qué es el silencio?

- Conversar con tu ser. Contigo mismo.

- ¿Es bueno hablar con el silencio?

- Sólo si necesitas saber quién eres, de dónde vienes y a dónde vas... ¿y, quién eres tú? - preguntó Rafael.

Él no respondió. Comprendido esto, Rafael huyó en la espesura de una noche que pronto estalló en el más sepulcral silencio.

- ¡Hola Silencio! - dijo Él con los labios cerrados. Allí  comenzó una larga conversación con aquel que terminó cuando Él se quedó dormido. Soñó con el cazador de sueños, capturando su sueño perdido; en silencio, soñó con la cantora, quien en silencio afinaba sus pensamientos y componía un nuevo día; soñó con el poeta, quien en una infinita tertulia le debatía al silencio y al viento la manera de usar la chaqueta durante las noches nevadas y calladas; callado, soñó también con su propio silencio de arquitecto del futuro, haciendo cosas que jamás había imaginado y salvando este mundo y los otros de ejércitos de orcos verdes. Fue entonces cuando supo quién era, de dónde venía y hacia dónde iba. Soñó tranquilo.

- Es bueno hablar con el silencio, sólo él conoce las respuestas a las más grandes preguntas - dijo para sí, antes que el primer rayo del nuevo sol le turbara el descanso.

-  Buenos días - dijo Juan - ¿Quién eres tú?

-  Un arquitecto de futuros.

- ¿Y qué es eso?

-  La promesa de un mañana mejor.

-  ¡Qué hermosas palabras dices! - anotó alegre Juan - ¿de dónde viene tanta sabiduría?

-  De mi conversación con el silencio.

- El silencio es muy sabio. Tú eres lo que eres, ¡finalmente lo has descubierto!  Dicho esto, Juan se hincó en una profunda venia.

-  Buenas tardes - dijo María - ser promesa de un mundo mejor es la mejor de las promesas - agregó. Se alejó pensando en que algún día habrá cantores de paz por todas partes.

-  Buenas noches - le saludó Rafael quitándose una rama del sombrero. - ¿Quién eres?

-  La esperanza de la alegría y la promesa de un mundo mejor que viene de jamás y va para siempre.

- ¡Espléndido! - dijo Rafael - ¿y, qué es la alegría?

- Es lo que sentiremos todos cuando logre crear un mundo en el que Juan pueda cazar sus sueños sin ser cazado por la muerte, María cantar sin ser callada por el tirano demonio y, tú, Rafael, puedas escribirle a los corazones de la gente sin recibir a cambio odio y balas.

- ¡Eres admirable! - concluyó Rafael - algún día tendrás tu mundo mejor y será el silencio tu amigo y consejero.

- Sólo si hay sueños, cantos y bellos poemas - respondió el arquitecto, mientras buscaba los ladrillos que emplearía al construir su tan anhelado mundo mejor.

Victor Manuel Guzman Villena

LA PAZ

LA PAZ

La paz es una de las aspiraciones más antiguas de la Humanidad, que desde el comienzo de los tiempos suele dar ese nombre a los períodos generalmente breves que transcurren entre dos guerras. El vocablo en español proviene del latín pax, pacis y aparecía en nuestra lengua ya en el Poema de Mío Cid, que data de 1140. Es palabra común a todas las lenguas romances: en francés, paix; en italiano, pace; en portugués paz, y en otras lenguas como el inglés peace.

Paz está también en el origen de pacto, que proviene del latín pactum, y que en esa lengua era el participio pasivo de pascisci (firmar la paz). En latín, pactare significaba también pagar un tributo, que es la obligación que suele tocar a los vencidos al cabo de una guerra. En castellano antiguo, pechar significaba pagar un tributo y en el Río de la Plata se usa hasta hoy con el sentido de 'pedir dinero prestado'.

Está también en el origen de que proviene del latín y que en esa lengua era el participio pasivo de (firmar la paz). En latín, significaba también pagar un tributo, que es la obligación que suele tocar a los vencidos al cabo de una guerra. En castellano antiguo, significaba pagar un tributo y en el Río de la Plata se usa hasta hoy con el sentido de 'pedir dinero prestado'. Apaciguar se encuentra ya en el siglo xiii, pero en el siglo xvii hay algunos textos con apazguar, apazguado, que se cruza con pacato para dar como resultado pazguato (tonto, lerdo) y, en el Río de la Plata y Venezuela, pajuato, con el mismo significado.

La lealtad.

CARLOS GONZALEZ ASTETE

Hacer aquello con lo que uno se ha comprometido aun entre circunstancias cambiantes. Un valor sin el cual nos quedamos solos y que debemos vivir nosotros antes que nadie.

La lealtad es una virtud que desarrolla nuestra conciencia. Ella nos conduce profundamente hacia una situación, a través de ésta, y hacia la salida del otro lado, emergiendo como una persona más evolucionada.

La lealtad es un corresponder, una obligación que se tiene con los demás. Es un compromiso a defender lo que creemos y en quien creemos. La lealtad es un valor, pues quien es traidor se queda solo. Cuando somos leales, logramos llevar la amistad y cualquier otra relación a su etapa más profunda. Todos podemos tener un amigo superficial, o trabajar en un lugar simplemente porque nos pagan. Sin embargo la lealtad implica un compromiso que va más hondo: es el estar con un amigo en las buenas y en las malas, es el trabajar no solo porque nos pagan, sino porque tenemos un compromiso más profundo con la empresa en donde trabajamos, y con la sociedad misma.

La lealtad es una llave que nos permite tener auténtico éxito cuando nos relacionamos. La lealtad es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber que puede obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más. Es frecuente saber que alguien frecuenta un grupo contrario porque le da más beneficios. Y lo que acaba ocurriendo es que nadie confía en ese tipo de personas.

La lealtad es esencial en la amistad. Los conocidos se hacen amigos a través de la lealtad mutua. La lealtad es un esencial en la amistad que se ha desarrollado en el compromiso de corazones entre dos personas. En una relación de corazón a corazón la lealtad desarrolla la confianza mutua.

Es nuestro deber el ser leal a aquellos que dependen de nosotros: familia, amigos, nuestros empleados o nuestro empleador. La lealtad es amor bondadoso en acción. La lealtad es potenciada por la energía que viene hacia nuestro cuerpo al cuidar nuestras actitudes y pensamientos. La lealtad desarrolla nuestra alma en conciencia, transformándonos en la creación más hermosa posible de un ser humano.

Como vemos, la lealtad se relaciona estrechamente con otras virtudes como la amistad, el respeto, la responsabilidad y la honestidad entre otras.

Podemos ver como actitudes desleales:
- Las críticas que se hacen de las personas, haciendo hincapié en sus defectos, lo limitado de sus cualidades o lo mal que hacen su trabajo.
- Divulgar las confidencias que se nos han hecho.
- Quejarnos del modo de ser de alguien y no ayudarlo para que se supere.
- Dejar una amistad por razones injustificadas y de poca trascendencia.
- El poco esfuerzo que se pone al hacer un trabajo o terminarlo.
- Cobrar más del precio pactado.

No basta contradecir las actitudes desleales para ser leal, es necesario detenernos a considerar algunos puntos:
- En toda relación se adquiere un deber respecto a las personas. Como la confianza y el respeto que debe de haber entre padres e hijos, la empresa con los empleados, entre los amigos, los alumnos hacia su escuela...
- Se deben buscar y conocer las virtudes permanentes para cualquier situación, de otra forma se es “leal” mientras se comparten las mismas ideas.
- La lealtad no es una consecuencia de un sentimiento afectivo, es el resultado del discernimiento para elegir lo que es correcto.
- Si se coloca como valor fundamental el alcance de objetivos, se pierde el sentido de cooperación. La persona que participa en una actividad sólo por el éxito que se tiene, fácilmente abandona la empresa porque las cosas no salen bien o simplemente deja de obtener los beneficios a que estaba acostumbrado.
- Lo importante es vivir las virtudes por lo que representan, no por las personas que en algún momento dictan una norma.

Con todo lo anterior veremos que aún sin darnos cuenta, las relaciones que hemos sabido mantener se deben en gran medida a la vivencia del valor de la lealtad.


DE LA LEALTAD

Una preocupación hace bullir mi mente y un dolor ensombrece mi alma. Seres sin escrúpulos de conciencia, que pretenden imponer su voluntad por encima de todo, lograr unos fines -por demás inconfesables- sin reparar en la honestidad de los medios. Ninguno cuenta con el libre albedrío de la persona que pretenden doblegar.
Insultos, amenazas, calumnias..., son sus armas. Armas que poco dicen a favor de quien las utiliza. Alianzas pactadas en la sombra porque no se atreven a obrar a la luz del día. Aprovechar debilidades ajenas para lograr sus objetivos. Jugar descaradamente con lealtades.
Y, en medio de todo este asunto, está en juego mi sentido de la amistad y la fidelidad. Tengo la conciencia muy tranquila. Las ideas muy claras. Sé perfectamente lo que tengo que hacer: caso omiso a quienes no merecen el apelativo de personas. No ignoro que pretenderán atacarme. Se volverán contra mí. Pero tengo a mi favor que han olvidado totalmente contar con mi propio discernimiento y voluntad de acción.
No me importa recibir una serie de golpes, por muy traicioneros que sean, si con ello un amigo se ve libre.
Por mantener incólume una amistad, por evitar un daño a un amigo, me enfrento a quien sea. Porque tengo unos principios más honestos, porque la bajeza y ruindad de algunos no me da miedo, porque no abandono a los míos cuando las cosas se ponen feas... porque, en definitiva, soy leal.

TACNA PERU

Clientelismo político

Clientelismo político

El clientelismo político es un sistema extraoficial de intercambio de favores, en el cual los titulares de cargos políticos regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral.

En un sistema de clientelismo, el poder sobre las decisiones del aparato administrativo del Estado se utiliza para obtener beneficio privado; el patrón —sea directamente un funcionario él mismo, u otra persona dotada de suficiente poder como para influir sobre los funcionarios— toma decisiones que favorecen a sus clientes, y que estos compensan con la perpetuación en el poder del funcionario implicado o de su entorno. La relación puede fortalecerse mediante la amenaza de utilizar esa misma capacidad de decisión para perjudicar a quienes no colaboren con el sistema.

Las relaciones clientelares están profundamente arraigadas en la democracia latinoamericana, aunque no se limitan en modo alguno a ella; el control de los sindicatos en los Estados Unidos, por ejemplo, estuvo asociado durante la mayor parte del siglo XX a formas muy marcadas de clientelismo. En general, los sistemas clientelares aparecen donde la necesidad de integrar rápidamente un elevado número de participantes a un sistema político sin tradición organizativa lleva al desarrollo de sistemas de mediación informal entre la acción estatal y las necesidades de las comunidades.

Estructura del clientelismo

En el clientelismo los bienes públicos no se administran según la lógica imparcial de la ley, sino que bajo una apariencia legal se utilizan discrecionalmente por los detentadores del poder político; normalmente se corresponde con figuras penadas jurídicamente como prevaricación o corrupción. Sin embargo, existen pocos incentivos para que los participantes busquen acabar con el sistema clientelar, puesto que este se halla institucionalizado —en el sentido sociológico del término— como patrón regular de interacciones, conocido, practicado y aceptado (si bien no necesariamente aprobado) por los actores (O’Donnell: 1997).

Hábito clientelar

La relación de los clientes con el patrón no se apoya únicamente en su interés por los favores que pueden recibir a cambio de su adhesión, sino que está basada en la concepción que estos se forman a partir de su experiencia del funcionamiento del poder, y en las expectativas que así desarrollan. El elemento material y puntual de intercambio del clientelismo tiene así un efecto persistente sobre las expectativas sociales y políticas de los participantes; si bien la relación entre cliente y patrón se inicia a través de un "favor fundacional" (Auyero, 1997), mediante el cual el patrón —posiblemente a través de un puntero o mediador— brinda una prestación al cliente, no es este el factor más importante en la constitución del sistema, sino el conjunto de creencias, presunciones, estilos, habilidades, repertorios y hábitos que la experiencia repetida, directa e indirecta de estas relaciones provoca en los clientes.

Estos factores consolidan la relación, y disimulan su carácter de transacción; al igual que el don de las sociedades primitivas, en el cual la separación en el tiempo de los regalos recíprocos disimula el hecho de que se trata de una forma de intercambio de equivalentes, en el clientelismo la irregularidad y falta de simetría de las prestaciones escamotea su carácter económico. Puesto que cliente y patrón (o mediador) se conocen personalmente, y la concesión de prestaciones se realiza de manera individualizada, la relación clientelar se confunde con las afinidades personales dadas por la pertenencia común a redes sociales, familiares, étnicas, religiosas o deportivas. Los factores subjetivos vinculan más estrechamente a patrones/mediadores con sus clientes, y se transforman en indispensables para que la relación clientelar no se quede en un simple hecho mercantil (Trotta, 2002).

Relaciones de dominación

Sin embargo, la relación entre cliente y patrón no es simétrica: existe en ella una neta dominación, motivada por las dotaciones sumamente desiguales de capital social, simbólico y económico de patrones y clientes. Además de las diferencias producidas por el acceso desigual al poder estatal o económico, es la posición histórica de los agentes en el campo clientelar —su reconocimiento público como "necesitados" o "dispensadores"— lo que le da el carácter de un espacio históricamente constituido, con instituciones específicas y leyes propias de funcionamiento.

Posiciones en el campo

La explicación del sistema clientelar como un campo —en lugar de como una estructura estable de roles, en la tradición estructural-funcionalista— permite explicar que las posiciones de los actores cambien a partir de una compleja serie de cuestiones; por ejemplo, el poder del patrón puede verse amenazado por el ingreso de un patrón alternativo, o por circunstancias especiales, como las vísperas de un acto electoral, donde necesita el voto de los clientes de la red, quienes —aprovechando la coyuntura favorable— adquieren mayor fuerza en la negociación. Incluso la dinámica propia de una red clientelar podría generar que un actor modifique su posición, pasando de cliente, en virtud de la confianza obtenida de su patrón, en mediador, con lo cual suma capital para moverse dentro del campo.

Cada participante del campo clientelar tiene objetivos propios. Los clientes buscan respuestas a sus necesidades básicas inmediatas, los mediadores pueden motivarse por diferentes cuestiones —desde adscripción partidaria o ideológica hasta el mantenimiento de un empleo estatal—, y patrones buscan a su vez acumulación política, como objetivo estratégico, y acumulación electoral, como objetivo coyuntural.

La acumulación política incluye tanto la búsqueda de adhesiones que legitimen su rol de dirigentes políticos como la construcción de aparatos que otorguen la posibilidad de acrecentar su poder político. El patrón no obtiene recursos económicos de la red, sino que amplía su base de sustentación para mantener su carrera. Esa acumulación debe concretarse, hacerse visible, en un momento concreto: los comicios, cuando el poderío del patrón debe ratificarse.

Clientelismo y sistema político

Patrón y mediadores no aportan privadamente los recursos que sustentan los intercambios, sino que los toman del ámbito estatal; generalmente, patrón y mediadores también están allí insertos. Las prestaciones sociales —en particular aquellas que no están disponibles universalmente, como planes diferenciales de subsidios o becas— son los recursos generalmente considerados como medios típicos de la redistribución clientelar.

Los patrones suelen ser gobernantes o legisladores; los mediadores, parte de la plantilla de ministerios, municipios o legislaturas. Esa es otra característica propia del clientelismo: se ejerce a partir de la estructura burocrática o del aparato público estatal (Trotta, 2002). Del Estado provienen por lo general los recursos que aceitan los intercambios clientelares, y es también el ámbito de actuación de patrones y mediadores; el clientelismo moderno tiene su base en él, constituyéndose en una variante de privatización de lo público. De acuerdo a la influente definición de Javier Auyero, el clientelismo «[depende] de una tercera parte para su continuación (aquí refiriéndose al patrón político, representado por un político en particular o por una estructura estatal). Los incentivos materiales necesarios para el desarrollo de la relación vienen del afuera y son producto de un balance de poder específico entre el mediador y el patrón político exterior» (Auyero, 1997).

Illusio

Los objetivos propios de cada actor son asimilables a lo que Pierre Bourdieu define como interés específico, pero al mismo tiempo es imprescindible un interés (illusio) propio del campo clientelar; la illusio es la convicción de que actuar en ese campo tiene una importancia primordial, que a su vez es indispensable para que el campo funcione. Salvo excepcionalmente, la illusio no es producto de un cálculo consciente, sino una relación de creencia que estructura las formas de relación con las prácticas políticas.

Referencias

Auyero, Javier (1997). Favores por Votos, Buenos Aires: Losada

O’Donnell, Guillermo (1997). Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, Buenos Aires: Paidós. ISBN 950-12-8901-X

Crevari, Esteban: "La deformación de la representación", en Medios de Comunicación, Partidos Políticos y Representación: Un escenario complejo.- Capítulo 5 ([1]): 2001.-

Trotta, Miguel (2002). Las metamorfosis del clientelismo, Buenos Aires: Espacio

Torres, Pablo (2002). Votos, chapas y fideos: clientelismo político y ayuda social, Buenos Aires: Campana. ISBN 9879125371

Obtenido de http://es.wikipedia.org/wiki/Clientelismo_pol%C3%ADtico

Definición de política

1.  Criterio o directriz de acción elegida como guía en el proceso de toma de decisiones al poner en práctica o ejecutar las estrategias, programas y proyectos específicos del nivel institucional.

2. La política [del griego (polis) «ciudad») es el proceso y la conducta de toma de decisión de un grupo. La ciencia política estudia dicha conducta. Su nacimiento fue en el siglo V antes de Cristo, en Atenas. Las definiciones clásicas apuntan a definir política como el "ejercicio del poder". No obstante definiciones posteriores han diferenciado poder como forma de acuerdo y decisión colectiva, de fuerza como uso de medidas coercitivas o la amenaza de su uso.

1. http://www.definicion.org/
2. http://es.wikipedia.org

CREADOR

En el artículo criador se ve claro que en su origen latino, creador es la forma culta, y criador la vulgar de una misma palabra latina: creator. Y que está más cerca del significado original latino de creator y creare (con su incoativo crescere) la forma “criador” que el cultismo “creador”.
Es decir que para lo que hoy entendemos por Creador y Creación en el sentido religioso, fue preciso adaptar la palabra en su sentido reproductor, para asignarle por analogía un significado nuevo que ampliaba la significación original de la palabra.
Esa es entre otras la función de los cultismos, la reasignación de significados, cuando la palabra en curso no satisface la función significativa que se pretende, por la improbabilidad de que los hablantes admitan la ampliación o la incorporación de nuevos significados.
Pero no deja de sorprender el hecho de que procediendo del latín Factorem, que traduce fielmente el poihthn ( poietén) original y que en su día estuvo recogido en el cultismo Hacedor (el Supremo Hacedor, solía decirse), se pasase a “Criador”, tal y cual, que finalmente cedió este terreno de la denominación del atributo divino al cultismo “Creador”, que se aparta tanto del término original griego como de su razonable traducción latina.
Esto sólo se explica a partir del supuesto de que el hablante español percibiese en el criador aquello que más definitivamente caracteriza al “creador”, es decir la clara percepción de que por una parte es el criador el que decide sobre el nacimiento, la vida y la muerte de sus “criaturas”, y que tiene además la capacidad de diseñar nuevas criaturas y darles vida.
El sentimiento, en fin, de que el hombre es al Creador, lo que las criaturas (los animales que se crían) son a su criador; es decir que están totalmente en sus manos y se lo deben absolutamente todo a su voluntad (“Hágase la voluntad de Dios”, “Hágase tu voluntad”).
Porque el factor, factorem como traducción del poihteV (poietés) está plenamente justificado en el verbo poiew (poiéo), del que es una sustantivación. Si este verbo significa hacer, y a partir de ahí se extiende a todas las especializaciones del hacer, es lógico que el sustantivo que de él se deriva, arrastre consigo el significado genérico de hacer. Pero he ahí los caprichos de la lengua: los derivados poihsiV (póiesis), poihthV (poietés), poihma (póiema) y poihtikoV (poietikós) se fueron especializando progresivamente en el campo de la creación literaria, para acabar significando preferentemente “poesía”, “poeta”, “poema” y “poético”, por entender los griegos que el poeta debía ser considerado el hacedor por antonomasia, y su obra, la poesía, la obra más noble, la auténtica creación. Mucho han perdido los poetas y la poesía desde que les dieron nombre los griegos, porque si hoy tradujésemos el Credo transcribiendo la expresión Poihthn ouranou kai ghV (poietén uranú kai gués) del texto original fijado en el “Simbolo o Credo Nicenoconstantinopolitano” y mantenido definitivamente en las sucesivas versiones orientales del Credo, si tradujésemos, digo, “Creo en Dios Todopoderoso, Poeta del cielo y de la tierra...” tendríamos la clara sensación de que nos estamos cargando la Creación para rebajarla a meras fantasías de poeta. Y sin embargo los griegos siguen entendiendo igual de bien al Creador-poeta. 

El origen de las palabras Por don Mariano Arnal
www.elalmanaque.com 

Tecnicas de lectura

Tecnicas de lectura

Un día, hace mucho, mucho tiempo, descubrimos que ciertos signos escritos de manera ordenada sobre una hoja de papel tenían sentido, una especie de equivalencia con los sonidos que nos sirven para comunicarnos entre seres humanos. Resultaron ser una representación gráfica de la palabra. Desde entonces, pasaron por nuestras manos diversas expresiones de ese maravilloso instrumento que es la escritura; cuadernos, libros, compendios, etc.  

Pero aprendimos a leer: a traducir símbolos escritos en ideas comprensibles. Empero, quienes han asumido la responsabilidad de aumentar sus conocimientos a través de la lectura saben que leer es una tarea titánica; se trata de comprender e interiorizar ideas ajenas. Dicho de otro modo: tratar de aprehender los pensamientos que otro ser humano para incorporar sus conocimientos a nuestro propio saber. Esa es la verdadera lectura: la lectura de comprensión.

¿Cómo leemos?   Existe, primero, la lectura mecánica que se limita a identificar palabras, prescindiendo de interpretar su significado. Prácticamente no hay comprensión.  Aparece luego la lectura literal que permite una comprensión superficial del contenido. Viene, a menudo, acompañada de la lectura oral.  Finalmente su opuesto es la lectura silenciosa que capta mentalmente el mensaje escrito sin pronunciar palabras. El lector está captando ideas, no fonemas; de donde surge el hábito de lectura.

Podemos mencionar también, algunos vicios p.e., la lectura de regresión. Consiste en volver atrás sobre lo leído, antes de terminar el párrafo. Muchas veces, se hace de forma inconsciente. La regresión provoca un efecto negativo sobre la velocidad de lectura y la comprensión de lo leído, porque divide el pensamiento y se pierde la idea general. Muchos lectores creen que con este medio se reafirma la comprensión de lo leído. 

Finalmente, un buen lector tendrá a mano y consultará con frecuencia el diccionario. Un vocabulario escaso hace descartar gran cantidad de palabras y expresiones, lo que hace la lectura lenta. Este es un círculo cerrado: hasta que no se empiece a usar con regularidad el diccionario no se ampliará el vocabulario y la lectura no será todo lo eficaz que debiera. MEMORIA: OLVIDO Y RECUERDO.

Respecto a los elementos físicos, diremos que el movimiento de los ojos en la lectura consiste en tres actividades: 1. La fijación, que tiene lugar cuando los ojos se detienen. Es el momento en que se lee. 2. Los movimientos sacádicos. Los ojos de una persona que está leyendo mueve los ojos a saltos. 3. La barrida de retorno. Cuando los ojos alcanzan el final de la línea, pasan a la siguiente realizando este tercer movimiento.

Una lectura eficiente, por tanto, consiste en un movimiento de ojos suave y rítmico, mientras van avanzando a lo largo del material, con pocas regresiones (o relecturas del material). Los ojos siempre están en el lugar previsto, en vez de ir vagando por la página. También tienen una amplia zona de enfoque sobre las palabras.  Los expertos proponen, entonces, algunas técnicas de buena lectura. 

Por ejemplo, seguir al dedo. Emplear al dedo como si fuera un puntero que marca el ritmo de lectura constituye la mejor herramienta para adquirir mayor velocidad y conseguir fijaciones más amplias. Basta con subrayar con el dedo cada línea de la página de margen a margen mientras se lee, de modo que los ojos logren un enfoque definido sobre la página. Se obliga a los ojos a seguir al dedo y así se eliminan fácilmente las regresiones innecesarias. Al ganar en velocidad de lectura percibirán que empiezan a captar más palabras: o sea, logran fijaciones más amplias.

Un movimiento básico de la mano, donde el movimiento de la mano sirve para marcar el ritmo. En esta técnica, los ojos deben seguir al dedo a lo largo de las líneas impresas. El dedo recorre cada línea lo suficientemente despacio para entender, pero no hay que dejar que el se pare. Cuando el dedo llegue al final de la línea, practica una barrida de retorno junto a los ojos. Una barrida de retorno es el movimiento que hace llevar los ojos hasta la primera palabra de la siguiente línea.

Una técnica alternativa es la de movimiento en S. Sirve para controlar la velocidad y ampliar las fijaciones; se utiliza para simulacros de lectura, para repasos y para análisis previos, pero no sirve como método de lectura normal. Hay que tomar en cuenta que la mano está definiendo una zona a la que deben mirar los ojos, por tanto no es extraño que se pueda leer cuando se hace el movimiento inverso.

Una vez que percibimos algo, comienza un proceso que conduce a la memorización de esos datos. Este ciclo comprende las siguientes fases: Comprensión: supone la observación a través de los sentidos y el entendimiento tanto de las partes como del todo. Fijación: se adquiere con la repetición. Es imprescindible fijar antes de recordar una información que nos interesa. Conservación: esta fase está en función del interés y la concentración. El entrenamiento definirá el modo en que se memoriza. Evocación: significa sacar al plano de la conciencia los conocimientos almacenados. Reconocimiento: consiste en la interrelación de los conocimientos nuevos y previos.

No todas las personas tienen la misma capacidad para memorizar datos. Frente a quienes rápidamente se acuerdan de una información remota, hay personas que tienen más dificultades para memorizar. Puesto que la memoria que vamos a utilizar se basa en asociaciones de informaciones, debemos estructurarnos y relacionar el material a retener. Es necesario pensar con imágenes, ya que la imaginación y el pensamiento están unidos. Para conseguirlo hay tres principios: Exagerar determinados rasgos como si se tratase de una caricatura. Captar los novedoso. Dar movimiento a nuestras imágenes pensadas como si fueran una película. Fijar contenidos con la repetición y repetir las ideas evitando la asimilación mecánica. Es importante hacer pausas mientras se lee o estudia para recordar lo que se va aprendiendo.

Un asunto importante para cualquier investigador es el subrayado, algo fundamental para destacar lo más importante de cada tema y para mejorar la retentiva.

Nuestra Orden exige de nosotros un importante esfuerzo de lectura, para aprehender la experiencia de nuestros mayores y de quienes profundizaron en el estudio de la compleja ciencia que constituye la Masonería.

Resumen de la plancha: Tecnicas de lectura; H:. M:. Jaime Vásquez de la B.  http://fe41bo.netfirms.com/La%20lectura.html

Obispo, Arzobispo

El DRAE explica que es un obispo (del griego: epíscopus) o arzobispo (del  griego arjiepíscopus u obispo viejo). Episcopus esta formado de epi  (arriba) y scopus (observador). Entonces entendemos que "obispo" es  alguien que observa desde arriba. También existen Preste y Arcipreste, que  son los mismo, pero parecen anglicismos de priest = sacerdote y  archipriest = sacerdote viejo. Preste no es un anglicismo. Preste viene  del griego presbyter, que significa viejo. El inglés "priest" tiene ese  mismo origen. "Arcipreste de Hita" (Juan Ruiz, Poeta Español 1283 - 1350),  no es más que el "Arzobispo de Hita" (en castellano actual).
 
Maximiliano Mena

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