EL HOMBRE TRIVIAL
Swami Kurmarajadasa.
La ética es contemplada desde las grandes leyendas del ser humano suspendida del mito de Narciso, es decir, por el narcisismo y el subjetivismo.
1. Por el narcisismo, vemos a un ser humano egoísta, centrado en sí mismo, en su personalidad, su máscara, su armadura oxidada y su cuerpo, con un individualismo y despotismo atroz, desprovisto de valores morales y sociales, sin capacidad para expresar y liberar sus pesares, y además desinteresado por cualquier cuestión trascendente. El narcisita cree cada día de su vida que es el Rey del Mambo.
2. Por el subjetivismo, oteamos la caída en un perspectivismo que diluye cualquier solidez y en el que nada es válido salvo esas cuatro notas apuntadas: hedonismo, consumismo, permisividad, relativismo.
La sociedad actual lo trivializa todo, propugna la ley del mínimo esfuerzo y de la máxima comodidad, lo llamado comúnmente "todo rápido o modo de vida americano". La sociedad actual está enamorada, por tanto, de lo trivial, superficial y neurótico. El itinerario ha sido gradual: hemos pasado del pensamiento sólido a un nihilismo descomunal. El hombre así se va escorando hacia una progresiva debilidad, indigencia, deseos caprichosos, exageración del ideal materialista, y esclavitud por la ambición, el hedonismo y lo exterior.
Estamos ante una sociedad que tiende a la masificación en cualquiera de sus ámbitos: a) Acumulación de individuos donde sólo los singulares son capaces de ser personas. b) Despersonalización alienante: un hombre sin la fuerza que dan los ideales, obsesionado y dirigido por los medios de comunicación, las modas, lo superficial, "el que dirán", el puritanismo, los prejuicios... Condicinantes, todos ellos, que conforman el "hombre trivial". Y son condicionantes porque el ser humano no sabe SER sin ser egoísta, ha involucionado. c) Igualitarismo superficial y, por tanto, en decadencia. d) Carencia de un proyecto de vida: lo que importa es tener, comprar más y consumir febrilmente.
El ser narcisista es un virus que se reproduce sin medida arrasando y destruyendo los recursos naturales planeta, ensuciando y quemando bosques, contaminando la atmósfera, las aguas y la comida, destruyendo, matando, robando y manipulando a sus semejantes,... incluso en nombre de Dios, está enamorado de la autodestrucción. Y encima se cree humano y sapiens.
Vivimos en una sociedad triste, sin ilusión, distraída por cuestiones insustanciales en la que son necesarias mucha fuerza, tesón e ideas claras para salir de ahí. Pero no es fácil. La cotidianeidad invita a seguir en ese carrusel. Se puede decir, llegados a este punto de nuestro recorrido, que el hombre light es sumamente vulnerable. Al principio tiene un cierto atractivo, es chispeante y divertido, pero después ofrece su auténtica imagen; es decir, un ser vacío, hedonista, materialista, sin ideales, evasivo y contradictorio...
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