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Pensamiento Masonico

El lento genocidio palestino

El lento genocidio palestino

Por Pao Dragnic  ( enero 4, 2009  )

Hace ya dos años que volví de Palestina y desde entonces, quiero escribir este mail. Pero es tan grande todo lo vivido, que en dos años no he podido sentarme a resumir todo lo que quisiera contarles, para que al menos pudieran dimensionar lo que ahí sucede. Porque eso me pasó a mí. Creí ser conocedora del tema -algo al menos- creí saber y entender algo del "conflicto" y de la "causa", pero nada se asemeja a vivirlo. No hay libro que uno lea y no hay imágenes que uno vea, que puedan graficar lo que ahí sucede. Uno puede ser un "experto" en la materia, pero si no se ha pisado ese suelo, si no se ha respirado ese aire, si no se ha palpado esa miseria, es imposible llegar a comprender el lento genocidio que ocurre en esas tierras.

Es imposible, porque quienes lo cometen han sido las grandes víctimas del siglo XX y entonces cualquiera que acaso condene alguno de sus actos, corre el riesgo de ser tachado de antisemita. De hecho, eso aprendimos en el curso de "Conflicto en Medio Oriente" al que entré como invitada de piedra a unas cuantas horas de Tel Aviv. A la veintena de periodistas latinoamericanos que estábamos ahí, nos entregaron un riguroso listado de claves conductuales que se titulaba: "Cómo identificar el antisemitismo del siglo XXI". Y creo que muchos lo leímos y en voz baja pensamos que fácilmente seríamos tachados de antisemitas. Por eso, muchos callan. Porque ser antisemita ante el horror del holocausto, es algo inaceptable hoy, a más de 50 años de esa masacre original que le devuelve la mano al destino, convirtiendo a sus propias víctimas, en monstruos sedientos de sangre, como si la venganza ante el dolor sufrido, saliera a borbotones medio siglo después.

Ahí está el primer gran error. El holocausto judío nos avergüenza como especie. No hay duda. Al recorrer los campos de concentración que quedaron como vestigio, uno se pregunta cómo pudo existir ese infierno, mientras el mundo seguía girando. Cómo en esos precisos instantes, no fuimos capaces de detenerlo. Cómo fue posible que millones de seres fueran perseguidos, torturados y asesinados de la forma más cruel, en el más completo silencio del resto del planeta. Quizás, luego de la desolación y el horror que uno siente, eso es lo que más sorprende del holocausto: la indolencia y complicidad silente. Hoy, muchas décadas después, lo condenamos y somos cuidadosos al tener el más mínimo acto de aceptación de alguna actitud nazi... ¿verdad?

¿Tendrán que pasar nuevamente décadas para que entonces nos preguntemos cómo fue posible que en el más completo silencio se masacrara a los palestinos?

¿Entonces seremos capaces de ver las fotos de los moribundos detrás del muro esperando comida? ¿A las mujeres pariendo en las fronteras establecidas por el sionismo? ¿A los prisioneros que Israel mantiene en condiciones infrahumanas? ¿Veremos entonces el muro y sus rejas interminables, con un judío hablando detrás de un vidrio mientras te grita que te quites la ropa una y otras vez, solo para atravesar de una lado a otro y poder visitar a tu familia? Y lo que parece más terrible aun, ¿las fotos de los palestinos tatuados con un número en los brazos como un carnet imborrable que les autoriza entrar a Jerusalén? Sí, tatuados. Igual que esas fotos espantosas de esqueléticos judíos fichados en los Campos de Concentración. Hoy, de palestinos.

¿Tendrán que pasar otros 50 años para que podamos ver todo esto y no sentirnos amenazados de ser antisemitas?

Ahí está el primer error que los judíos sionistas han sabido calarnos profundamente, para entonces amparar las más atroces injusticias que sus propios antepasados sufrieron bajo el yugo de los nazis. No hay que aceptar más este chantaje moral. Se que este mail bastará, para que mi nombre entre en la lista de los antisemitas. Pero no lo soy. Mi padre, yugoslavo, eslavo y casi gitano, sobrevivió a la limpieza étnica de los nazis y él mismo me enseñó que los nacionalismos enfermizos como el que persiguió a su pueblo en la Segunda Guerra, son la lacra social más terrible que puede existir. ¿Y qué es el sionismo de Israel sino un nacionalismo moderno y enfermo?

Un nacionalismo que, en sus vertientes más colonizadoras cercanas al socialismo (supuestamente ateo), apela a razones bíblicas para demandar un territorio que, además, pretende limpiar de las otras razas que ahí habitan. El sionismo es racista. No porque en sus principios esté escrito o porque la ONU en 1975 lo haya dicho en una resolución, sino simplemente porque no tolera la coexistencia de otros pueblos y actúa en esa dirección.

Como todos, crecí repudiando el holocausto y de cerca, con mi padre y sus historias.

Tanto me enamoré de la "causa", que a los 19 años estuve a punto de irme a Kibutz, embobada en mi adolescencia por la justicia tardía para el pueblo judío. Enamorada de "la causa" y de la propuesta socialista de construir patria mancomunada en el desierto. Sin una gota de sangre judía, sentí que mi raza eslava estaba con ellos y si algo podía hacer concretamente, era ayudarlos a sembrar, en un proyecto de vida que aun quisiera para mis hijos. En paz, comunidad y tolerancia.

Veinte años después conocí uno de los kibutz más emblemáticos de la oleada que se creó en los ’70. Y sigo creyendo que es un proyecto precioso, sino fuera por "el alto costo humano que representa". Supe como se reparte el sueldo de todos para la comunidad, compartí con ellos el Hanukkah, vi los huertos inmensos perfectamente regados, las áreas comunes y su intimidad. Pero esta vez también vi los restos de casas bombardeadas, "tan moriscas en su arquitectura", que se levantan en medio de los verdes sembradíos del Kibutz como trofeo a la reconquista de la "tierra prometida".

A un lado, la lechería con vacas ultradesarrolladas capaces prácticamente de dar queso listo en un teta y al otro lado, las ruinas de la que fue el hogar de alguna familia palestina allegada hoy tras el muro en esos ghettos árabes que los judíos sionistas parecen haber recreado al más puro estilo de los ghettos judíos de la Alemania Nazi donde sucumbieron sus propios antepasados. Así de irónico es todo y ellos mismos lo describen.

Pude ver tras el resplandor de las velas del Hanukkah, como se retiraba el bus diminuto que transportaba como ganado a la servidumbre: palestinos enflaquecidos por el hambre que son autorizados a ingresar a Israel, con un carnet especial que los acredita como tal y les permite un "libre" tránsito.

Recordé entonces esas viejas películas que mostraban el esplendor europeo de algunos pocos en plena década de los ’40, mientras la Segunda Guerra asolaba el continente. Hitler en sus despampanantes juegos Olímpicos, y al frente la chimenea humeante de los Campos de Concentración. Recordé incluso algún texto que describe la casa de Townley en Santiago, cuando Mariana Callejas celebraba sus emperifolladas rondas literarias en plena dictadura, mientras en el subterráneo de su propia casa, el servicio de inteligencia torturaba sin piedad a quienes son hoy algunos de los Detenidos Desaparecidos de Pinochet.

No hay que tener miedo. Condenamos el holocausto judío y hoy condenamos –oportunamente– el holocausto palestino.

Ir a Palestina, entrando por Tel Aviv, es una experiencia demoledora y desde entonces, es imposible no sentir una pequeña cuota de responsabilidad al ser cómplice de esta masacre, simplemente por no hablar. Pero es tan abrumadora esa experiencia, que intentar describirla se hace cuesta arriba. Porque surge la ansiedad de que comprendan que condenar la masacre palestina, no tiene que ver con el antisemitismo ni es una causa "in" en estos días. Los análisis internacionales, las proyecciones políticas, y el complejo panorama de la zona, quedan a un lado cuando se respira ese aire absurdo de intolerancia y masacre permanente.

La "tierra prometida" es hoy un cuadrillé de pueblos enmarcados en un muro de más de 8 metros de altura que zigzaguea el suelo y forma ghettos palestinos, de donde no hay salida. Apuñados, los palestinos quedaron en algunos pueblos sin conexión entre sí muchas veces, sometidos al ímpetu de los israelitas que deciden qué puede entrar a ese ghetto -o pueblo si prefieres- y qué puede salir. Esto incluye, obviamente, hasta lo más básico como la comida que, estratégicamente, te permite matar de hambre lentamente a quienes están adentro.

Imagina por un instante un largo edificio de 6 pisos, interminable, rodeado de militares anónimos que te encañonan constantemente y que encierran el lugar donde vives. Nada puede salir o entrar a ese lugar, sin que una patrulla de judíos sionistas lo autorice a través del pequeño "check point" dispuesto.

Si tu padre quedó en el ghetto de al frente, o pueblo -si prefieres- deberás visitarlo escasamente y previa autorización. Entonces, tendrás que hacer una larga fila, entre dos rejas como las vacas camino al matadero, ingresarás a una pequeña habitación donde sacarás tu ropa, serás humillado sin derecho a pataleo en tu propia casa, y alguien te gritará en hebreo detrás de un vidrio, si es correcto lo que estás haciendo. Si no, pueden apresarte y te llevarán a otra habitación quien sabe con qué fin.

Si la panadería quedó al otro lado del check point, deberás hacer esta rutina de ida y de vuelta, sólo si tienes la suerte de entrar, para luego ver si tienes la otra suerte de encontrar algo para comer. Así como me han tenido que perdonar los amigos judíos que leen este mail, que me perdonen también los palestinos por simplificar tanto el asunto, pero es en esta rutina cotidiana y abrumadora que todos desconocemos, como logran matar a todo un pueblo lentamente. Ahorcándolo, asfixiándolo cruelmente.

Belén es uno de los más dolorosos ghettos palestinos, porque buena parte del mundo recuerda ese lugar como un sitio histórico que quisieran visitar sin temor.

La plaza de Belén, enmarca la llegada a la Iglesia de la Natividad. Los habitantes de Belén, que obviamente poco y nada comparten el fervor cristiano, respetan a los escasos turistas y valoran ese espacio como el sitio histórico que indudablemente es. Qué distinto entonces ir a Nazaret, hermoso en la pulcritud israelita y prácticamente neutralizado con el fanatismo religioso o ateo -como quieran- de la administración judía que lo gobierna. Si preguntas por alguien llamado Jesús de Nazaret, entrarás a lista de las personas no gratas, aunque simplemente seas un historiador nada de católico. La intolerancia se respira en Israel. El recorrido por Jerusalén con algún judío que quiera acompañarte como guía turístico, llega a ser tragicómico. Solo pasas por fuera del Santo Sepulcro y como quien indica que ahí hay un cruce de calle, te lo señalan.

Esto para los turistas que acaso logran evidenciar este ¿racismo? en un rápido tour. Pero si te quedas solo una noche en Belén, y te atreves a entrar por el Check Point que diariamente deben hacer los escasos habitantes del pueblo que todo el mundo mira el 25 de diciembre, comenzarás a sentir el dolor en el aire.

Las pocas tiendas que hay, abren sus puertas como para no perder la costumbre. La plaza se repleta de hombres enflaquecidos y hasta con el rostro como desfigurado por el dolor, que se pasean en círculo matando el tiempo, vestidos con ropas como de los años 50. No tienen trabajo, no pueden salir de Belén a buscar trabajo. Tienen hambre. Sus mujeres e hijos esperan en casa por algo para comer y ellos deambulan por la plaza, mirando a los escasos turistas y compartiendo algún café con cardamomo.

Las vitrinas están vacías. Puedes comer algún shawarma seco y duro, que quien sabe cuánto tiempo ha permanecido clavado en el asadero. Los judíos no han dejado entrar carne, y el autoabastecimiento, nunca ha sido un ideal que funcione en la práctica. Un pequeño pueblo, rodeado de piedras y arena, al que ni siquiera llega agua con seguridad.

Te paseas como un perfecto idiota en uno de los lugares más emblemáticos para el mundo occidental y entonces decides entrar a un restorán a pocas horas del 25 de diciembre. Un escuálido árbol de navidad parpadea a la entrada, y al menos 10 mesoneros sentados en la barra te reciben con felicidad, llevarás algunas monedas, también judías... que solo podrán transar entre ellos mismos. Eres el único turista que ingresa y el menú es reducido. No hay casi comida, porque la frontera no se ha abierto. Viven en la tierra donde siempre existió su gente, pero hoy no tienen derecho salir, ni a moverse, ni a comer, ni a decidir nada sobre su propio destino. Están presos en su propia casa, esperando... esperando.

Entonces pides un té y un pan con queso. Esa es la cena de navidad que puedes comer en Belén, mientras afuera un grupo de niños y hombres te mira engullendo el queso que han reservado para el turista, con la esperanza de que se mueva la microeconomía que tienen en ese ghetto donde nació Jesús.

Si puedes permanecer más días en Belén, comenzarás a sentir entonces la angustia de vivir en un Ghetto. Comenzarás a sentir la desesperación y entenderás otro poco de la historia: simplemente un buen día, el mundo decidió hacer justicia con un pueblo masacrado como el judío, y en la accidentada división territorial, tu casa quedó al otro lado.

Deberás desocuparla, y partir al ghetto, acarreando las pocas cosas que pudiste sacar, y arrastrando a tus niños entre lágrimas y griteríos. Te instalarás en un campo de refugiados, que se diferencia de los campos de concentración nazis, porque la muerte es más lenta que con el gas. Morirás de locura y hambre y no asfixiado.

Vivirás arriba de varias familias en una habitación (con suerte), sitiado a pocos metros por el muro que te encañona con tanquetas y fusiles, y esperarás con ansias la llegada de algún valiente grupo de turistas alternativos, que quiera "conocer tu realidad". Entonces te comprarán a 10 dólares algún tejido de la abuela, o alguna precaria artesanía que hizo tu esposo en la cárcel condenado a 15 años por apedrear un carro de policías judíos y podrás decidir qué hacer con esos 10 dólares. Lo más probable es que los pases a la olla común, porque te dará mucho dolor ver a los hijos de tu "vecino" con tanta hambre como los tuyos.

Así transcurrirán tus días. Lentamente. Muy lentamente. Siempre esperando como que la pesadilla termine y un buen día te digan, acabó... puedes regresar a tu casa. Pero eso no pasará. Hace 30, 40 años que tu casa ya no existe. En su lugar, hay un país que instaló sobre tu cama, una preciosa lechería de vacas genéticamente perfectas.

Y como no hay territorio donde construir, deberás seguir en el Ghetto delimitado por otros, subsistiendo otros 40 años más hasta que mueras de viejo, con la mejor de las suertes. Tus hijos acaso irán a la escuela, cada vez más llenos de odio e impotencia, porque los escolta el muro, los militares, los tanques que te acechan a cada paso. Hasta que un día ese pequeño se convierta en hombre y entonces definitivamente no encuentre respuesta para entender por qué no puede ir a ese lugar también sagrado para él que es Jerusalén y que está solo a 10 minutos. Hasta que no encuentre respuestas para entender por qué no puede ir a estudiar a una universidad libremente, o casarse y formar una familia dignamente.

Entonces, ese muchacho que criaste en la miseria del Ghetto explotará de ira e impotencia, y juntará un puñado de piedras que arrojará contra el muro que lo somete a la más espantosa miseria. Ese muchacho entonces, será detenido y torturado varios años acusado de terrorismo. La evidencia serán las piedras, y la honda artesanal que fabricó a escondidas. Tu envejecerás esperando su libertad y explicándole a sus hermanos lo que sucede, intentado que ellos no corran la misma suerte, mientras sobreviven ahogados en ese ghetto cada vez más infernal. Y si el muchacho entonces sale, será solo para juntar ahora un puñado de clavos y construir esos famosos cohetes que tanto desesperan a los judíos sionistas.

Los "kassam", tubos artesanales de metal, rellenos de pólvora y clavos, que tienen la fuerza suficiente para subir 8 metros, traspasar el muro y explotar en una lluvia de clavos contra tus opresores y que irónicamente ellos mismos rescatan para transformar en esculturas que adornan sus hermosos jardines y que muestran como una evidencia de la violencia que son víctimas.

Vendrá entonces la primera represalia, un tanto desproporcionada, cinco tanques aplastarán viejos autos palestinos, arrollarán niños que se entrenan en la Intifada ("levantamiento") afinando la puntería con las históricas piedras de Belén.

Mientras revuelves la olla común con escasos porotos y pepinos, escuchas el griterío y la desesperación, como cuando los nazis entraban de golpe al pueblo de mi padre en Brac buscando a los partisanos. Nuevamente el horror te aplasta. Verás a morir a los tuyos, correrás entre el humo con los cuerpos ensangrentados, y los refugiarás en el Ghetto, a la espera de alguien de la Cruz Roja que cumpla la rutina humanitaria mientras José Levi despacha con su espantoso sonsonete español que: "ha empezado una nueva Intifada".

Si la frontera no se abre ni siquiera para la carne, o la leche, más difícil es aun ingresar artefactos que te permitan igualar la violencia de bombardeos aéreos o incursiones con tanques que reprimen las pedradas o los kassam de tus hijos.

Entonces llegará al poder de otro de tus hijos un poco de pólvora y tu se la quitarás. En silencio, sentirás -como ellos en su ferviente adolescencia- que los kassam con ese puñado de clavos, no igualan al poderío militar que te reprime. No tienes trabajo, no tienes comida, no puedes moverte del Ghetto, en tu mente solo existe la necesidad de hacer justicia, no puedes pesar en nada más. No hay futuro.

Darás vueltas en el ghetto una y otra noche, como siempre hace 40 años. Los bombardeos intensifican el bloqueo. No tienes agua, no tienes comida. Tus hijos sobrevivientes están muriendo de hambre y tu estás enloqueciendo. Pasarás muchas noches desvelada, hasta que aprenderás a construir un explosivo casero con esa pólvora. No le dirás a nadie, pero después de 40 años de miseria y represión, estás agobiada. No hay salida y decides que no te matarán de hambre lentamente y que tu muerte entonces no será en vano. Construirás explosivos que esconderás en tu cuerpo. Lograrás pasar el check point y lo harás estallar en el lugar más repleto de judíos que puedas encontrar. Esa es será tu pequeña venganza.

Mientras los restos de tu cuerpo se mezclaron con la sangre de los judíos también muertos, José Levi informará de un nuevo atentado suicida y horas más tarde, anunciará la segunda represalia. Bombardeos aéreos han dado sobre tu campo de refugiados. 290 muertos y 900 heridos en una nueva incursión de uno de los países militarmente más poderosos del planeta, que somete a los esqueléticos terroristas palestinos armados de piedras y cohetes kassam que tras 40 años de miseria y destierro no encuentran solución a su existencia y no se resignan a morir en uno de los ghettos del siglo XXI que reviven a los del Tercer Reich.

Ese fue el titular cuando llegué a Palestina: "Abuelita terrorista se suicida y mata a dos judíos". Tenía 50 nietos, versaba la bajada de la crónica. 50 nietos que habrá criado en el Ghetto, en esta 4 décadas... dónde más.

Después de estar 4 días en Belén, decodifiqué el titular. De-construí el titular y entonces, comencé a sentir cómo era posible enrollarse un montón de explosivos en el cuerpo. Sentí la angustia, abrumadora, la desesperación.

Decidí salir de Belén, angustiada, amargada... aterrorizada, y con una de las tristezas más profundas que he sentido en mi alma, simplemente porque tienes la certeza absoluta de que no hay retorno.

Llegamos a Betjala, que tiene conexión directa con Belén, omitiendo el check point. Entramos al mejor hotel de Betjala, un hermoso edificio de casi 12 pisos, hermosamente decorado, con un salón inmenso en la recepción, un gran comedor, un hermoso bar. Más de 300 habitaciones. Todas vacías.

Pedimos una buena habitación. Estaban todas disponibles. Un gran ventanal. Betjala como deshabitada, detenida en el tiempo. Y nosotros omitiendo un rato el caudal de incomprensiones que teníamos en la cabeza y el corazón. Estábamos escapando, al menos unos días. Teníamos hambre. Esa noche podríamos comer bien. Entonces por teléfono pedimos a la recepción algo de comida. Decidimos bajar al restorán. A las 9 de la noche, un restorán con más de 100 mesas había sido abierto solo para nosotros. La mesa repleta de las más exquisitas comidas árabes, sin exagerar. Todos los mesoneros a nuestra disposición. Estaba siendo difícil huir de la miseria. La teníamos escondida tras el lujo de ese hotel también detenido en el tiempo. Era temporada alta, plena navidad y no habían llegado pasajeros. Comimos lento, pensando en cómo hubieran querido algo de "very tipical food" en el campo de refugiados que habíamos visitado horas antes.

Una cerveza fue el postre y nos instalamos en el hermoso salón contiguo. Prendieron las luces para nosotros y entonces apareció un hombre alto, canoso, amable. Saludó y se presentó como el dueño del hotel. Comenzó una tonta conversación sobre clima. El no quería hablar del tema y nosotros tampoco, pero nuestro inglés chapurreado, tan chileno, pronto lo hizo sospechar sobre nuestra procedencia. Como muchos en Betjala, él también tenía un familiar en Santiago. Entramos en confianza, y entonces preguntamos y preguntamos.

Cómo sobrevivía, cómo mantenía ese hotel y para qué lo hacía en medio de tanta desolación. La conversa cada vez era más triste. Los escasos 200 dólares que podíamos dejar por nuestra estadía, ni siquiera alcanzaban para pagar la electricidad de 1 día funcionamiento del hotel. ¿Por qué no te vas a Chile?, le preguntamos. Uno de sus hermanos vive en Santiago. Sus ojos se llenaron de lágrimas, como si ese tremendo hombre de rasgos tan masculinos, fuera un pequeño nene muerto de susto. Como un comandante derrotado en su trinchera, moribundo, pero impecable y de corbata, él estaba dispuesto a morir ahí, en el precioso hotel que heredó de su padre y que antaño estaba repleto de turistas, viviendo el esplendor de la cultura árabe mezclada con el rito católico de la navidad.

No puedo hablar, dijo tartamudeando y se despidió de lejos antes de marchar. A la mañana siguiente partimos rumbo a Jordania. No pudimos conseguir un auto palestino que nos llevara a la frontera. No queríamos dejar ni 10 dólares más en manos de Israel. Pero fue imposible. Está prohibido y aunque los "territorios palestinos" dan con Jordania, la frontera también es de los judíos.

24 comentarios

JIMMY -

Me parece muy completo el mensaje de Pao Dragni. Con el comportamiento de los israelíes hacia el pueblo Palestino no tiene nombre tanta injusticia. Yo al igual que un historiador francés, que por el momento no cuento con su nombre, se atrevió a declarar que "de donde habían sacado esa cifra mágica de 6.000.000 de judíos muertos en el holocausto" casi lo linchan, pero estoy de acuerdo con él. Si checamos las áreas físicas de los Campos de Concentración más importantes de Auschwitz-Birquenao,Treblinka, Belzec, Dachaw y otros más; darían cuenta de cómo retener a esa cantidad de gente sin rebelarse y cuanto personal de custodia se hubiera necesitado aún con las mejores armas. Nunca e justificado los asesinatos, masivos o no, pero la publicidad de los impresos masivos (a nivel mundial) desde los 50´s los eran propiedad de judíos, es cuestión de verificar. Adiós.

Ismael -

El poder es un mal necesario en cualquier sistema, y vaya que es muy malo cuando hay más de uno con intereses distintos, y es peor cuando se desmoronan ambos generando cada vez más y más intereses encontrados. Mientras que nosotros hablamos de matanza e injusticia, ellos hablan del futuro, de ¿en manos de quién caerá el poder ahora? Mucha gente da su vida para que el poder no caiga en malas manos... Lo que no observan es que quizá todos piensen igual, y no se dan cuenta que siempre lo que beneficia a unos, perjudica a otros. Es el maleficio eterno de este mundo. ¿cómo repararlo? Si cuando unos son conscientes y tratan de llevar la paz, siempre hay otros que tratan de pasarse de listos por el miedo a que otro les vaya a ganar y a controlar de mala manera, y entonces ellos toman el poder, se quedan con todo lo que pueden para dominar. Abro paréntesis - (El miedo es el primer síntoma del EGO; de pequeño me dí cuenta que si elimino el "yo" ¿ahora quién tiene miedo?, pero para eso hay que dejarlo todo, dejar todo lo que ME pertenece, porque eso es parte de eliminar el YO, y dejar todo significa dejar mis logros simbolizados por todo lo material que poseo, dejar los regalos materiales, dejar el sistema, dejarlo tODO. Si "soy ingeniero" y necesito aparatos para hacer mi labor ¿cómo voy a dejar mis cosas y dejar de ser para creer en algo que no le da movimiento a mi vida? Eso es algo que no quiero, porque toda la vida me enseñaron que lo que tengo es lo que me identifica como lo que SOY, estoy metidísimo en el sistema porque mi cultura y religión son parte de ello mismo y lo disfruto a diario. Según la religión, algunos dirán: - ¿tengo algo? o ¿cuánto de lo que tengo le pertenece a Dios, y por tanto no debo tener problema en compartir? (siempre y cuando lo comparta para beneficio de la otra persona). Quizá lo que poseo es para beneficio de la creación divina, no hay porqué arrebatarlo a fuerza de nada-.) - Cierro paréntesis. Probablemente en un modo simple, piense que deba dejar que un poder dirija siempre y cuando no me dañe. Pero en la realidad, todo es más complejo; hay más de un poder enorme luchando por miedo, y esto hace que todo se complique mucho, por eso no me atrevería a juzgar ni a unos, ni a los otros; porque vencer el miedo bajo esas circunstancias, es muy difícil. Hacer guettos para matar a todo aquél con apellido de poderoso, de sicario de la oposición, o qué se yo, y torturar a aquél que se cree que sabe algo ante la más mínima paranoia, por el ambiente en que se vive, es un método efectivo para obtener un poder único y sólido a futuro; sin embargo estar del otro lado es lo más terrible que le puede suceder a cualquier persona. La guerra, es quizá el tema más debatido en todo el mundo; no se ah encontrado cura para ello, y terminar con los grupos de poder como querían los hippies, significaría un retroceso en la evolución humana, pues significaría vivir del autoconsumo y por tanto dejar a un lado todos los descubrimientos científicos, la tecnología, la cultura, el arte, ¡todo! ¡QUE PROBLEMA tAN MAS GRANDE! Ni Señalar ni llorar son la salida, y venir al mundo a vivir como cavernícolas del autoconsumo durante miles de años seguramente tampoco lo es. Yo propongo simplemente predicar el Amor por lo pronto; el tema de la unificación del mundo y las naciones sigue siendo un sueño que depende de una unificación social, política, económica, cultural, y probablemente religiosa también (depende de los niveles de tolerancia que desarrolle cada persona hacia otras religiones en un futuro), pero todo esto, a la hora de la hora desafortunadamente implica guerras. ¿cómo evitarlas? Se necesitan líderes con mucha palabra, con mucha fuerza, mucha inteligencia, y mucho corazón. No estoy ni a favor ni en contra, no juzgo, ni señalo a quien haga violencia o la reciba, simplemente doy mi humilde y hasta cierto punto ignorante opinión, la cual puede cambiar de un día para otro si alguien con bases muy sólidas me convence.

Cyntia Maria -

siempre pense que se escudan del holocausto para decirse victimas cuando siempre ocupan paises pero su capital siempre va a israel si tanto aman a su pais deberian irse.
segundo sera posible que nadie tenga el valor de declarar que ellos estan haciendo lo mismo que hitler y nadie mueve un dedo
me encanto tu nota y tu valentia de contarlo
me confirmaste lo que imaginaba que sucedia

Jorge Terra -

Para los que aún no comprendieron el odio que encierra Israel y su sed de venganza hacia un pueblo destrozado como el palestino,les recomiendo leer un libro que anda por ahí, titulado "Los niños del Brasil", para comprender el descaro de una raza que en nombre de Dios trae sangre de siglos en las manos.- Más aún, remítanse a la Biblia, en donde en nombre de Jeová los judíos asesinan a todo un pueblo, incluído sus vacas y gallinas.- En el fondo...creo que Hitler le erró!!

masoneria.com -

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Leire -

¿Donde está el Genocidio tan mentado? Desde la guerra del 67 -iniciada por los árabes-, la población árabe en Cisjordania y Gaza no solamente no se redujo, sino que aumentó como la población en cualquier otra parte del planeta. El concepto de Genocidio que se pretende explicar en este blog no es tal, tergiversa la realidad y pretende reeditar un odio ancestral hacia los judíos hoy encarnado sobre el único estado judío del mundo. Comparar el conflicto geopolítico árabe-israelí con el asesinato sistemático de judíos, gitanos y demás minorías perseguidas durante el nazismo busca, además de banalizar la barbarie nazi y minimizar la Shoah, permitirse difamar a los judíos una vez quitada la vestimenta de víctima producto de siglos de persecución. Es decir, si los judíos son los "nuevos nazis", podemos nuevamente denostarlos y perseguirlos públicamente.
El Sionismo, mal que le pese a los antisemitas, es justamente el movimiento de autodeterminación del pueblo judío. Parece ser que solo el movimiento nacional judío es el único "malo", mientras que el moviemiento nacionalista de los palestinos es "bueno" cuando, no solamente no reconoce el derecho de los judíos a tener un estado (sobra evidencia en los medios públicos y textos escolares palestinos), sino que además llama abiertamente a realizar un Genocidio, como está claramente detallado en la carta fundacional del Hamás palestino: "matar a todos los judíos del mundo". Lo más perverso es el doble discurso de la dirigencia palestina, que hace creer a 'occidente' que desea acordar la paz mientras que puertas adentro dice sin pudor en árabe que cualquier acuerdo con "la entidad sionista" es una 'Hudna', es decir una tregua, para que cuando esta baje la guardia se "echen a todos los judíos al mar" (esto no es un caso aisaldo, sino que es una verdadera epidemia, desde los viejos discursos de Arafat hasta los útimas entrevistas de Abbás a la TV pública palestina). Huelga decir que es mi deseo personal que existan ambos estados uno árabe y otro judío, conviviendo el uno junto al otro colaborando mutuamente en paz, pero los palestinos deben reconocer el derecho a la existencia de Israel, sin dobles discursos, enseñando a sus hijos en el camino de la paz y no del odio hacia el judío.
Lamentablemente el Estado de Israel debe, desde su existencia, defenderse todos los días de la hostilidad de sus vecinos. Si un solo día decidiera no hacerlo, no solo desaparecería el Estado judío, se reeditaría un nuevo Holocausto sobre los judíos tal como es el deseo de muchas de las tiranías clericales que lo rodean.

Quimera -

Gracias, me has hecho llorar, muchas gracias no hay forma de agradecerte tus palabras... Alejandro me pregunto si hay imparcialidad en cualquier lectura que tome estos temas, sencillamente imposible desaparecer el sentimiento humano...

Alejandro MX -

Es evidente que el autor hace despertar, con su narrcion, sentimentos de indulgencia o que se yo, hacia el pueblo palestino, no es muy imparcial. Es evidente tambièn que los judios son un pueblo despreciable, que utilizan su poderio para oprimir al indefenso. Se me hace lamentable que se escuden en el antisemitismo, lo que sufrieron sus antepasados. Pueblo invasor. No los desprecio, simplemente es inevitable ocultar la verdad

Renata -

que mala onda que haya tanta gente que por fuerza tenga que vivir con tanto rencor,me gustaria que alguien tuviera la solucion y poner en marcha hasta lo imposible para ayudar a toda esa gente, debemos ser libres toda la humanidad por igual porque ante dios todos somos iguales y me pregunto donde esta el donde, quiero llorar.

rocio -

da tristesa darse cuenta de estas cosas el ser humano esta completamente confundido.y el poder los idiotisa.tantas divisiones tantos terminos no nos llevan a nada cuando llegara el momento que podamos ver menos miseria espiritual.

beto -

realmente da tristeza.
se lo encviare a una persona que me mando un correo diciendo "por que hay terroristas"

mercedes -

me siento tan impotente y triste y uno a veces quejandose de estupideses mientras en otro lugar sufren

DAMIAN -

HAY DOS COSAS INFINITAS: LA ESTUPIDEZ HUMANA Y EL UNIVERSO,Y DEL UNIVERSO NO ESTOY SEGURO.
ENTRE 1941-1945 LOS NAZIS ASESINARON A MAS DE 4 MILLONES DE JUDIOS EN GHETTOS Y CAMPOS DE CONCENTRACION DE TRABAJOS FORZADOS,EN OTRAS PALABRAS: FABRICAS DE MUERTES.
CREI QUE NUNCA SE VOLVERIA E REPETIR UN GENOSIDIO SIMILAR A ESTE, Y QUE IRONIA, LOS PROPIOS JUDIOS SIONISTAS SON UNA REPLICA A ALEMANIA NAZI ANTISEMITA,YO NO SOY ANTISEMITA, PERO QUE GRANDE ES LA ESTUPIDEZ HUMANA!!!

Claudia Arón -

Muy bueno tu relato, felicitaciones. Siento impotencia y tristeza por lo que vive Palestina. No se puede vivir sin dignidad y es esa la mas grave de las barbaridades que comete el Estado de Israel con los palestinos.

Fernando -

MUY BUENO. Una conspiración más en un blog de conspiraciones.

Sergio Ruíz -

La tendenciosidad del artículo resulta evidente, no resiste el más mínimo análisis. Centrar cuestiones de tamaña complejidad en dramas personales (sin desedeñar a los mismos) es propio de quien quiere causar un efecto y no ir al fondo la cuestión. Y lo cierto es que nadie quiere llamar a las cosas por su nombre. Durante largas décadas he escondido una veta antisemita en el antisionismo, después de empaparme sobre la cuestiones que se debaten por el tema de Medio Oriente no dude ni un instante en ser un acérrimo defensor del Estado judío de Israel. Huelga decir que soy católico, aunque no practicante, me considero un hombre libre y con un pensamiento universal.

SHIRLEY SOSA -

No puedo dejar de llorar, la angustia y la impontencia se apoderarom de mí. Quiero negarme a oensar que esta situación sea definitva y no tenga solución.Pidoa Dios que ilumine algo tiene que suceder. Gracias por compartirtu experiencia.

Greco -

Siempre pense que cómo pudo haber gente en aquella época que permaneció impasible mientras ocurría esa inimaginable tragedia y se me aguaron los ojos viendo películas o documentales, y hoy no puedo creer que yo este en mi confortable habitación, con aire acondicionado, mi Notebook de última generación y que eso en este momento esté ocurriendo!. No puedo menos que ponerme a llorar, tal vez po rlo qu eestan pasando o tal vez por impotencia, o acaso será por indolencia!. OH DIOS!...

Diego -

Tal como está escrito, cada uno cosecha lo que siempre . . . Lo que le sucede al pueblo palestino, es resultado de sus propias decisiones... Véase las sucesivas guerras al estado de Israel desde su primer dia

nicolas vargas -

creo saber porq USA no mete su nariz y creo q todo el mundo lo sabe: USA esta gobernado por judios, y deben cuidar Israel para esta guerra contra el "terrorismo".
esto viene mucho antes de que se la da palestina a los judios por la 1ª guerra mundial (no me tome la molestia de leer el contenido).
esto viene desde los tiempos de Abraham. es cierto que lo que esta aciendo Israel es lo más bajo y vil de lo podria hacer el "pueblo escogido" (en realidad fueron escogidos porque era el unico pueblo capaz de condenar a Cristo). no puedo negar que me gusta el judaismo, es el padre del cristianismo, sí me gusta la religion, pero no el estado o su gente, que se hacen las victimas saliendo con el Antisemismo. no sé, lo que sí es que Israel cuenta con el apoyo de USA.
A Israel se le subieron los humos a la cabeza. nunca esa Franja de tierra a sido de ellos es cosa de ver la historia, se han hido de ese lugar un monton de veces. bueno, aceptaria que me escribieran en nicolaucha_4@hotmail.com para tambien recibir sus comentarios.

Javier Ortega -

Esta perfectamente descrito, en hora buena, me uno a ti y si de algo sirve desde mi pequeño pueblo me uno a la denuncia de este genocidio.

Gracias por compartirlo

Nico -

impresionante.. no hay palabras para expresar la sensacion.. tampoco para digerir que en este momento esten pasando cosas asi..

Gerald Shacson -

En pleno siglo XXI es de lo mas deplorable y desgarrador que he leido, se me ha parido el ama. Lo peor de todo que nadie hacemos nada por ese pueblo carcamido por el arcenal bélico israelí... La madre de todas las gurras EE.UU. por que no mete sus narices en este Ghetto formado por los judios? No hay petróleo, minas, no es un sitio estratégico para nada... Pero si hay hambre miseria y desesperación. Que lastima.

Liam -

No tiene nombre la depresión que siento luego de leer este artículo.

Gracias por compartirlo.

Slds.

Liam