Cosas que pasan, como en el Far west
Ricardo Polo
Desde mi lejana lectura de las obras de Caryl Chessman, aquél recluso que pasó largo tiempo en la "Celda 2455, pabellón de la muerte" aguardando su ejecución, existe un dilema en mi conciencia. Es el de si corresponde o no la pena de muerte.
El dilema (1) se cifra en el interrogante sobre si el Hombre tiene derecho a quitar la vida de otro Hombre, por el hecho de que el otro hombre haya tomado la vida de uno o muchos otros hombres.
Una corte elegida por los invasores de Irak, previa destitución de un juez y el asesinato de abogados defensores, ha condenado a la pena capital a Sadam Husein y en pocas horas, denegada una apelación, la horca se llevó al dictador Iraquí que fue culpable de la muerte de 148 civiles, en ocasión de la lucha contra el comunismo que con la colaboración de la CIA, el Pentágono y hasta el Departamento de Estado de USA, llevó a cabo el mandatario.
Cabe mencionar la felicitación a Sadam, al asumir la presidencia tras un golpe de Estado, que le hizo el gobierno de Ronald Reagan a través de su vocero, nada menos que el señor Rumsfel, que lo representaba en Irak. E incluso, el gas "Sarín", suministrado por la CIA, mediante el cual se deshizo de los 148 habitantes de un pueblito Iraquì, considerado hábitado por salvajes comunistas...
Pero he aquí que cualquier ciudadano del planeta (naturalmente que tenga conciencia del significado del término ciudadano) tiene el derecho de "pensar", --si es que la "aldea global", el neoliberalismo, el consumismo, la desinformación, la manipulación y ese relente de estupidez que junto con la polución que contamina el ambiente, se lo permiten--, respecto de la sensatez en función de la cual, los "señores de la guerra" que la conducen mediante los eficientes servicios del "pentágono", aceleraron el tránsito de Sadam hacia su encuentro con la huríes del profeta.
Este suceso, que los medios de difusión han difundido con cierta palidez informativa y en momentos en que en todo el planeta se produce el tránsito de un año par hacia otro impar, --que termina con un 7 simbólico y hasta profético según el Evangelio de Nostradamus--, parece no haber conmovido más que a un limitado número de avisados pensadores, que sin duda alguna hacen irritantes comparaciones sobre las "variopintas responsabilidades" que pueden justificar tanto la horca como la guillotina.
Por caso, el enigma de los números. Porque a Sadam Hussein lo ahorcaron por genocida de al menos 148 victimas iraquíes (ese ha sido el motivo de la sentencia) y permanecen en libertad un sinnúmero de genocidas, que han hecho historia numerológica incrementando las estadísticas de muertos en vano y con mentira, como suelen confesarse católicos practicantes....
Y por caso, el "autoproclamado y permanentemente" responsable de la guerra en Irak, Afganistán e inmediaciones, con un sugestivo olor a petróleo...
Por caso, los 3.000 soldados fallecidos a consecuencia de las balas terroristas y los hasta ahora 650.000 muertos civiles por las contundentes, efectivas y tecnológicamente guiadas represalias defensivas norteamericanas...(O daños colaterales....) Lo que ocurre, en este caso, es que el "conductor" de esta guerra absurda, falaz y criminal, lo hace a fin de liberar de la esclavitud a los iraquíes e instalar en esos vastos territorios desérticos, la necesaria "democracia"... que inspira a los EE.UU. invadir cualquier parte del planeta que terroríficamente no permita los beneficios del libre comercio, la protección del imperio y el desarrollo de las individualidades que, con exaltación de la Libertad, imperarán en los territorios liberados...
Bien, seria inútil tratar de convencer a nadie de la honestidad con la que pudiéramos referirnos al tema.
Por consiguiente, he decidido renunciar a opinar al respecto, circunscribiéndome a un interesantísimo articulo publicado en el diario LA NACIÓN, de Argentina, (muy conservador él), que ha logrado conmover mi aspecto de conciencia dedicado a la literatura.
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